Circulan la brisas de este amor,
frente a un mar de sueños y porvenires;
suspiro por un junio que viene muy pronto;
por un sonrisa que declara a mi oído
que las faenas de esta historia,
que no quiero que termine,
han de traer consigo una carreta
llena de emociones y pesares.
Aún no consivo la idea
de este sueño inilusorio
que contradice todas mis
bestiales realidades;
aún no comprendo la magnitud
de tu mirada, y me encanta
perderme en el fondo,
que tampoco aún no encuentro
y que jamás encontraré.
Recuerdo cuando frente al océano inmenso,
resbalanban mis manos por tu cintura,
y tu cabello largo revoloteaba
a causa de la brisa de este amor;
traímos con nosotros
nuestro olor impregnado;
mis labios desgastados de rozar tanto tu piel,
se enjubilaron ante el néctar de tu Venus;
transtornados, locos, absortos
en un mundo de dos;
donde el cielo sólo estaba allí por nosotros,
donde el sol sólo brillaba por nosotros,
donde el aire se envolvía en oxígeno sólo por nosotros... Un mundo un poco egoísta pues sólo era de nosotros...
Recuerdo tus ojos,
que de un momento a otro se volvieron
cafés en vez de negros;
recuerdo que lanzabas tu mirada
hacia el horizonte;
que te tomé por la espalda;
te acarié tus hombros,
te besé tu cuello,
repuse una buen parte de mi amor
sobre tu mejilla; y al final redirigiste
tu mirada, sonreíste y exaltada aún en ese
inequívoco pensamiento, no fue necesario articular una expresión, ni tan siquiera una palabra;
pues tu mirada, tu sonrisa, tu olor,
tu cabello, tus manos, tu cuerpo, ¡tu alma! me lo decían todo, todo... Yo sabía que rebosabas de locura, de amor, de pasión, de deseo...
Todo me lo confirmaste con un beso, y yo te embarque mi confirmación en una mirada...
En ese momento,
a la orilla vacía de un playa;
donde la luz se refleja en nuestras frentes;
donde al parecer nuestras cargas
naufragan ya en la profundidad de las saladas aguas;
allí solos, empedernecidos ante las acciones de una locura inmediata;
poseídos por el demonio de este amor;
nos encontrabamos tan fragilmente seguros; arraígados a un futuro al cual se le restaba importacia ante la inmensidad del presente y la fulgocidad de un pasado que se encontraba en trance...
Allí estabamos como dos almas
que encontraron la una en la otra,
un purgatorio y un cielo; y al vez un infierno... Allí estabamos locos, locos, ¡locos! y enamorados.
