Escuche atenta todo su relato; me abstuve de reclamarle cuando llamo despectivamente a Harry. Si tenia una idea formada sobre el Malfoy que creía conocer; este nuevo Malfoy que ahora hablaba con distintos matices de sentimientos en la voz. Sentí pena por el. Por lo que debía hacer en pos de proteger a su madre; y aunque dude de la veracidad de sus palabras, recorde las marquitas blancas que marcaban su cuerpo. Y ese misterio estaba descubierto, ahora esas marcas tenian rostro.
Ahora podía comprender esas miradas cargadas de sentimientos contradictorios que me enviaba cuando me cazaba observandolo. Ahora que se realmente como fueron las cosas; logro comprender mejor su actuar, y aunque no sea inocente por haberlos matado. Puedo perdonarlo. Porque se que acabo con sus torturas; e indirectamente me salvo a mi y a mis amigos de una trampa. Mas aunque lo perdone, no me explico el beso. Y es que ahora, encerrada en mi habitación luego de mi huida; me pregunto qué en nombre de Merlín, Alá y Morgana me poseyó para que me inclinara hacia él y lo besara. Para que su aliento a menta me inundara y mis labios acariciaran los suyos. Pero no pude detenerme a pensarlo, él pronto comenzó a responder mi beso sus manos ya no eran puños bajo mis manos, se relajaban y se soltaban; abrazándome por la cintura para atraerme más hacia él. Su boca a menta, marco el ritmo, explorando mi boca con su apéndice húmedo. Me estaba mareando, me estaba confundiendo. Algo en mi mente me gritaba que aunque lo haya perdonado, no debería estar haciendo eso. Él aun era un asesino. Él aun es culpable.
Me safe como pude de su abrazo, me aleje de sus labios y sentí frío. Frío allí donde sus manos me habían sostenido, frío en mis labios y en mi boca donde él se había colado. Y no pude hacer mas que alejarme corriendo; subiendo las escaleras de dos en dos, poniendo cuanta mas distancia pudiera en aquella torre que se me hacia minúscula. Me encerré en mi habitación. Colocando todos los hechizos de protección que supiera.
Mi comportamiento es infantil. Lo se, lo asumo. Pero no puedo evitarlo. Una cosa es perdonarlo, absolverlo en mi corazón de su culpa. Y otra es atreverme a insinuar, porque eso hice insinue que podria haber algo más entre nosotros. Hay demasiada sangre en el medio, sangre prejuicios, orgullos y mierda. Al finalizar la guerra el será condenado por sus crímenes, ¿Qué futuro puede tener algo entre nosotros si él estara recluso? Eso, pensando que quizás hay sentimientos entre nosotros; y aunque no estoy tan segura de si no los hay en mi, nada me garantiza que él albergue alguno por mi.
Descubri que ya no estoy segura de nada. Todo es demasiado irreal. Primero la muerte de mis padres, la sanación de Malfoy, la partida de mis amigos, el relato de Malfoy, el beso. Sus labios. Toco los mios, y aun siento su calor, confundido con una sensación de vacio.
Me siento patética, oculta en mi habitación; como una gatita asustada. ¿Donde quedo la leona que lucha? ¿Donde esta la leona que usa su mente para descubrir las verdades? ¿Donde estoy? ¿Qué me paso? ¿Quién soy? Algo cambio. Algo cambio en mi; algo se modifico en mi sistema. Quizás deba volver a bajar, y hablar con el. Disculparme por besarlo; hablar las cosas y llegar realmente al punto de como ayudarlo con el tema de su madre. Quizás debería ir a buscar a McGonagall para que este presente. O quizás deba quedarme aquí, en la seguridad de mi habitación y dejar que los problemas desaparezcan en un plop. Patética. Cobarde. Infantil.
Entonces mi mirada recorre mi entorno y el libro de Malfoy capta mi atención. Lo agarro, y lo abro; es realmente un buen libro, contra hechizos sanadores, curas y recetas de pociones para distintos tipos de heridas y maldiciones. No debería conservarlo. Es mas voy a devolvérselo.
Mentalizada en que simplemente bajare las escaleras y le entregare el libro; salgo de mi alcoba en su búsqueda. Esta exactamente donde lo deje. En la misma pose en la que lo abandone. Mas tiene los ojos cerrados y sus dedos tocan sus labios. Esta inmerso en su mente y no nota mi presencia. Me acerco despacio, hipnotizada por sus facciones. Es hermoso, no deberia negar una verdad. Pero así como es hermoso, es igualmente mortífero.
Carraspeo para llamar su atención, debo terminar con esto rápidamente y volver a mi refugio. Dejarle el libro y volver a mi santuario, ocupar mi mente en alguna tarea, ignorar la sensación de vacio en mis labios y el frío que ahora me envuelve a pesar de que la chimenea esta encendida.
Abre sus ojos, y retira la mano de su boca frunciendo el ceño. Creo que no esta muy contento de haberme atrapado observándolo. Sonrío tímidamente y estiro mi brazo con el libro.
-Quedatelo- dice apartando su mirada y enfocándola en el fuego.
-No es correcto. Es tuyo. Ya me agradeciste, ya te perdone. Se podría decir que estamos a mano- le respondo. Por alguna razón me duele que esquive mis ojos. ¿Acaso no tolera verme porque le recuerda que cometió el desliz de besar a una sangresucia? ¿Acaso se arrepiente de haber cometido tal error? ¿Y si fuera así, porque me duele pensarlo? ¿No estaba yo también arrepentida de haberlo besado en primera instancia? ¿Qué demonios me pasa? ¿Porque siento esta rabia y este "dolor" por su "rechazo"? Le tiro el libro a los pies y aprieto los puños contra mis lados. La ira me invade. ¿Tan poca cosa soy que no puede mantenerme la mirada? ¿Quien se cree que es? El estruendo que hizo el libro al chocar contra el suelo, lo obliga a mirarme cambiando alternativamente la mirada de mi rostro al libro descuidadamente a sus pies.
-¿Cual es tu problema?-Sisea enfurecido y se levanta en toda su altura acercándose a mi; mi cabeza queda a la altura de sus clavículas; su aroma me marea. Debo salir de qui. Debo salir de aqui.
-Mi problema eres tu. Tus contradicciones, tus enigmas y todo eso que haces.-respondí atropelladamente. Creo que carecen de sentido mis palabras. Creo que me deje en evidencia en menos de lo que mi mente se aclaraba y mis pensamientos y raciocinio tomaban nuevamente el control y es que mas allá de todo, el poder comprender a Malfoy me ha abierto un par de puertas a cosas que jamás hubiera considerado. Evidencia de eso fue el beso. Evidencia de eso mi dolor por su rechazo.
Se quedo quieto; a menos de 15 centímetros de distancia de mi. El aire entre nosotros estaba cargado de su perfume. Me sonrojo furiosamente por su cercanía; y como un oasis en medio de un desierto la sensacion de sus labios contra los mios me abruma. Y es que no noto que se ha agachado a mi altura; tocando su nariz con la mia. Sus ojos de mercurio arden líquidos; y cuando abre su boca, no escucho realmente sus palabras si no que su aliento me atonta aun mas. Y me siento perdida, ansiosa, caliente. Mi mente me dice que me aleje, mi cuerpo me grita que acorte aun más la distancia.
-Veras, Granger; no me gusta que me besen y luego salgan corriendo. No me agrada que me observes cuando estoy ensimismado, y tampoco me agrada que tires mi "obsequio" como si fuera basura- sisea; y la rabia nace en mi otra vez. ¿Como se atreve a insinuar que soy una cobarde? ¿Como se atreve a decirme eso si él correspondio a mi beso?
Entonces mi leona sale. Y que mis amigos, mis principios, mis padres y Merlín me perdonen; pero me dejare engañar por su vacío. Me dejare arrastrar por las sensaciones que me abruman.
Lo tomo de la corbata de su uniforme y lo arrastro mas cerca de mi.
-Púdrete- siseo imitando su tono. Y lo beso; y es un beso ajeno a mi. Es un beso cargado de muchas cosas. Es un beso carente de delicadeza; esta cargado de fuerza, dolor, odio, ira, y mierda. Y él lo corresponde; mordiendo mi labio inferior para tener acceso a mi boca; para explorarme con su lengua tan duramente como la mia.
Es un beso que se transorma en lucha; en una batalla de supremacía que no va a dejar ganadores. Nos perdemos en ese beso; dejándonos arrastrar por todo lo que tenemos dentro; arrancando de raíz cada sentimiento, cada miedo, cada duda. Nos contamos como amamos, como aprendemos, como somos. Él no ama, no es dulce y no es tierno, es fiero, es duro y dominante; mi inseguridad esta lapidada bajo la pasión, bajo el poder de mi leona, bajo toda la impotencia y el dolor. Sus manos se aferran a mi cintura nuevamente y mis brazos suben por su pecho hasta amarrarse en su nuca. No dejamos de besarnos ni para respirar. El aire no es necesario. Consumirnos en esta llama si.
Por eso mientras me aferro a su cabello, y siento que cuela una mano por mi espalda bajo mi uniforme; no lo alejo, no puedo. Carezco de fuerza para detenerlo. Y se que quizás mañana me arrepienta; pero no me importa. No me importa.
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Disarm me
Fiksi PenggemarUna guerra. Dos vidas rotas. Dos almas quebradas. Miles de víctimas y un amor, que nace del mas crudo dolor