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Miraba por la ventana el frío clima que la cuidad tenía encima. Todos llevaban paraguas por si a las nubes se les ocurriera ponerse a llorar. Las cafeterías estaban bien frecuentadas, todos pidiendo un poco de cafeína para calentar sus cuerpos.
Yo estaba a salvo del frío gracias a la calefacción de la universidad. De hecho tenía un importante examen que dar y después podría irme en libertad. Pero a cambio de todo eso, estaba espiando al chico del jardín. En los días así, que está por caerse el cielo y la constante amenaza de lluvia, él siempre está ahí. Sentado en el césped, respirando como si fuese la mejor y más costosa esencia. Un aire de tranquilidad se ve por su moreno rostro, como si fuese el mejor momento de su vida.

Y algo me ocurría al verlo. Un cierto agrado por ver su escena.

El timbre sonó por toda la universidad, asustándome a mí y al chico del jardín.

Era hora de mi examen. Había muerto toda la semana estudiando y rezaba para obtener una buena calificación.

Miré por última vez al chico y al jardín, pero hubo un lapso donde rezé por el examen y el desapareció. Espero que no de el mismo examen, tenerlo ahí me distraería mucho.

Estando ya en la sala dando el examen, estaba inmóvil. Estudié tanto para esto, porque esta prueba vale la mitad de mi promedio para pasar de año. Y todo esa semana, puta semana, fue en vano porque el chico, cuyo nombre es Park Jimin, estaba en la misma sala respondiendo el mismo examen.

Me quedé mirándolo gran parte de la hora. Incluso me gané miradas enojadas del profesor a cargo de supervisar.

Es que él era perfecto. Al menos yo lo veía así, con piel resplandeciente y ese tono en su piel.

El profesor me mantuvo la mirada fija, por varios segundos, dándome cuenta muy tarde que había sido pillado.

—Yoongi, dígame algo —se cruzó de brazos mientras esperaba seguramente a que los demás alumnos se sumarán a la cruel broma—¿Le intenta copiar a Park o es que le gusta?

Abrí mis ojos con asombro, sin ser capaz de mirar al dueño de mis miradas discretas de cada día, que estaba atento a todo esto. Sus orejas se elevaron como las de un perrito para escuchar mejor.

Maldito imbécil. Ahora quedé al descubierto frente a los ojos del chico. Ya me exhibió.

—N-no profesor, no es eso —murmuré nervioso—. Lo siento.

Entonces miré a Park  Él me estaba mirando fijamente, sin vacilar ni un poquito, entonces me sonrió.

¡Park me sonrió, hijos de la gran puta!

Mi ánimo subió tanto que terminé la prueba en dos minutos, sabiendo que conocía cada respuesta exacta de cada pregunta correspondiente. Al terminar las tres planas del exámen me levanté victorioso del asiento para correr hacia donde estaba este estúpido chistosito. Estaba tan emocionado que al correr caí de frente y justo al lado de Park.

Qué puta mala suerte tengo.

Soltó una risita tapándose su carita de niño tierno. Es un tonto, ¿acaso no sabe que conseguiría la paz mundial con sólo sonreír?

—Hyung es un poco tonto —me sonrió de nuevo. No, detente que me matas—. ¿Podrías verme a la salida, Yoongi hyung?

Asentí y salí corriendo hecho viento para entregar el exámen.

💜

Unos minutos después estaba esperando a Park donde siempre se recuesta, justo ese árbol en él dormía todas las tardes.

De la nada el estaba caminando a paso lento hacía a mí. Una sonrisa se dibujó en su bella carita, una que se iluminaba e incluso en un día lluvioso.

Joder, parezco enamorado.

—Yoongi —me gritó desde lejos aún.

El niño de tomaba su tiempo en serio. No sé si era gracioso verme ansioso o qué, pero caminaba como entrada de estrella de Hollywood.

—Jimin —saludé cuando al fin llegó junto a mí—. ¿Qué tal tu exámen?

Se encogió de hombros.

—Estudié mucho pero estuvo bien —dijo con total seguridad—. ¿A ti?

Me miró fijamente. Podía sentir sus ojos clavándome en los míos.

—Espero que bien —sonreí—. ¿Querías hablar conmigo?

—Sí —soltó una pequeña risita y negó como si fuese lo más divertido.

Amo la forma en la que todo se ilumina cuando él sonríe.

—¿Te gusta el helado? —preguntó levantándose del césped. Lo imité y limpié mi trasero por si había quedado teñido de verde por el pasto.

—Sí, me gusta —dije.

Agarró mi brazo y caminamos en silencio, unos pocos pasos porque frente al campus había una concurrida plaza y siempre habían helados y muchas cosas para comer.

Jimin caminó directo a un carrito de un anciano muy tierno. Pude mirar la conocida cadena al otro lado de la calle, con sabores conocidos y algunos gourmets también. Sin embargo, él prefería un humilde carrito a mal traer.

Sonreí mirándolo.

Lo sabía.

—Queremos dos helados, por favor —habló el menor con una voz cálida.

Con conos en mano, caminamos pasitos hasta sentarnos en el pasto nuevamente y empezar a comer con tranquilidad.

—¿Qué querías hablar? —insistí.

Encogió sus hombros y sin molestarse en responder luego, siguió comiendo su helado sin apuros.

—Quería saber como fue tu exámen, supe que pronto vas hacer tu tesis —murmuró sin mirarme.

—¿Sólo eso? —comí otro poco de helado mientras no me atreví a mirarlo.

—Sí —soltó una risita, sintiéndome un idiota pero al menos tuve la oportunidad de salir con él—. A menos que tú quieras decir algo.

La tensión creció. Me miraba, fijamente, esperando algo de mí cuando sí apenas lo miraba desde lejos esperando yo un golpe de suerte.

—Yoongi, m-me voy —hizo pestañar sus ojos y sonrió de lado—. Tengo que estudiar para la próxima prueba.

—Sí, igual yo —murmuré.

Disfruté del helado por última vez y me levanté también.

—A la próxima pagas tú —rió.

Caminamos hacia el campus nuevamente y una vez dentro, fuimos a nuestras aulas. Ese día no pude dejar de pensar en él y al otro no sabía nada en la prueba.

KEEP ME FEAR ✿ YOONMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora