Creo que tienes razón.

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—¿Quién es tú hermana?—pregunto Giotto intentando no temblar.

—Yuni Giglio Nero, también antes conocida como la arcobaleno del cielo—le contesto—. Por cierto, de ahora en adelante cualquiera que no considere alguien importante deberá llamarme por mi apellido hasta tú medio hermano—le dijo Tsuna mientras se separaba del tembloroso castaño.

Estaba a punto de reclamar, quería gritarle mil cosas a su medio hermano, pero al parecer el tiempo y las situaciones no estaban a su favor. Por que los que debían ser sus guardianes terminaron apuntándole con sus armas, Yamamoto tenía la punta de la espada contra su yugular, Mukuro tenía su tridente presionado en la parte blanda de su estómago, Hibari tenía las tonfas a la altura de su cara. Los otros le apuntaban en alguna parte blanda de su cuerpo que fácilmente al ser golpeada o perforada por un objeto punzante podría causarle la muerte instantánea o algún derrame masivo, no estaría a salvo y eso estaba más que claro al sentir su piel siendo rozada por metal, al sentir el olor de la dinamita. Estaba aprendiendo a respetar.

Giotto mantuvo la respiración, su corazón latía de forma alarmante, parecía un caballo desbocado. En cualquier momento su corazón se le saldría del pecho. Se mordió la lengua aguantando se algún comentario fuera de lugar, en lo personal prefería no hablar, ya no quería que su querido primo terminara odiándolo aún más, claro si eso era posible.
Miro a Tsuna con la intención de hacerle saber que lo que estaba haciendo estaba mal, que amenazar a su propio hermano era algo muy malo. Tsuna sólo le lanzo una mirada llena de odió y rencor. Giotto tembló, tembló una vez más de las tantas veces que lo había echo en un sólo día. Reborn miraba la forma en que esos dos se comunicaban por miradas y por un momento se sintió mal por él décimo Vongola.

Tsuna no quería quedarse más tiempo en aquella casa con todos esos locos, bueno no es que fueran unos locos que se escaparon de un manicomio o algo parecido. Para él eran locos por que una vez que lo trataron tan mal terminando buscando lo ya que él era el heredero original, eso le hizo rabiar. Miro a sus guardianes dándoles una muda indicación, los guardianes soltaron al chico para luego hacer una reverencia grupal, mientras se disculpaban de forma decente ante todos.

—Si nos permiten—expresó Tsuna con una sonrisa falsa.

—¿A dónde va Giglio Nero-san?—preguntó Giotto jugando con sus dedos de forma nerviosa.

—¿A caso le interesa un poco lo que me pueda suceder?—dijo sin emoción alguna—. Vongola-San no se meta en asuntos que no le conciernen.

Reborn miro la escena con gusto, le dio una sonrisa ladeada al rubio, Tsuna miro al azabache en busca de alguna señal de enojo, u tan si quiera de reprimenda por su forma de actuar ante él jefe mafioso más importante de todo el bajo mundo. Nada, sólo aquella sonrisa que le brindaba cuando algo que hacía estaba bien, bueno eso quería decir que estaba por buen camino no tenía o no tiene de que preocuparse.

—Si nos permite, nos retiramos.

Los guardianes del chico hicieron una reverencia en vez de que su jefe la hiciera. Reborn solo les hizo una señal de adiós, para luego indicarle a los guardianes que lo siguieran, aquello hizo que los hermanos mayores de los chicos se enojaran, vamos podían llevarse mal con sus hermanos pero eso no significaba que no les importara lo que sus hermanos hicieran, eran su única familia debían cuidarlos.

—¿A dónde vas Hayato?—pregunto G con una mirada oscurecida y fría.

—Takeshi no puedes andar a altas horas de la noche en la calle—le reclamo Asari a su hermano de manera tranquila.

—Chrome y Mukuro espero que me vengan a ver Nufufufu—les dijo Deamon con una gran sonrisa.

Hayato quedo mudo no buscaba respuesta correcta, aunque sabia que podía decir eso sería irrespetuoso, Takeshi no supo reaccionar solo le brindo una sonrisa despreocupada a su hermano mayor, Chrome le asintió de forma energética a su hermano adoptivo casi padre, Mukuro le dio una sonrisa traviesa y le dijo cabeza de melón, cosa que hizo enojar a Deamon.

—Nos retiramos junto con él jefe—fue la respuesta colectiva de todos.

Nadie refuto, todos miraron al chico con algo inexplicable en la mirada, bueno para Tsuna, vaya chico aun seguía inocente luego de tanto, pero Reborn se enojo, distinguió esa mirada de todos los presentes, bueno de aquel par de rubios, Giotto y Alude, ya que al aparecer a ellos nada más les parecía un castaño adorable. Miro a Tsuna y no pudo aguantar lo, termino tomando lo de manera delicada por la cintura, estrecho su cuerpo contra el suyo, sintiendo lo perfecto que era tenerlo en sus brazos, hizo que lo mirara a los ojos para luego besarlo, era un beso sincero, cariñoso, amable, no le transmitía hostilidad sólo un simple beso amoroso, movía sus labios con maestría sobre los del pequeño deleitándose con los suaves que eran, lo perfectos y a la medida que estaban hechos para sus propios labios. Tsuna rodeo sus cuello del mayor con sus brazos disfrutando del beso, al separarse Tsuna estaba tan rojo como un tomate, dejando a los guardianes aturdidos, así fue como los guardianes, Reborn y él se fueron de aquella mansión.
Se encontraban en la limusina platicando de manera agradable, Reborn lo obligo a sentarse en su regazo mientras el jugaba con las hebras castañas que tenía por cabello.

—¿No crees que deberías perdonarlo?—pregunto mientras jugaba con su cabello.

—Creo que tienes razón. Pero están difícil—confesó dejándose acariciar por aquellas grandes y calidad manos.

—Tomate tu tiempo, todos los que estamos presentes aquí te apoyaremos—seguro mientras le dejaba un casto beso en el cuello.

Tsuna sonrió, era tan afortunado en más de un sentido. Vio a sus amigos sabía que siempre lo apoyarían al igual que Reborn eso le hacía alguien demasiado feliz. Suspiro al sentir aquel cálido beso en su cuello, era tan dulce ser tratado de esa forma por Reborn que no haya queja alguna para intentar evitarlo.

Él  cielo se tiñe de dolor(En edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora