Todo era una ilusión.

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Su claridad mental que aun tenía tan sólo se convirtió en nítidas imágenes que le venían constantemente al pensamiento. Vio el rostro de sus guardianes, el rostro de Reborn, el rostro del extraño hombre, y también el de Tsuna. Vio una ola negra y una forma negra que surcaba sus recuerdos. Vio un tumulto de emociones que la atacaron al recordar aquello.

Vio la muerte. La muerte con mil formas.
Todo era una ilusión bien hecha por Mukuro, quería mostrarles a ellos que era lo que hubiera sucedido si no lo hubieran traicionado a él a su hermano. Les mostró que hubieran sido felices pero vaya que ellos escogieron mal.

Vio aquel hermoso césped que se extendía a sus pies.
Había alcanzado la cima de aquella pequeña colina junto con los chicos. No recordaba la segunda mitad de la caminata a ese lugar. Estaba sola, más bien se sentía sola, y llorando, sentía que estaba a punto de derribarse.

—No—murmuró—. No te derrumbes.

Contempló todo el valle. Se perdía en dirección a la mansión, la cual desde arriba se veía tan pequeña pero aun así lograba distinguir a todos los demás alistando todo para ese día. No vio nada que le indicara que había alguien moviéndose por entre los árboles, la vegetación y al rededor de ella, solo eso le faltaría, enemigos intentando perjudicar en aquel día. Entonces derramo más lágrimas amargas para luego empezar a descender por la colina con la intención de llegar ha aquel lugar que ahora ya no sentía como una casa si no estaba él.
Raramente se sentía resignada a lo que iba y estaba sucediendo en ese momento, pero por mas resignada que ella se encontrara aun no podía evitar llorar.
No le cabía nunca la duda de que aquel chico que hoy vería en aquel frío lugar seria él.
Mientras iba bajando la colina iba observando a su alrededor con inquietud. Era visible desde incontables lugares y temía que sus subordinados la miraran de esa forma. Pero no al alcanzo a ver a nadie. El sol que hasta ahora se encontraba oculto, salio detrás de una nube y un tímido rayo de luz tibia comenzó a calentar el suelo. Aquel calorcillo no consiguió disipar la gélida desesperación que Yuni llevaba dentro de si, pero en algo contribuyó ya que el chico sintió que renacían un poco de sus fuerzas.

—Yuni, no le gustaría verte así—murmuró Reborn con voz rota.

—Él me dejo, ellos lo dejaron ¿qué diferencia hace mi llanto?—pregunto, aún no asumía de todo lo sucedido—. Gracias por la ilusión Mukuro—hizo una reverencia—. Ese pudo haber sido su destino, pudieron ser felices a su lado, pero decidieron dejarlo sólo por Tatsunari—les reprocho.

Los chicos quisieron decir algo.
Pero ella los ignoro, solo siguió caminando. Llego a la puerta de la mansión y el sentimiento de resignación desapareció. Y fue sustituido por el de miedo. No era miedo a la muerte de eso estaba segura. Por que casi deseaba morir. No era miedo a lo que vendría ya que luego de aquello su vida no tenía sentido solo al tenerlos a ellos podía seguir. Era miedo a la forma de morir, solo esperaba que fuera rápida e indolora. Pero ella no estaba en ese lugar para morir, sus amigos y él estaban en aquel lugar que alguna vez fue donde pasaron los momentos más felices y que luego del accidente tuvieron que dejar. El estaba ahí deseando que todo fuera un sueño pero todo era tan real que simplemente la resignación y el miedo se juntaban pero el miedo dominaba.
Cerro los puños con fuerza, dejando sus nudillos de un color blanco, y comenzó a subir por las escaleras de la casa hasta llegar a la puerta de roble. Por primera vez en todo el trayecto se dio cuenta de lo raro que estaba todo en aquel bosque. No entendía como no se había fijado antes aquello y mas que andaba en lo alto de aquella colina.
Pero tenía que dejar eso de lado y concentrarse en lo que sucedía dentro de la mansión que fue su hogar por tanto tiempo.
Se miro. Estaba hecha un asco. No le había dado importancia a su aspecto. Su blusa estaba rota, sus pantalones mostraban agujeros por partes. Sus botas se encontraban sucias. Sus brazos tenían magulladuras. No podía ver su cara pero se imaginaba que estaba igual de sucia y magullada. Sus subordinados se preocuparían al ver la llegar en ese estado a la casa. Pero es que no podía evitar lo lo había perdido y ellos debían de comprender su dolor.
Apenas abrió la puerta de la cabaña miles de recuerdos inundaron su mente, cuando le dijo que lo extrañaría si se iba de su lado. Cuando intento ayudarlo a que conquistara a Reborn, cuando le dijo que lo quería y daría su propia vida por él, después de todo era su hermano.

Al darse cuenta que el piano que Reborn le regalo en su décimo cumpleaños aun seguía en el mismo lugar de siempre el corazón se le rompió. Por que encima de aquel piano podía vislumbrar aquella foto.

Se le partió el corazón, aquella foto la tomaron un día de verano, estaban los tres, pero de ahora en adelante sólo quedarían ella y Byakuran

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Se le partió el corazón, aquella foto la tomaron un día de verano, estaban los tres, pero de ahora en adelante sólo quedarían ella y Byakuran.
Luego recordó cuando él castaño le tocaba algunas notas en el piano.
Aun podía verlo sentado en el pequeño banquillo del piano tocando. Moviendo sus delgados dedos por el piano con maestría. Si se concentraba llegaría a escuchar la melodiosa canción que siempre le interpretaba a él. Podía asegurar que si prestaba atención podría escuchar cuando le cantaba con aquella suave voz y como las notas que interpretaba lo atrapaban para luego terminar a su lado sentado.
Si se concentraba llegaría a escuchar aquella canción que le dedicó hasta el final a su amante, esposo y amor eterno. Pero debía dejar eso de lado tenia un funeral al que asistir.

Él castaño ya no podía moverse.

Seguía sin aceptar el adiós del amor de su vida. Del amor de la persona que más amo en toda su corta vida, la perdida de su hermano.

Sin darse cuenta ya se encontraba frente al ataúd donde el cuerpo de su amigo y hermano estaba. No podía evitar llorar dejándose caer frente del féretro donde el cuerpo de un castaño descansaba.
Sus subordinados la vieron con ojos tristes, estaban realmente dolidos. Byakuran solo veía a su pequeña aferrarse a aquel féretro negro, con algunos detalles de color plateado. Lloraba amargamente como si deseara morir.
Gamma se mantenía callado. Su cuñado había dado la vida por su hermana no podía pedirle a Yuni que dejara de llorar. El mismo sabía que aquello debió doler le, en el alma y más que Tsunayoshi sabía que tendría ese futuro y aún así no le importo.
Gokudera se mantenía callado sabia que la hermana de su amigo no estaba bien. Pero mas triste estaba por saber que Tsuna había dado su vida por Yuni sabiendo que si él no estaba la menor se derrumbaría como en aquellos momentos.
Hibari, Mukuro estaban pensativos nunca pensaron que el castaño odioso/herbívoro haría algo así, sólo por alguien más.
Los invitados estaban tristes por ese final que aquella historia tuvo pero mas tristes estaban por la peliverde.
Los guardianes de Tsuna querían hacer que dejara de llorar pero al saber que cuando alguien pierde a un cercano no hay mucho que decir se mantuvieron callados.

—¡Esto es su culpa!—grito Yuni destrozada—. ¡Tenían que cuidarlo, tenían que evitar que se dañara a él mismo!—repitió llorando de forma amarga.

—Shhh Yuni—intento calmarla Reborn.

—¡No!—su voz sonaba rota—. ¡Era su cielo! ¿pero que hicieron? ¡lo abandonaron!—Yuni estaba muy triste—. ¡Lo abandonaron por alguien que no pensaba en ustedes, lo dejaron sólo y al final termino en esto, como pudieron ver hace alguno momentos, pudieron ser felices a su lado!—les reprocho—. Malditos sean, maldito sean todos los que pertenecen a Vongola. Vongola no tendrá otro heredero que no sea este chico que hoy esta aquí sin vida—sentenció.

—Princesa—intento calmarla Gamma, sabía que si ella seguía a sentencia sería inevitable.

—Lo siento Gamma—susurró para seguir—. Vongola no tendrá más heredero que este chico que hoy esta sin pulso, Vongola no encontrara a nadie más que no sea de la descendencia de este chico. Vongola caerá y junto a él todo aquel que ha dañado al descendiente de Sepira—les dijo a los chicos.

Vaya que Vongola caería y las palabras del cielo que hoy se tiñe de dolor serían lo que los marcaría, la sentencia fue hecha por un cielo que se tiño de sufrimiento pero que no retiraría sus palabras. Pues el dolor es inevitable, el dolor es algo que nos distrae, el dolor es algo que nos permite seguir. Pero así eran las cosas, le tocaba seguir con él o sin él.

Él  cielo se tiñe de dolor(En edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora