9.

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-¡VIRGINIA! Ya está aquí Marina- grita su madre.
-¡YA CASI ESTOY!-responde ella desde el baño.
-Pasa cariño, ven hasta la cocina. He preparado magdalenas. ¿Te apetecen?
Mientras su amiga está en la.cocina con su madre, ella se retoca los ojos con el perfilador. Se ha puesto unos vaqueros ajustados, una blusa blanca, suelta y transparente por la espalda y unas sandalias. No se ha pintado demasiado, un poco de base, la línea de los ojos y brillo de labios. Sale y va a su cuarto. Coge el móvil y comprueba que no tiene ningún mensaje. Se siente desilusionada. En el finde esperaba una disculpa por parte de Hugo. Pero el viernes en el momento en que vio que ella seguía enfadada también la ignoro y se fue con Alba y sus amigas. Y no le dirigió la palabra. ¿Tanto le costaba disculparse? El que la cagó fue él y aunque ella no le dirigió la palabra tiene que admitir que se aburrió en clase. Es una bobada, pero echó de menos las bromas pesadas y los comentarios absurdos del chico. Y creía que quizás se disculpara por WhatsApp o que le preguntaría por su asistencia esa noche. Pero no hizo ninguna de esas cosas. Y aunque (no sabe por qué) le jode, tiene una cosa clara: si él es orgulloso, ella lo será el doble. Y con ese pensamiento baja las escaleras para encontrarse con su mejor amiga, que le lanza un montón de piroposs y tras despedirse de sus padres, se van a disfrutar de esa noche.
Tienen que coger el autobús. Van a ir a un restaurante muy bonito al lado de la playa y además cerca hay un par de pubs y una discoteca.
-¿Te ha hablado?- le pregunta Marina.
-No, pero me da igual. ¿Tú qué tal con Diego?
Marina sabe perfectamente que no le da igual, pero no quiere insistir y amargar la noche, así que le cuenta lo simpático y divertido que es Diego con ella.
-Ay tía, ojalá nos sentaramos así en todas las clases.
Virginia pone cara de horror al imaginarse a todas horas sentada con Hugo. Aunque a una pequeña parte de ella no le disgusta tanto esa idea.
-¿Y Alejo no viene con nosotras?- dice Virgi mientras mira a un par de chicos que se suben al autobús.
-No, me avisó antes de que llegara a tu casa de que le había surgido algo.
-¿No lo has notado extraño?
-No sé, a lo mejor es que quedó con Emma e Inés, ya sabes que a él no le caen muy bien algunas personas de clase.
-Ya, la verdad es que sí. Aunque también tendrían que haber venido ellas dos, deberían estar con nosotras en clase.
-Ya sabes que Inés quizás si habría venido, pero las dos sabemos que Emma no habría podido.
Virginia asiente tristemente mientras observa como los dos muchachos se sientan en los asientos contiguos. Serán uno o dos años mayores, pero están bastante bien y no les quitan el ojo de encima.
-Mira a estos dos-susurra mientras le golpea el brazo a su amiga.
-No están mal, pero me quedo con Diego.
Virginia pone los ojos en blanco.
-Y tú no hagas eso, que las dos sabemos que prefieres a Hugo.
Mira aterrorizada a su amiga y susurra: "Ni borracha perdida"
Cuando llegan a la parada, los chicos bajan tras ellas pero los pierden de vista al llegar al restaurante. Ya están casi todos ahí. Sólo faltan los cuatro mosqueteros.
Deciden sentarse y esperarlos en la mesa. Marina deja un hueco a uno de sus lados para Diego y Virgi se sienta al otro lado enfrente de Fernando. Es un chico de la clase que siempre le ha caído bien, tanto él como los demás amigos que forman su grupo por lo graciosos que llegan a ser.
Justo cuando se está riendo de uno de los comentarios hechos por Luchas, uno de los chicos de enfrente, alguien se sienta a su lado. Mira a su derecha. Y resopla. No piensa dirigirle la palabra. ¿Qué se cree Hugo? ¿Qué por qué esté sentado a su lado durante toda la cena se verá obligada a hablarle? No conoce a Virginia Ponte todavía.

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Tú me enseñaste a volar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora