Capítulo 2

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Rachel
Bajé con cautelosidad las escaleras. Llegué al salón y allí estaban mis padres esperando mi llegada.

-Buenos días, Rachel- Dijo mi padre con una sonrisa de oreja a oreja.
-Hola- Le correspondí la sonrisa
-Rachel sientate- ordenó mi madre. Su rostro era serio.
Obedecí y me senté en frente de ellos.

-Bueno...- Interrumpí a mi madre.
-¡Siento haber salido!¡No puedo evitarlo!
-No íbamos a hablar de eso- contestó mi padre- Pero aún así, sabes que no debes salir de los muros del reino...
-Lo sé papá...- Mi voz se apagaba conforme hablaba, dejando que mi madre continuara.
-Como iba diciendo... Eres la primogénita, lo que significa que heredaras este reino... El problema es que no tenemos futuro rey... La futura reina serás tú, pero, necesitamos un rey también...
-¡Me sé manejar sola!- me quejé
-Lo sabemos hija, pero el reino ha sido así siempre y no podemos romper las tradiciones...
-Pero papá... Puedo guiar el reino por mi cuenta... ¡No me hace falta nadie que esté a mi lado en el poder!
-¡Rachel! ¡Tienes que casarte!- dijo mi madre con el rostro irritado.
-¡Tengo 19 años!
-¡Me da igual! ¡Las tradiciones son las tradiciones y las tienes que cumplir!
-¡No me da la gana!

Salí del salón evitando que dijeran una palabra más. Subí a mi habitación y cerré la puerta con pestillo. Me cambié de ropa y me puse algo más cómodo. Cogí mi arco, una pequeña daga, un cuaderno, un estuche y una capa para ocultar mi rostro.
Salí por el balcón cayendo sobre un arbusto. Me hize un pequeño arañazo en la cara, pero no me importó. Me coloqué la capa y me dirigí hacia el muro que separa el castillo de aquel campo de flores. Allí había una pequeña apertura que nadie veía. Por ahí es por donde yo salía y entraba. Por fín me encontraba en libertad. Empecé a correr, olvidando todo. Solo sentía el aire removiendo mi cabello. Finalmente alcancé aquel claro del bosque. Solté todo lo que llevaba y me tumbé en la alta hierba. Miré al cielo. Era azul, sin nubes e inspiraba una tranquilidad abrumadora. Empecé a sentir cansancio y sueño y finalmente me dormí.

No se cuanto tiempo estuve dormida, pero me despertó un agudo dolor en mi mejilla, debido al corte que me había hecho anteriormente. Abrí los ojos lentamente y ví como un chico se acercaba a mi, pensando que estaba dormida.

-Mmm perdona, pero... ¿Qué haces?
- ¿Qué? Pero... ¿¡No estabas dormida!?- preguntó exaltado.
-Estaba... ¿Quién eres?
-¿Yo?
-No tu caballo... ¡Claro que me refiero a tí!
-Soy Arthur, encantado. ¿Y tu eres?
- Soy Rachel, encantada también.

Me perdí en sus ojos verdes, que me miraban con un hermoso brillo.

-Y... Bueno... Es la segunda vez que nos vemos ¿no?
-Em... Eso creo...
-Pues, Rachel... Es tarde... Deberías volver a casa...
-¿Qué hora es?
-No te lo puedo decir con exactitud, pero el sol ya se ha escondido tras las montañas...
-¿¡Tan tarde es!? ¡Debo volver! ¡Gracias por despertarme, Arthur!
-No hay de que... Pero... ¿Nos volveremos a ver?
- Eso lo decidirá el tiempo y el destino- dije mientras recogía mi arco.- Pero por ahora debo irme, sino me espera un castigo...
- Espero volver a verte, Rachel.
- Lo mismo digo, Arthur.

Ví como agitaba su mano en forma de despedida. Yo imité su gesto y salí corriendo. Llegué rápidamente al castillo. Entré y subí corriendo a mi habitación. Allí me esperaba Diare.
Diare ha sido mi cuidadora y la de mi hermana desde que nacimos.

-Bienvenida princesa...
-¡Diare!
-Princesa... Sé que sabes cuidarte, lo sé te conozco, pero no salgas sin permiso. Sabes que es peligroso.
-Diare... Sabes que no puedo evitarlo... Odio los muros del castillo. No puedo siquiera ir a ver a mi reino...
-Lo sé cariño... Pero gasta cuidado...

Se levantó de mi cama y me dió un beso en la frente y tocó la herida de mi rostro.

-¿Cómo te has hecho eso?-dijo Diare mientras acariciaba mi mejilla.
-Con un arbusto...
-Por favor, gasta cuidado princesa...
-No te preocupes Diare...
-Descansa bien, Rachel... Mañana te espera un día largo...
-¿Mañana?- pregunté dudosa.
- ¿Tus padres no te comentaron?
- ¿Qué deberían haberme dicho?
- Mañana, principes de todo el mundo, menos de Solaria, vendrán a pedir tu mano.
-¡¿Qué?! ¡Me niego!
-Sabía que reaccionarías así... Te digo un truco para librarte de ellos...
-¿Cuál?
- Di que no a todos... - Diare puso una sonrisa burlona.
- Gracias Diare... Te quiero...

La abracé y ella me besó la cabeza. Diare era como una segunda madre para mí. Ella me enseñó aquel campo de flores, me enseñó a tirar con arco y muchas cosas más que, mi madre, nunca me enseñó por miedo a perderme.

-Buenas noches princesa.
-Buenas noches Diare.

Diare se marchó y me quede sola en mi habitación. Me puse mi pijama y me dormí pensando en seguir el consejo de mi cuidadora.

Flowers Are For Everyone[#LoveandPeace](#PADP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora