Capítulo 6 - El Arte de Vivir.

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Javier estaba con la música puesta a un gran volumen y solo una toalla al rededor de su cintura. Me quedé embobada contenplando su torso desnudo y mojado. Rápidamente me doy cuenta y voy hacia su móbil y le apago la estrendosa música, me fijo que escucha Antonio José, uno de mis cantantes favoritos, vaya pienso.

- ¡Y no vuelvas a poner la música! - dije antes de dar un portazo - Gilipollas. - susurré ya fuera de su cuarto.

Al llegar a mi habitación escucho de nuevo la música, pero a un volumen más elevado que la anterior. Mosqueada, se me ocurrió la idea clave. Bajé a la cocina con la intención de encontrar la caja de derivación y bajar el fusible, me quedé allí sentada observando cada rincón de la cocina y de pronto apareció Javier como lo había encontrado en su habitación. Y como no, fue a la caja y volvió a subir el fusible. Me vió y sonrió de lado. Giró y se fue hacia arriba, yo le seguí.

- Ni se te ocurra volver a poner la música. -

- Porque me lo digas tú. -

- ¡Que no! - corría detrás suya.

Quería llegar antes e impedir que se volviese a salir con la suya, pero el corría más que yo. Pensé que no me daría tiempo a adelantarlo así que salté encima suya. Al sentir mi peso, él se agacho haciendo que callese hacia adelante, me agarré a él para no caerme pero al fin nos quedamos los dos en el suelo, él encima mio. Tenía los brazos a cada lado. Él veía mis ojos y yo los suyos, eran azueles, me pareció muy atracctivo el contraste de su pelo brillante y moreno con sus relucientes ojos azul marino. Relamí mis labios y bajó su vista hacia ellos. Cojí aire y me mordía mi labio inferior. Mis dientes soltaron mi labio y sentí los suaves y sabrosos labios de Javi encima de los mios, me quedé quieta pero al instante seguí su juego. La intensidad fue subiendo y con decisión dejo entrar su lengua en mi boca, le seguí y nuestras lenguas danzaron en un mismo compás. Pasó sus manos por mi espalda hasta mi parte baja haciendome sentir un escalofrío. Llevé mis manos en su nuca y las undía en su pelo. Javi subía cada vez más hasta llegar a la hebilla de mi sujetador, en ese instante reaccioné y puse mis manos en sus pectorales y le empujé. Me levanté del suelo aturdida y avergonzada, coloqué correctamenrte mi vestido.

- Esto nunca ha pasado. - le dije.

- Sí, sí. - me respondió mientas se rascaba la nuca mirando al suelo.
Salí de allí y me dirigí a mi cuarto, cuando entré allí me encontré...

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