En el '94 ( Primera Parte)

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Recostada sobre su cama, una mañana de tibio marzo , Leticia Lobo refleccionaba sobre su vida. Los años en la escuela secundaria ; donde no hacia más que pasar el rato con sus amigas dentro y fuera del aula. Recordaba que por aquellos años no se había enamorado de ningún chico de la escuela. Eso sí , hubo alguien muy especial durante sus tres años de bachillerato. Se trataba de un profesor de matemáticas al que ella no podía dejar de mirar. Su nombre era Ángel Aiza , de unos veintiséis años de edad , de un metro sesenta y cinco de altura , cabello corto y rubio y para rematar un par de ojos azules que ella siempre terminaba por mirar furtivamente . El profesor Ángel Aiza no era ningún abandonado de su imagen corporal ya que solía hacer frecuentemente ejercicio y asistía bien aseado a la escuela. Solo tenía un defecto que ella le preocupaba , no, mas bien le molestaba , que era el tono de su voz. Era una voz exenta de testosterona, se le antojaba  amanerada y sus manos pequeñas lo hacían ver- a sus ojos- un tanto delicado. Recordaba que él también le devolvía las miradas. Nunca llegó a saber por qué nunca se le declaró, solo por medio de unos papeles o cartas que le había dejado en el parabrisas de su Suzuki Fun color gris. Ángel Aiza solo podía sospechar de las cartas de ella porque Leticia, cada vez que tenía la oportunidad en los recreos se lo quedaba viendo como un zombie acompañadas de sus dos amigas a las cuales les contó de su presunto enamoramiento platónico. Ángel, en los momentos que se encontraba teniendo conversaciones sobre temas diversos con sus colegas en la sala de profesores , volteaba a ver a esa chica de baja estatura de un metro cincuenta y cinco , de cabello largo color castaño claro , facciones algo redondeadas, ojos pequeños, carnosos labios, problemas de acné y a sus dos centinelas que le hacían de apoyo para ir a verlo. A Ángel Aiza no le costaba nada darse cuenta que la persona que había dejado aquellas cartas de sufrido amor eran de Leticia Lobo. Sin embargo cada vez que ella aparecía, del otro lado del pasillo de las aulas y él estando en el otro extremo, para verlo en calidad de profesor, él  no podía evitar mirarla también. 

Nunca se dijeron nada. Era amor platónico para ella, pero amor en fin y eso bastaba.

Recordó que también tenía un complejo con su cuerpo por aquellos días. Y era un doloroso malestar que acarreó en las vacaciones de verano del año 2007 antes de entrar al bachiller . Medía un metro cincuenta y tres y pesaba , para su sorpresa, cincuenta y ocho kilogramos. Una mañana de verano, Leticia Lobo despertó con un tremendo dolor que le recorría desde el glúteo derecho hasta la rodilla .El dolor lo percibía constante y punzante. Hasta que entró en el tercer mes del año lectivo no vio a su doctor. 

Leticia no era buena expresando su necesidad de pedir ayuda , mas bien todo lo contrario

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Leticia no era buena expresando su necesidad de pedir ayuda , mas bien todo lo contrario. No decía absolutamente nada , ella pensaba que era algo pasajero ( aun si el dolor que tuvo su comienzo en verano de enero que continuaba hasta abril ). Carecía de ese tipo de expresión. También creía que las personas de su alrededor no debían ser molestadas por nimiedades como su dolor de pierna. 

Su madre notó que rengueaba mucho de su pierna derecha. Pidió turno para un médico traumatólogo. Fue un día del mes de abril cuando hizo su primer cita al traumatólogo desde que era pequeña. Asistió con su madre aquel día. El doctor Francisco Pax era una persona robusta de tes blanca y abundante cabello castaño oscuro. Tenía unos treinta y cuatro años. Debajo de su bata blanca llevaba puesto unos jeans de corte clásico y una camisa cuadrillé de colores claros.  Parecía una persona tranquila y campechana. El doctor llamó por nombre y apellido. Ingresaron al consultorio que era una habitación de unos tres metros por dos, con buena iluminación, había un escritorio lleno de papeles e historias clínicas y un para de bolígrafos como es de acostumbrarse ver en un consultorio. También habían dos sillas para los respectivos pacientes y para el doctor por supuesto. Un estante lleno de elementos de primeros auxilios se encontraba detrás del escritorio y la imprescindible camilla. Leticia estaba pensando en la mejor manera de describirle el dolor y dónde lo sentía cuando el doctor Francisco Pax preguntó, pero su su madre fue mas rápida y le dijo antes que Leticia abriera la boca para pronunciar palabra. Estaba acostumbrada a no hablar pero el hecho de tener la chance de poder decir algo referente a su cuerpo y, que ésta chance le fuera arrebatada sin que ninguno de los dos la mirara siquiera para saber la irritó un poco.

- Quítate la ropa , haz de cuenta que estás en bikini en la playa- dijo amablemente el doctor Francisco Pax por lo que Leticia abrió los ojos como platos y paralizada pensaba por qué se tenia que desnudar en frente de un tipo.  Se quedó rígida y su madre la miro amenazante.

- Yo no tengo bikini- murmuró por lo bajo. Su madre la volvió a mirar amenazante.

No teniendo opción se sacó la ropa de mala gana quedando en su conjunto de algodón negro de braga y sostén. El doctor la puso de espaldas a él , y sentado comenzó a palpar las caderas. De un toque en la zona lumbar que le hizo chillar al mismo tiempo que pegaba el salto. Le hizo marchar. Le hizo una pruebas en la camilla y dejó que se vistiera. Luego escribió una orden para radiografías y se esa manera poder estudiar las caderas y la columna vertebral. Se despidieron del doctor . 

Volviendo con los estudios en mano, Leticia Lobo y su madre hicieron otra cita al doctor Pax. Con voz tranquila el doctor le explicó a su madre lo que padecía aquella chica de quince años. Le dio unos analgésicos para el dolor, le aconsejó que dimitiera de las actividades físicas de la escuela y que solo practicara natación. 

- Tienes que estar flaquita , muy más que falquita-. Esas palabras resonaron muy fuerte en la conciencia de Leticia Lobo. 

Pasaron los meses y Leticia Lobo bajo de peso .Pasó de pesar cincuenta y ocho kilos en el invierno del 2007 a pesar cincuenta a cincuenta y dos kilos en noviembre de ese mismo año . Lo logró reduciendo la ingesta de comida: de dos  platos, a uno ; de ir por el camino mas corto por el mas largo; de comer galletas dulces a no comerlas. Y así , hasta el punto de comer menos de un plato y dejar  restos y saltearse la cena. Tuvo un resultado que la asombró por completo y era su panza chata y que sus pantalones talla cuarenta la fueran bastante flojo y necesitaba la ayuda de un cinto. Estaba contenta por su nueva apariencia.

 Estaba contenta por su nueva apariencia

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Mariposa Escarlata (Seikeigekai)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora