Yuni.

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Todos sabemos lo difícil que llega a ser hablar con alguien al respecto de tu vida. Todos sabemos que cargar un dolor por mucho tiempo deja marcas tan profundas y dolorosas. Pero también todos sabemos que hay gente en la que puedes confiar sin darle tantas vueltas al asunto, más que nada es una persona a la cual le dices todo cuando ella te mira.
Pero él aun no entendía por que se encontraba en esas circunstancias, ella le pedía que tomara el lugar de décimo Giglio Nero, pero el destino no estaba de su lado, tantas posibilidades había visto en tan poco tiempo que ya no sabía que camino escoger. En vez de ver a su hermana muerta, miro a Gamma, sabía que eso destrozaría de manera radical a su hermana. Todo sería más fácil si no tuviera a un hermano como Tatsunari, ambicioso, deseoso de poder, malvado y capaz de arruinarle la felicidad a las personas que más quería con tal de obtener lo que él quería.

—¿Cuál es tú destino Yoshi?—preguntó su hermana.

—Yuni, no intentes hacerme cambiar de opinión, tomaras lugar como la décima Giglio Nero, yo seré él nuevo jefe Vongola—le dijo de manera sería mirándola a los ojos—. Formaremos una alianza para que nadie se meta contigo.

La peliverde miro a su hermano buscando algún rastro de temor. No encontró nada, sus ojos de color caramelo ahora tenían un color ámbar peculiar, la miraban como si fuera el cristal más fino del mundo y a la vez como si fuera una gran mujer. Su posición le decía que le estaba confiando la situación a ella sin importar lo que la demás personas pudieran decir de ella. Estaba confiando en ella a pesar de su edad. Estaba ante la persona más importante de su vida y podía notar que ya no la miraba como una niña, si no como una persona fuerte y capaz de conseguir lo que ella quiera.

—Yoshi-la mirada sería y tierna le hizo detener su diálogo.

—Yuni, quiero que estés bien, quiero proteger lo único que he conocido en este mundo y me preocupa—le murmuró con una mirada dolorosa—. No quiero tú dolor, no quiero mi felicidad si eso implica verte llorar, no quiero verte triste aunque esto implique mi propia felicidad, no puedo hacerte daño eres mi hermana—le comento mientras ponía su mano en su pecho demostrando que hablaba con toda la verdad del mundo.

Yuni miro a Tsuna con una sonrisa, era igual a su mamá era igual de noble, no pensaba en nadie más que en los que quería, él había aprendido a proteger lo que amara en la vida. Y ella había aprendido que cuando este realmente feliz debe sonreír desde el corazón, eso le dijo su madre antes de su trágico desenlace.

—Yoshi, debes prometerme que ya no te arriesgaras más por mi—le dijo con una sonrisa resplandeciente.

—Lo intentare hermana—le dio una sonrisa aun más grande.

La escena era hermosa, era algo lindo. Era tan cursi verlos, que a muchos de los presentes les sacaban unas sonrisas verdaderas. El par de cielos estaba feliz, ahora todo lo que esa casa haría sería resplandecer como si fuera la mañana más soledad y despejada del mundo. Pero no todo en la vida es realmente tranquilo, el par de cielos estaban tomando el té cuando la mansión entro en alerta al parecer estaban bajo el ataque enemigo. Cuando Tsuna salió para enfrentarse contra él idiota que había llegado a interrumpir el tiempo en compañía con su hermana, vaya sorpresa que se llevo al ver a Iemitsu en la puerta de la casa junto a dos ex arcobaleno, ¿cómo lo sabía? Pues eran amigos de Reborn y él conocía a todos los amigos del azabache mayor.

—¿Qué necesita él león de Vongola en mi casa?—pregunto Tsuna mientras miraba a él rubio.

Iemitsu no había notado la presencia del chico hasta le hablo, lo vio caminar con total elegancia, un porte digno de alguien que era entrenado desde pequeño para ser un mafioso, con aire de superioridad y una sonrisa algo fría, usual de los jefes mafiosos.

—Quiero que renuncies a ser él próximo jefe—le exigió con una mirada que intentaba provocar miedo.

—¿Qué te hace creer que aceptaré?—pregunto arqueando una ceja de forma elegante.

—Si no quieres que Yuni sufra...

Las armas se alzaron ante la amenaza. Los guardianes de su pequeña hermana estaban escuchando todo, él enojo era palpable. Reborn estaba aguantando se la ira para no apretar el gatillo. Gamma miraba al rubio con asco, estaba listo para atacar. Los chicos mantenían una postura rígida y alerta. Nadie quería moverse. Tsuna alzo una mano deteniendo cualquier atentado ante aquel rubio estúpido. Miro a los guardianes de su hermanita, entre ellos especialmente a un peliblanco de ojos morados, que tenia un tatuaje de una corona invertida color morada en una de sus mejillas, como dándole un permiso mudo. Miro de nuevo a quien era su padre de sangre y con una mueca que simulaba ser una sonrisa le respondió a la amenaza.

—Disculpe Iemitsu-San pero usted no puede venir a amenazarme—le dijo con una sonrisa falsa.

—¡Tú no eres nadie en este mundo para venir a decir eso, Tatsunari merece ser el jefe no tú!—le grito acercándose de más al castaño.

Los acompañantes del rubio quisieron acercarse y evitar lo que sucedería, pero Reborn los detuvo con una mirada. Conocía bien al chico y no perdería ante alguien como él rubio.

—¿Disculpe? ¿Está menos precisando a Tsunayoshi-Kun?—pregunto él peliblanco al cual miraba hace unos momentos.

—¿Quién eres tú?

—Yo soy Byakuran un portador del anillo Mare, amigo, guardián y hermano mayor de Yuni al igual que de Tsuna—su voz ya no sonaba cantarina como al principio.

Todos miraron al peliblanco esperando que jugara con aquello, pero al parecer él chico no estaba para bromas hablaba muy en serio, y más cuando trataron tan mal a su pequeño hermano.
Iemitsu ignoro de manera descarada al peliblanco, y dirigió su mirada a Tsuna.

—Renuncia o tú hermanita terminará sufriendo las consecuencias—volvio a amenazar.

Tsuna miro al rubio, vaya que sería divertido deshacerse de aquella basura, que venía a su casa a amenazarlo, y por si fuera poco a amenazar a su hermana. No era alguien malo, pero como personas como él mayor sacaba su faceta cruel y despreciable.

Él  cielo se tiñe de dolor(En edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora