➳Especial: leyendas urbanas (3)

801 58 17
                                    

LOS ESPÍRITUS DEL LICEO I.P.O.LL (Salto)

El IPOLL, es decir, el Instituto Politécnico Osimani & Llerena, es el liceo más antiguo de la ciudad de Salto, de paredes robustas, con una acogedora biblioteca perdida en su decorado en los finales del siglo XIX, y un frío y solitario observatorio astronómico.El edificio consta de tres pisos encontrarse en un profundo desnivel con respecto a la vereda, la entrada principal se halla en el segundo piso, que nos conduce a un gran hall donde es posible acceder al salón de actos, bedelía, sala de profesores, escalera hacia la biblioteca o bajar unos escalones hacia la cantina.En el primer piso, se hallan los laboratorios de física, química y biología, junto a más aulas, construidas con gradas al estilo anfiteatro. Y es justamente en uno de los laboratorios donde sucedió lo que se relata de boca en boca en esa ciudad.

Cuentan que a mediados de los ochenta hubo una serie de robos o, más bien, travesuras de algunos gurises* que durante la noche, aprovechando el poco presupuesto para reparar correctamente los grandes ventanales, entraban al liceo franqueando fácilmente las tapas de madera compensada, a veces sólo apoyadas contra el ventanal y respaldadas con algún pesado mueble. Prueba de ello era la serie de tubos de ensayo y diverso material de laboratorio destrozado, que solía hallarse esparcido por el piso de los laboratorios.

Para mitigar esto, se dispuso una guardia policial. La misma consistía en tres policías que patrullaban los alrededores del edificio. Merced a la guardia policial, los gurises dejaron de merodear el lugar y cesaron los destrozos. Con el tiempo, se pensó que era exagerado disponer de dos oficiales para una tarea tan obsoleta. Se dispuso que fuese uno solo el encargado de dicha tarea, con la intención de que con el tiempo el incidente se olvidase y ya no fuera necesario montar guardia toda la noche. El policía de turno cumplía con sus habituales rondas en solitario todas las noches, pero al comenzar el invierno, pidió hacer las mismas desde dentro del edificio y ya no por la periferia. El pedido le fue concedido.

Un día, el oficial de turno escuchó ruidos que provenían del primer piso, mientras él se hallaba en el segundo. Baja hacia el lugar y conforme se acerca al pasillo de los laboratorios, los ruidos se escuchan con más fuerza. Al llegar al de biología, halla la puerta abierta. Pregunta en voz alta y autoritaria quién se encuentra allí. Muda respuesta. Entra con sigilo desenfundando el arma. Apenas cruza el umbral, escucha el violento cerrar de la puerta a sus espaldas y observa atónito como comienzan a volar tubos de ensayo, vasos de bohemia, mecheros, carteles y todo lo que pudiese ser lanzado. Se agachó y buscó refugio bajo una de las mesadas revestidas de azulejos blancos. Una vez allí, con los ojos cerrados soportó el ruido ensordecedor hasta que todo cesó. En ese momento, se levantó, corrió hacia la puerta, la abrió y huyó del lugar al tiempo que llamaba a la policía. Esperó en la entrada la respuesta a su llamado. El patrullero que llegó al lugar encontró al oficial aterrado en un ataque de nervios, por lo que llamaron a otro patrullero para que lo acercaran al hospital.

A la llegada del segundo patrullero uno de los oficiales se decide bajar para constatar lo sucedido. A sabiendas de lo relatado por su compañero, lo hizo con temor; vio la puerta del laboratorio abierta, el destrozo y también algo más, algo que lo hizo huir raudamente del lugar y no desear regresar por nada del mundo. Subió y le comentó esto a su compañero de patrulla, quien le creyó. Ambos se negaron a obedecer la orden que venía de la jefatura: bajar y montar guardia en la puerta del laboratorio. Ante la negativa de los mismos, en la jefatura, alguien de cargo más alto sospecha que sucede algo extraño y decide ir personalmente a poner coto al asunto. Así es que un tercer patrullero parte hacia el viejo edificio.

Cuando el sargento llega al IPOLL, le comentan que uno de los oficiales decidió bajar a ver qué sucedía, con intención de demostrar que no tenía miedo. El sargento decide bajar presuroso para alcanzar a su subordinado. Al pisar el primer piso, ve venir corriendo a su encuentro al oficial valiente, que viene disparando su arma y huyendo de una sombra oscura. El sargento desenfunda su arma y también abre fuego sobre aquella cosa, que ocupaba todo el amplio pasillo principal. Ambos trepan las escaleras y llegan desesperados a la entrada del liceo, temblorosos, agitados y blandiendo sus armas hacia el interior del edificio. A pesar de todo, nada más ocurrió.

Desde entonces la policía ha negado oficialmente todo lo sucedido, pero lo cierto es que hasta hoy no acceden a poner oficiales para vigilar siquiera el perímetro. Se cuenta que los funcionarios de limpieza no se atreven a bajar tarde en la noche por aquellos lares. Que a todos los profesores de ciencias se les exige que una vez culminada la clase, guarden todo lo utilizado en los respectivos cajones y armarios con llave y que no dejen absolutamente nada sobre las mesadas, ni siquiera un rígido mechero Bunsen. Se dice que a partir de este incidente, existe la orden de dejar todas las luces de todos los salones, pasillos y escaleras encendidas durante toda la noche, principalmente la del primer piso. Esta historia, que es bastante fiel a la memoria colectiva, tiene detalles que varían. Por ejemplo, en algunas versiones todo le sucede a un solo oficial y al lugar llega únicamente un patrullero. En otras, se dice que la historia es relatada en primera persona por un interno de la sala de psiquiatría del Hospital Regional Salto, y que, al indagar sobre dicho paciente, confirman de que efectivamente es un ex-policia.

* = chicos

(ANÉCDOTAS)

Verónica y Mónica, dos estudiantes del turno nocturno del liceo, afirman que una vez, al salir a la medianoche, sintieron ruidos de cadenas y estallidos en el laboratorio (el lugar del instituto que más leyendas acumula).

Al acercarse a mirar, descubrieron que los muebles en donde se guardan los instrumentos estaban abiertos, y una ventana aparecía abierta a pesar de haber sido cerrada por las propias estudiantes minutos antes. 

A la semana siguiente, las jóvenes volvieron a escuchar los ruidos de cadenas y al acercarse vieron una sombra. Las estudiantes no volvieron más al liceo y aseguran que jamás olvidarán lo sucedido allí.

Una ex funcionaria del IPOLL, que pidió que su identidad no fuera revelada, trabajó allí en el '85. Recuerda los comentarios en torno a los supuestos espíritus y comenta un caso que le impactó. Por aquella época quedó un funcionario de sereno, que debió quedarse todo enero mientras el liceo estaba cerrado. Cuando los profesores se reintegraron en febrero, el funcionario comentó los horrores que había pasado: gritos en la noche, lamentos, cosas extrañas. Ese compañero se suicidó a los pocos días de comenzar su licencia, y los restantes profesores recuerdan con pena no haber dado más importancia a sus relatos o contenerlo. 

Otra de las tantas historias que nos llegaron proviene de un ex estudiante que pide especialmente que no se mencione su nombre. "Respecto al liceo he escuchado esa historia y también alguna más reciente", nos cuenta. "En los laboratorios de química, hace algunos años, un profesor salió espantado luego que al intentar echar un líquido en un tubo de ensayo, el chorro se dividiera en dos y cayera en los costados, sin que entrara una gota en el tubo".

"Cuando yo iba al liceo", continúa, "se hablaba de un fantasma con nombre y apellido. Yo me he quedado en algunas ocasiones de noche en la Universidad -atrás del liceo- y también se oyen pasos y ruidos extraños durante la noche. Actualmente sólo quedan policías afuera del liceo, en el ala opuesta a los laboratorios".

Jelouuuu, itz mi.

Estoy segura de que algunos dirán: "conchuda, no subiste capítulo ayer, moríte". No pude porque tenía un cumpleaños de 15 y fui a la peluquería a las 5 (si chicos, me peino) y luego estuve vistiéndome y arreglándome xD. Además mi hermana no soltaba la PC :v

Este capítulo sería el de ayer, así que ahora subo el que sería de hoy, lol.

PD: ¿Vieron qué temporal se vino? A la concha. El viernes lo muy subnormales de mi clase abrieron las ventanas del salón (voy de mañana al liceo) y como las ventanas del lado izquierdo del salón no están bajo techo, empezó a mojarse todo. Encima no se daban cuenta x'D, y se armó tremendo desastre porque son tan estúpidos que cerraban la ventana pero dejaban la cortina del lado de afuera :v. Y me cagué toda con los truenos, degenme hen pas. Está pasando en TODO Uruguay, ¿no?

Apapachos con sabor a mentaaa

>>Romi<<

Cosas UruguayasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora