No eres él heredero verdadero.

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—Se parece a mi, de seguro es un enemigo que quiere reemplazarme.

Aquel comentario le hizo enojar, no se parecían en nada. Se paro de su silla estaba enojado pero nunca lo demostraría.

—Soy Tsunayoshi Di Vongola, es un gusto conocerlos. Aunque creo que ya nos conocíamos querido primo Giotto—dijo con tono burlón.

—¡¿Que?!—grito él chico alterado.

—Tsuna...

—Para usted soy Tsunayoshi Di Arcobaleno—le dijo Tsuna a Giotto con una mirada sería.

El aire estaba tenso, estaba que se podía cortar con un cuchillo, pero más tenso se volvió al escuchar a Tsuna decir aquello. Arcobaleno, todos sabían que ese no era su apellido de aquel hombre de patillas, ellos sabían quien era en realidad aquel hombre de veinticinco años, en el mundo de la mafia nada se podía ocultar, y más que una de sus aliadas Yuni de la familia Giglio Nero, tenía la misma situación que él hombre delante de ellos. Era mejor no meterse con él azabache si era o fue lo que ellos creían. Porque estaba protegiendo a Tsuna, como si su vida dependiera de eso y no porque hubiera sido contratado para hacerlo.

—Tsuna—intento volver a llamarlo por su apodo.

—Arcobaleno para usted señor Vongola—le repitió sin rendirse. Reborn le había enseñado a ser orgulloso.

Todos miraron la escena, los guardianes de Giotto miraron al niño fulminándolo con la mirada por hacer poner triste al cielo Vongola. Los hermanos menores de los guardianes ya conocían la actitud del más pequeño, no les molestaba que sea así, lo querían de esa forma, de hecho, sólo cuando se enojaba en serio se comportaba de tal manera, por que si no siempre les regalaba una enorme sonrisa y una mirada tan dulce que hasta el mismo hielo de la Antártica derretiría con esa mirada dulce y cálida sonrisa del castaño. Los menores le sonrieron a Tsuna consiguiendo que este se calmara.

—Me disculpo por mi comportamiento—dijo haciendo una reverencia y volviéndose a sentar.

—Recuerda que debes comportarte—le susurró Reborn.

—Tsuna chasqueo la lengua disgustado—Mira quien lo dice: “señor Hitman mata herederos de importantes mafias”—reclamo con un tonto apodo que consiguió a Reborn mirándolo de mala manera.

—¿Entonces te quedarás Tsuna?—pregunto Yamamoto con una sonrisa. Intentando evitar lo que se convertiría en una guerra sin cuartel si comenzaban a discutir.

—¡No a molestes al jefe con tus preguntas friki del béisbol!—le reclamo Gokudera a su amigo y novio.

—Kufufufu Tsunayoshi-Kun nos hará compañía ¿verdad ave-kun?—le dijo Mukuro burlón a Hibari.

—Exacto herbívoro cabeza de piña—fue la simple contestación que le dio él azabache.

—Chicos podemos hablar eso luego de la comida—les dio una sonrisa encantadora.

Los mayores sólo le devolvieron la sonrisa, y aceptaron gustosos. Tal parece que él chico consiguió algo que ni sus hermanos lograban con peleas, reclamos o amenazas. Pero él chico llegaba con una gran sonrisa y una mirada a hacer su voluntad.

—Prosigamos con la comida—comento Deamon mientras veía a Tsuna.

—¿Por qué le hacen caso?—gritó Tatsunari mientras se paraba y aporreaba las manos contra la mesa.

Tsuna no le hizo caso al berrinche siguió comiendo como si nada. Estaba tranquilo, él no daba explicaciones y si las daba, sólo era a las personas importantes en su vida y estas no la eran, a menos que habláramos de sus amigos, pero ni ellos le pedían una explicación de esa forma, Reborn no le preguntaba las cosas así, claro él lo quería por eso nunca usaba la violencia. Ni si quiera Xanxus o alguno de los Varia lo trataba de esa manera tan descortés como aquel chiquillo mimado.

—Por que darías todo por alguien que quieres, también morirías por él ¿no es claro?—pregunto Chrome mientras comía.

—Eso no tiene sentido—volvio a reclamar—. Me deben su fidelidad a mi—grito él castaño.

Todos los futuros guardianes lo miraron, ese chico estaba tan equivocado, no le debían ni si quiera respeto a ese chico. Eso les hizo molestar. Nadie podía controlar su vida, sus decisiones. Nadie tomaría el timón de su barco.

—Kufufufu habla por los demás, pero yo le debo mi lealtad a Tsunayoshi-Kun que me salvo de ir a Vindice junto a la pequeña Chrome—le contesto con enojo—. Y que por si fuera poco me dio una familia.—él guardián de la niebla se estaba revelando.

—Yo no te conozco—le dijo Gokudera con simpleza—. Tsuna me salvo de morir por un accidente con mis propias bombas cuando estuve una temporada por Japón.

—No me caes bien—fue lo único que le dijo Yamamoto.

—Eres Irritante al extremo—le dijo Ryohei con una cara de pocos amigos, algo raro en él.

Nadie más quiso hablar, más claro el punto no pudo quedar. Aquello hizo enojar al castaño, e intento tirarle un par de cuchillos a Tsuna que estaban sobre la mesa. Nadie se espero aquella reacción, pero Tsuna no era un inútil, no era tonto, no por nada entreno con él sádico Hitman hasta sentir que sus huesos se hacían polvo y sus músculos ardían como si estuvieran en la braza ardiente del infierno. Pero no fue Tsuna quien paro el ataque, fue él tutor del tonto Tatsunari quien hizo que aquello parara.

—Renuncio—comento él Hitman parándose—. Si me disculpan, vamos Tsuna regresaremos a casa—le extendió la mano esperando que él menor la tomara.

No pasaron ni cinco segundos cuando él menor tomo la mano del mayor, le encantaba cuando él mayor lo trataba como su pareja, lo hacía sentir feliz. Miro hacía los mayores e hizo una leve reverencia sus ojos tenían un ligero color naranjado en ellos, su sonrisa era algo tétrica para algunos, su mirada parecía vacía, claro que esa mirada sólo se la dio a unos cuantos guardianes, por qué cuando se reincorporó le dedicó a sus amigos una gran sonrisa, una mirada cálida y un sonrojo. Él único guardián que recibió una mirada tierna fue Deamon.

—¡No puede irse!—grito Giotto sin pensar.

—¿Por qué no?—preguntó irritado y ligeramente sorprendido de que Vongola rogará.

—Necesito que entre a Tatsunari-Kun, por favor Reborn-San—explicó casi desesperado.

—Lo entrenare si el anillo lo acepta—le contestó acomodándose la fedora.

—¿No cree que es demasiado rápido?—preguntó nervioso.

—No, esa es mi condición para quedarme. Tsuna no tiene porqué quedarse aquí—le respondió.

Giotto tembló, ligeramente pero tembló, era más que evidente para los ojos de Reborn que él jefe de Vongola estaba nervioso. Estaba temiendo por el resultado de la prueba. Giotto le dio el anillo a Tatsunari, le pidió que se lo colocara, al parecer sólo debía hacer surgir una llama, pero ni una misera señal de que una llamada surgiera de el. Las miradas recorrieron el rostro de Giotto él cual miraba a él azabache que no mostró nada en su mirada ni en sus facciones. Tatsunari más que frustrado lanzo el anillo que Tsuna recogió, el anillo vibró, dio señal de estar con quien creía él adecuado, los anillos de los guardianes vibraron, estaba ante quien sería su cielo.

—Aquí esta su anillo Vongola-san—le extendió el anillo.

El anillo rechazo a Giotto, este ya no quería estar con el, todos quedaron sorprendidos, siempre hacían la prueba y nunca había rechazado al rubio, sólo lo tomo él castaño y su fidelidad cambio.

—No eres él heredero verdadero—le dijo Reborn a Tatsunari—. La sangre de primo Vongola corre por tus venas pero el llamado en ti no esta latente.

—Si nos disculpan nos retiramos—dijo Tsuna dando una reverencia—. Deamon-nii te encargo a Chrome-chan y Mukuro-nii. Se comportan todos hasta tú Kyoya-nii—amenazo con ese tono cantarin de voz que era dulce, pero llevaba promesas de dolor por lo bajo.

Esto sería un largo camino para conseguir que él heredero verdadero tomara el puesto, más que eso sería un largo camino para que él castaño los aceptara sin matarles con la mirada.

Él  cielo se tiñe de dolor(En edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora