Mi Primer Amor. [ Archi / Gael Ibarra y tu ]

Prologo

Mi nombre es TN____ Medina. Tengo 13 años, vivo en la ciudad de Monterrey desde que nací, mi cabello es castaño ondulado largo, mis ojos son color café, no soy gorda pero tampoco flaca, me gusta cantar, bailar, dormir, correr riesgos y ver series y programas de televisión, especialmente Acábatelo. En Acábatelo sale un chico guapo pelirrojo de mi edad llamado Gael Ibarra. Gael es mi amor platónico, o eso pensaba yo antes de entrar a la secundaria.

Todo empezó una mañana un tanto diferente a las demás, ya que era mi primer día de secundaria. Ese lunes por  la mañana me encontraba paseando por los pasillos de el colegio con mi mejor amiga, Lucia. Lucy y yo íbamos platicando sobre lo que esperábamos que pasara durante los próximos tres años de nuestras vidas.

— ¿No sería genial que Gael estuviera en esta escuela?— le pregunté a Lucy.

— Ahí vas de nuevo— contestó mi amiga rodando los ojos.

— ¿Que? Solo decía. A demás admítelo, se te hace guapo

— Ok, si es guapo, pero es casi imposible que este en este colegio, a demás si estuviera aquí, ¿que le dirías? Yo te conozco y se que te paralizarías—contestó mi amiga, sin embargo no le presté mucha atención. Había algo, mas bien alguien caminando también en los pasillos que había robado toda mi atención.

— Lucy— golpee con mi codo el brazo de Lucia mientras balbuceaba su nombre— Ese..., ¿es Gael?— dije apuntando disimuladamente hacia ese alguien que había robado mi atención. Era un chico pelirrojo, alto, con pecas y unos hermosos ojos color café obscuro que hipnotizarían a cualquiera que lo mirara directo a los ojos.

— Tn___ estas alucinando— dijo mi amiga sin ver a quien yo apuntaba.

Voltee a ver a mi amiga y la miré directo a los ojos.

— Míralo tu misma, Lucia

— ¿TN___ te drogas? Me estas empezando a asustar— dijo mi amiga aún sin prestar atención a ese alguien al que apuntaba. Poco a poco mi amiga volteó a ver hacia ese alguien al que estaba apuntando.

— No lo puedo creer, TN___— dijo Lucia boquiabierta.

La campana sonó, y eso significaba que teníamos que ir a clases. Lucia y yo fuimos hacia el salón de clases, mientras que yo seguía sin creer lo que había visto recientemente.