Capítulo 1 "Nuevo empleo"

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El aroma del pan recién tostado y los huevos fritos le dieron la bienvenida cuando bajó las escaleras al primer piso luego de despertar de su sueño, aquel que provocó que sus cabellos se esparcieran a distintos lados y su mejilla tuviera una ligera marca rosácea provocada por la almohada. A veces dormir era uno de los mejores placeres de la vida, incluso cuando esta te daba una patada en el culo, dormir te hacía sentir un poco mejor y científicamente estaba comprobado que ayudaba a disminuir niveles de estrés y otras tantas cosas que beneficiaban tu organismo, aquel que parecía a veces estar más cerca del lado de los muertos que de los vivos, de esas ocasiones en que estabas dispuesto a recibir con gusto un desmayo con tal de poder dormir cuando no podías hacerlo de forma consciente porque tenías cosas que hacer –ya le había pasado cuando estudiaba-; en pocas palabras, le gustaba dormir.

Su estómago gruñó y sonrió mientras acariciaba su vientre antes de tomar asiento en la mesa con buen humor.

Era una mañana cálida como venían siendo desde que entró el mes y eso significaba que habría salidas divertidas más adelante posiblemente a la playa cuando el calor se volviera más fuerte, aunque en esos días podía salir cómodamente a otros lugares para disfrutar de una tarde y noches agradables con sus amigos.

Un plato fue puesto frente a él, al igual que un vaso con jugo de naranja y no tuvo que esperar a que le dijeran que podía empezar a devorar sus alimentos -hoy llegaré tarde, tengo una cita para comer después del trabajo- dijo mientras masticaba parte de los huevos fritos y metía un trozo de salchicha a su boca con ayuda de sus palillos para luego sumarle un poco de pan tostado, haciendo que sus mejillas se vieran abultadas de un momento a otro.

-¿Lo de siempre?- preguntó el mayor y el otro asintió –no te llenes tanto la boca Kyuhyun-ah, parece que te crié sin modales- lo reprendió mientras dejaba el sartén en la estufa y se quitaba el delantal para tomar su desayuno junto al menor.

-Lo siento, es que todo está delicioso y tengo mucha hambre hyung, debes ser más comprensivo- hizo un pequeño puchero con sus labios en señal de queja y el pelinegro rodó los ojos.

-Manipulador- soltó para luego sonreír, el menor siempre sabía qué decir para salirse con la suya, tal parecía que le había enseñado bien.

Kyuhyun vivía con Heechul desde que tenía 15 años luego de que sus padres fallecieran en un accidente de auto y aunque eran tío y sobrino, su relación era similar a la de hermanos, siendo que el mayor le llevaba solo nueve años de diferencia. Su madre tenía 21 años cuando lo tuvo y en ese entonces, su único hermano –Heechul- tenía 9 años... si, a sus abuelos les había fallado sin querer en uno de sus días de intimidad o bueno, él lo creía así, porque era demasiada diferencia la que se llevaban, aunque ya le había tocado conocer casos así en el lugar donde vivía, pero en Corea era distinto o él lo recordaba así.

Luego de que recibiera la noticia sobre sus padres, Heechul se acercó a el para hacerse cargo de su persona a pesar de que el mayor apenas tenía 24 años en aquel entonces. Su padre era hijo único y su madre solo tenía a He, así que este último tomó el rol de su figura materna-paterna, y se encargó de cuidarlo junto con sus abuelos cuando eran jóvenes, hasta que el mayor se mudó a América, llevándoselo junto con el, porque los abuelos ya estaban muy mayores y el pelinegro dijo que estarían bien siempre que estuvieran juntos.

El castaño llegó al país extranjero cuando tenía 17 años, donde terminó sus estudios e ingresó a la universidad en un campus de Los Ángeles gracias al dinero que habían ahorrado sus padres, dinero de los abuelos, Heechul y ganancias de un empleo de medio tiempo que había conseguido; sabía que no era barato, pero le habían dicho que debía aprovechar que tenía oportunidad de estudiar y así lo hizo.

Nunca fue un mal estudiante y aprovechó todas las oportunidades que se le brindaron, sabía que no muchos tenían oportunidad de aprender en el extranjero y quiso sacarle el mayor provecho a todo lo que podía, además de que conoció personas interesantes similares a él con el tiempo, que le ayudaron a adaptarse.

Cuando terminó de desayunar, Kyuhyun se vistió y se cepilló los dientes para luego molestar con un beso a Heechul en la mejilla antes de ir a la cochera para buscar su vehículo.

Vivía en una casa de dos pisos que Heechul había comprado y a veces se preguntaba si no hacía negocios ilegales en su estética. El mayor era estilista y había abierto un negocio cuando recién se instalaron, pero no solo cortaba el cabello, sabía que muchas mujeres le pedían consejos sobre belleza, moda y hombres... si, aquel hyung era conocido como "el gran Heechul", por ello no le pareció extraño que su ego se inflará hasta las nubes de un tiempo a otro; pero tenían razón. La vivienda también podía deberse a que el novio del pelinegro le ayudó a terminar los pagos, aunque este tuviera un departamento en otra área de la ciudad que era de su propiedad, pero normalmente se quedaba en la casa con ellos dos, siendo que tenían una relación casi de casados solo que sin papeles de por medio. Le agradaba el sujeto.

Esa mañana no se había aparecido y asumió que era por que había ido a atender el gimnasio que tenía; Hankyung era un entrenador personal en el mismo y por lo general le gustaba tener todo en orden a pesar de que se viera como un sujeto relajado que iba por la vida sin preocupaciones, pero era solo en apariencia, porque lo conocía bien y sabía que era un persona responsable y madura como se esperaba de su edad.

Presionó el botón de la cochera para que la puerta empezara a subir antes de salir y se montó en su vehículo. Apretó los nudillos y sonrió al escuchar el ruido del motor de su motocicleta Harley Davidson Street 750 de color negro... transmisión de 6 velocidades, peso ligero, fácil manejo para las curvas y obstáculos, y frenos de disco único con mordaza de pistón doble para mejor frenado... amaba a esa máquina y estaba seguro de que valía más que su propia vida, pero nunca había averiguado, después de todo, fue un regalo que le dieron el año pasado sus clientas. Tenía alrededor de tres años con ellas y le sorprendió cuando además de un lindo pastel, le habían llevado una motocicleta que cubrieron con una manta para que fuera una sorpresa; siempre le habían gustado las motos, solo que la que tenía antes ya estaba vieja debido a que la tenía desde hace años, aunque luego de tratar de negarse –debido a que era algo costoso-, aquellas mujeres insistieron y le dijeron que el esposo de Susan era uno de los principales encargados de la compañía que las fabricaba en el país, así que no había tenido un precio muy distinto a una motocicleta cualquiera.

Amaba a esas mujeres.

Se puso el casco y salió de la cochera para echarse a andar por las calles para ir al lugar donde trabajaba, mientras esquivaba autos por las calles y aceleraba más para luego ver todos aquellas figuras definidas convertirse en formas amorfas de colores a su paso.

El viento golpeaba su cuerpo y la piel de sus brazos al igual que los rayos del sol que parecían intensificar su calor conforme las horas avanzaban. Siguió conduciendo y pronto vio aquel edificio que se extendía en lo alto con cristales que reflejaban los colores circundantes y en muchos casos aquel cielo sobre su cabeza, de cierta forma era como si este estuviera al alcance mientras te acercabas a aquella edificación. Se dirigió al estacionamiento subterráneo y dejó su motocicleta antes de tomar el elevador del lugar para llegar al piso 7.

Saludó a uno de sus compañeros que trabajaban en un área distinta a la suya y fue directo a los vestidores para prepararse porque ya casi era hora de empezar. Se sacó la camiseta azul marino con letras de colores que llevaba puesta y desabrochó su pantalón color negro para sacárselo, dejando ver en su cadera un tatuaje de una frase con tinta negra que se había hecho un par de años atrás. Como estaba en el vestidor no le importó quedarse solo en ropa interior mientras tomaba un shorts del casillero y se lo ponía antes de dejar sus pertenencias en el interior y cerrarlo, para después acercarse al termostato del lugar y subir un poco la temperatura para que fuera más cálida de lo normal tanto en el salón como en el agua.

Su piel blanca resaltaba con aquel color rojo de lo único que vestía, al igual que sus cabellos con aquella mezcla de tonos rojizos, naranjas y marrones que Heechul había creado para el unos meses atrás luego de que se cansara de usar el tono rubio que había llegado luego de tener el cabello pintado de un color lila platinado. Siempre le había gustado cambiar su estilo de cabello y He siempre estaba dispuesto a llevarlo a cabo, quizás era por estar viviendo tanto tiempo con el mayor que había tomado gusto por ello, después de todo, el pelinegro cambiaba de color de cabello casi como lo hacía de ropa, pero el mayor era un hombre vanidoso que cuidaba su apariencia así que tenía sentido, sobretodo si era el encargado de mejorar la imagen de sus clientes cuando estos iban a verlo.

Sonrió al ver a aquellas mujeres llegar varios minutos después con sus ropas listas, mientras estaba sentado en una silla y les indicó que tomaran su lugar con sus tapetes de yoga cerca del área de la piscina para poder comenzar con el calentamiento antes de entrar al agua para evitar que sus músculos se acalambraran o pudieran tener inconvenientes.

No era un instructor sino un fisioterapeuta, pero había elegido aquellas rutinas por que ayudaban a que las abuelas mejoraran en la flexibilidad y que sus músculos fueran un poco más resistentes en distintas situaciones. El yoga les gustaba y era una forma de trabajar distintas áreas en las que tenían problemas, de una manera suave sin mucho esfuerzo y presión, que tenía repercusiones favorables además de que las ayudaba a relajarse.

-Cariño, necesito ayuda- le llamó una de ellas y sonrió mientras se acercaba, y las demás seguían haciendo la posición que les había pedido.

-Déjame ver...- murmuró mientras le ayudaba a colocar bien sus brazos -¿se ha hecho algo Antonella?- preguntó sin importarle no ser más formal con ella debido a su edad, hablándole como si lo estuviera haciendo con cualquiera de sus amigos –se ve más linda que la última vez, no me diga que me está engañando con alguien- agregó frunciendo ligeramente el entrecejo.

-¿Cómo podría, cariño?- sonrió con diversión al escuchar sus palabras –es solo que pedí que me hicieran un tratamiento en el cabello- agregó mientras movía aquellos hilos cortos de tono castaño claro.

-Ah, con que era eso- respondió mientras asentía ligeramente con la cabeza –apuesto a que varios hombres la voltean a ver en la calle, así como yo- la vio sonreír y un ligero rubor se posó en sus mejillas como si se tratase de una chiquilla apenada.

Kyuhyun acostumbraba coquetear de esa forma con ellas y estás también lo hacían, pero era parte de la relación que llevaban, aunque sonara poco profesional por llamarlo así. Vivir con Heechul y compartir tanto tiempo con aquellas personas que llamaba amigos, le habían hecho convertirse en una persona muy extrovertida, de trato fácil, que podía hablar con un desconocido como si fuera un viejo amigo, por lo que cuando empezó a trabajar y conoció a las abuelas, pudo llevarse bien con ellas, además de que todas ellas eran encantadoras.

Había vivido parte de su vida con sus abuelos, aparte de que cuando sus padres vivían solían visitarlos seguido, así que no le era difícil llevarse bien con personas mayores como a muchos parecía dificultárseles o provocarles cierto grado de presión. Le gustaban esas mujeres.

-Es hora de entrar al agua, tengan cuidado y vayan a las regaderas- les indicó luego de hacer ejercicios alrededor de treinta minutos.

La piscina no era muy profunda, apenas les llegaba por debajo de los hombros de ellas -más o menos a la altura de su pecho-, así que no era necesario que se mojaran completamente, pero a algunas les ayudaba con ejercicios básicos de natación para que trabajaran un poco distintas áreas, como eran las piernas y brazos principalmente, aunque siempre les ayudaba con un chaleco salvavidas para evitar accidentes –en el caso de las que tenían mayor problema con las piernas-, y poder dejarlas solas por si alguien más lo necesitaba.

No tenía muchos conocimientos de hidroterapia, pero la temperatura cálida ayudaba a que los músculos se relajaran, además de que al estar en el agua se podían mover con mayor facilidad debido a que el líquido volvía sus cuerpos más ligeros y les permitía una mayor movilidad que cuando estaban fuera de ella.

Se metió bajo la regadera luego de que estás terminaran de enjuagarse y se mordió el labio mientras les lanzaba una mirada sexy a sus mujeres enfundadas en trajes de baño de una pieza antes de empezar a dejar que el agua y sus manos recorrieran su cuerpo de forma tranquila para que acariciara cada fibra de su cuerpo.

A ellas les gustaba verlo con poca ropa y a él no le importaba, en realidad le gustaba hacerlas felices y hacerlas sentirse especiales, así que si eso ayudaba, no le importaba que pudieran pensar los demás. Aunque su relación pudiera verse un poco extraña, en realidad él las veía como parte de su familia aunque no lo fueran, así que no le importaba si lo tocaban o lo abrazaban y todas esas demostraciones de afecto que le brindaban, al igual que a la inversa.

-¿Me veo atractivo?- cuestionó mientras peinaba su cabello empapado hacia atrás y el agua resbalaba por su pecho luego de cerrar la llave de la regadera, paseándose por aquel lienzo blanco con pequeños botones rosados que conformaban su torso -¿creen que pueda llegar a filmar un comercial de jabones para baño en el futuro?- agregó y las vio sonreír para luego escuchar un "por supuesto, ¿a quién no le gustaría ver a un joven tan atractivo bajo la regadera?"

Le gustaba hacerlas reír.

Cuando las ayudó a entrar a la piscina se quedó un momento afuera y les indicó los ejercicios que harían, algo así como una clase de aerobics, pero que en lugar de buscar reducir tallas, buscaba ayudarlas a aliviar distintas dolencias que las aquejaban en algunas ocasiones debido a la edad y su salud.

No tenían nada muy grave, pero algunas habían tenido problemas de rodilla o cadera, y ese tipo de situaciones que en muchas ocasiones les ponían trabas, así que su deber era ayudarlas a aliviar esos dolores de la manera que creyera más conveniente y se adecuara para cada una de ellas, aunque había hecho una rutina general para aprovechar mejor el tiempo y dedicarse a ayudarlas de forma personal cuando terminaban los ejercicios.

Luego de terminar dejó la música de la grabadora encendida y se arrojó a la piscina para ponerse manos a la obra.

-No toque la mercancía halmoni- fingió molestarse y la miró –es una picara- y sonrió con diversión, Sun Hee le había pellizcado el trasero mientras estaban dentro del agua y supervisaba que estuvieran haciendo su rutina personal de ejercicios con cuidado.

-Yo atrapaba a jóvenes como tú en mi juventud- rió la mujer de unos cuarenta y tantos.

Sun Hee era americana pero sus padres eran coreanos, así que a veces le llamaba halmoni a diferencia de las demás, siendo que muchas de ellas eran de otros lugares pero todas habían acabado viviendo en Estados Unidos, algo similar a su caso.

-Estoy seguro de que me habría podido seducir aunque le vaya al partido contrario- dijo, siendo que ellas ya estaban al tanto de sus preferencias.

Nunca había ocultado que le atraían los hombres, las personas eran más abiertas de mente en ese lugar que en su país de origen, así que no vio razones para ocultarlo, aunque normalmente nadie lo notaba a menos que se los dijera, como había ocurrido muchas ocasiones en la universidad cuando algunas compañeras y universitarias andaban detrás de él sin saber que nunca se fijaría en ellas sin importar lo que hicieran, aunque siempre podían haber excepciones...

-Eso lo hace más divertido, ¿no crees?- agregó con diversión -¿has estado haciendo ejercicio?-

-Si, he estado haciendo sentadillas para tener más firmeza, ¿se nota?- preguntó con curiosidad, no valía la pena que se esforzara en algo si no iba a servir para su cuerpo.

-Deberías darle las gracias a la persona que te recomendó eso- respondió como afirmación.

-Lo haré- se rió y la dejó para ir a ayudar a las que estaban teniendo dificultades.

¿Por qué había estudiado fisioterapia? Había visto a su abuelo batallar con una de sus piernas en varias ocasiones a lo largo de los años y recordaba que Heechul le había mencionado que su padre se había lastimado cuando joven, y que desde entonces cuando la temperatura bajaba le volvían algunos dolores en la misma, así que una cosa llevó a la otra.

Sabía que a su abuelo no le gustaba estar tomando fármacos cada vez que sentía dolores y había investigado si había alternativas para ayudarlo y fue cuando encontró que existía la fisioterapia, que se encargaba principalmente de auxiliar a los pacientes con la ayuda de distintas terapias y ejercicios que ayudaban a que el dolor disminuyera y pudiera ser más llevadero en sus vidas.

Así que luego de estudiar, quiso ayudar a las personas del rango de edad de su abuelo, por que se había dado cuenta de que en muchos casos existían lugares que normalmente eran frecuentados por jóvenes deportistas o personas que rondaban los 30s, así que se preguntó ¿por que no ayudar a los mayores? Había visto a muchas personas de edad avanzada teniendo dificultades y parecía haber muy pocos lugares que les brindaban servicios que pudieran ayudarlos con aquellos problemas que se presentaban con frecuencia en su vida diaria mientras hacían cosas cotidianas.

El edificio donde trabajaba, contaba con áreas de spa, entretenimiento, un pequeño consultorio de un nutriólogo y áreas donde brindaban clases de baile –para ejercitar- y yoga para personas de todas las edades, aunque la clientela normalmente eran mujeres que estaban en sus veintes o treintas. No había sido fácil que le dejaran buscar clientela de mayor edad, siendo que no era un público muy activo, pero luego de que le dijeran que si encontraba clientes le harían un espacio especial, había salido a entregar volantes que había hecho con ayuda de su amiga Amber y así había terminado conociendo a "sus amantes".

Cuando pasaron casi las tres horas y media de la clase, les ayudó a salir a cada una de la piscina y les pidió que se recostaran con cuidado en sus tapetes de yoga para que se relajaran la última hora mientras les ponía música suave. Por lo general, cuando la clase estaba a punto de acabar hacía aquello para que descansaran un poco antes de irse, además de que les ayudaba con pequeños masajes mientras tanto, en aquellos lugares que les hubieran estado molestando esos días, así que al final terminaba arrodillándose a un lado de una en una para masajearle las piernas para ayudar a la circulación, los brazos, espalda, cadera, etc., y se divertía con aquellos comentarios que soltaban como "que sabía complacer a una mujer" y cosas similares que el terminaba respondiendo de la misma manera.

-Beatriz, dele las gracias a su hija por el traje de baño- le gritó mientras salían del lugar y las despedía moviendo su mano. La vio sonreír y asentir, y volteó a ver a su acompañante de ese día, ¿Qué tan ético era salir con una de sus pacientes? Estaba seguro que debía haber algo sobre ello en alguna parte, pero poco le importaba.

Esperó a que se vistiera luego de que él lo hiciera y le puso un casco con cuidado luego de que bajaran al estacionamiento para buscar su motocicleta -más tarde podrían volver por el auto de ella-. Le dijo que se abrazara con fuerza a su cintura y le pidió que si sentía algo extraño mientras iban en el camino le avisara ya que no quería que pudiera lastimarse por su culpa, aunque hasta ese momento ninguna había tenido problemas al haberlo acompañado. A todas les gustaba hacer cosas "peligrosas" de vez en cuando como cuando eran jóvenes y él les decía que no debían frenarse de hacer las cosas que les gustaban solo por que tenían un par de años más que otras personas o se iban a arrepentir; era un poco irónico que el lo dijera, pero la vida le había enseñado un par de cosas.

Habían llegado a un restaurante a varias manzanas de distancia y dejó que Muriel ordenara, a veces a las mujeres les gustaba tener el control y él estaba complacido en cederlo siempre que se tratara de ella y las demás.

Hablaron sobre cosas comunes mientras comían y la escuchó atentamente; la verdad era que muchas de ellas no veían muy seguido a sus hijos debido a que estos habían hecho su propia vida por otros rumbos o vivían en otros países, así que de vez en cuando necesitaban hablar de algunas cosas que acostumbraban hacer con ellos y que no hablaban con sus parejas, así que disfrutaba esos momentos por que sentía que le tenían confianza y cariño.

En muchas ocasiones ellas le veían como si fuera su nieto o uno de sus hijos y él las veía como familia, porque aunque fueran personas desconocidas se estimaban a pesar de que su relación hubiera comenzado como un trabajo, pero era difícil no encariñarse con ellas cuando prácticamente eran "un pan de dios" como dirían; eran amables, cariñosas y alegres, así que de cierta forma aquel ánimo que ellas siempre tenían se le había contagiado con el tiempo.

-Un hombre debe pagar la cuenta- le dijo cuando vio que iba a tomar su bolso luego de que hubiera llegado el momento de retirarse.

-Está bien si yo lo hago- le sonrió.

-Déjeme insistir, yo lo haré y si se siente mal por ello, a cambio debe prometer hacer sus ejercicios en casa, ¿está bien?- la miró formando un pequeño puchero con sus labios y cuando la vio asentir alegre, sonrió ladino y le entregó el dinero al camarero.

Siempre era bueno motivarlas.

Un extraño doctor en la casa del primer ministro {YeHyun/KyuSung}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora