Sofócame en tu labios de mujer;
entreabre mi corazón y deja que tu latido me dé vida.
Haz oírme a las aves de este amor
que en tu susurros cantan.
Dejame sentir el vértigo de amarte.
Arrebata mis pesares;
y envíame un poco de vida
en las profundidad de tu mirada.
Coloca tus colores en los grises de mi cielo; y pon tu olor en cada una de las flores de mi flácido jardín.
Alegra a mi alma
con tu sonrisa matutina,
y viste de calor a mis sentimientos
recién resucitados.
Dame de tu amor,
aunque muera después
cuando ya no te tenga;
dame tu néctar,
aunque muera de sed
cuando se expiren tus fuentes.
Dame de ti
lo que haz de darme,
aunque cuando te vayas
tus recuerdos me inmolen.
Pero alegrame ahora;
vivamos el instante;
besemos los segundos
que han de ser nuestro;
y después lloramos
por esas tardes de nostalgías,
por esas noches de estrujamientos
de rencores, de arrepentimiento.
Pero que sea después,
cuando por azares del destinos
quizá no estemos juntos;
cuando quizá aquél
que logre poseerte
te devengue un Te quiero,
y te bese las manos,
con un muy singular parecido
a mi recuerdo...
