Absuelto en una realidad casi imaginaria;
contrariada impetúamente por los designios de mi pasado,
y acomplejada por la inestabilidad mi futuro...
El miedo invade cada rincón
de mi flacido ser,
me agobia...
Pero ante ti.
Se desvancen las más duras contradicciones,
cuando con sigilo embarco a tu mirada;
como cuando por atrevido me dirijo hacia tus labios y en el accionar de mis destellos cerebrales redirigo mis fubliales deseos a tu mejía...
Tú, querida
haces que mis palabras se gasten,
y que la pluma en mi mano se ponga tenza;
y es que en el fondo tus ojos tan negros
me enjaulan en la prisión del placer
de sentirse apreciado.
Es mi deseo por siempre
ser tu cautivo,
y extasiar a mi alma
en el ferviente momento
de soltar un Te quiero.