Capítulo V

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El lunes por la mañana, cuando llegamos mi hermana y yo al salón, miré a Israel; estaba sentado en la última banca, al lado opuesto a mi lugar, así que, entablar una conversación casual con él, me sería imposible. En la clase de física, el profesor dijo que formáramos equipos, dos hombres o dos mujeres, así que, rechacé a los compañeros que siempre me buscaban y fui directamente con el castaño.

-¿Quieres ser mi compañero? – indagué con seriedad.

Él estaba solo, y cuando me escuchó, levantó el rostro; al verme, sus mejillas se sonrojaron.

"Lindo..." pensé y desvié mi mirada para no delatarme.

-Si... – asintió con debilidad.

El trabajo iba a ser para dos semanas después, así que tendríamos que trabajar después de clases. Era difícil entablar una conversación con él; casi tenía que obtener las palabras con un anzuelo, pero conseguí que aceptara ir a mi casa, para empezar el proyecto ese mismo día. En esa ocasión, le pedí al chofer que fuera por nosotros, pues mi hermana se quedaría en sus prácticas y yo no quería usar el autobús.

Al llegar a la casa, la cocinera nos preparó comida y después, lo llevé a mi habitación para iniciar el proyecto. Israel parecía nervioso y tenso, obviamente se sentía inquieto, pero a mí, por alguna extraña razón, me gustaba verlo de esa manera.

En mi alcoba tenía un escritorio, mi computadora y una mesa de trabajo, así que él se sentó ahí y yo le hice compañía.

-Entonces... ¿qué piensas que podemos usar para el proyecto? – dije con seriedad sacando mi libreta.

-¿Por qué...?¿Por qué me invitaste a ser tu compañero? – preguntó con voz baja.

Sonreí – Porque el viernes me dijiste que no tenías amigos – respondí sinceramente – así que, supuse que no ibas a estar con alguien agradable para el trabajo.

-Yo... – apretó su libro y bajó el rostro – sé que lo que te dije no es correcto... – aseguró – pero, por favor... no le digas a nadie – su cuerpo temblaba – no quiero... no quiero que... pase... de nuevo...

-¿Qué cosa?

No respondió, abrió su libro y parecía tratar de ignorarme.

-¡Hey! – le llamé y moví mi mano para rozar la suya, solo que él la alejó con rapidez – ¿qué sucede?

-Por favor, deja que me quede con la imagen que tengo de ti – murmuró – no la cambies... 

-No quiero cambiar nada – negué – pero si no me dices que pasa, no entenderé...

Su respiración se agitó por unos momentos y después, trató de normalizarla – en mi otra escuela... – empezó a hablar – cuando le dije a un chico que me gustaba... – su voz amenazaba con quebrarse – él... él se lo dijo a todos y... empezaron a... molestarme... 

-¿Por eso tienes miedo? – sonreí condescendiente se miraba tan indefenso – tranquilo – llevé mi mano hasta su mejilla – no le diré a nadie, ¿de acuerdo?

-¿De verdad?

-No tengo por qué mentirte – me alcé de hombros – anda, relájate, vamos a trabajar, después de todo, necesitamos una buena calificación ¿no lo crees?

El me miró, por un momento sus mejillas volvieron a teñirse de rojo, asintió débilmente, me regaló una sonrisa y después de eso, iniciamos el proyecto.


* * *  

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