Capitulo 6

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Aquello provocó un cambio en su relación.

La intimidad obligada que compartieron aquella noche no los acercó. En vez de eso, creo un abismo de inquietud entre ellos. Su conversación de la mañana siguiente fue entrecortada, y evitaron mirarse directamente el uno al otro, y sus movimientos eran torpes.

Taciturno y retraído, Sasuke le hizo unas muletas con un par de ramas, y Naruto se lo agradeció inmensamente. Le permitían moverse. Ya no tendría que continuar confinado a la camilla.

Cuando le dio las gracias, el moreno se limitó a asentir y, un minuto después, se marchó al riachuelo a buscar agua.

Mientras él estuvo ausente, el rubio aprovechó el tiempo para acostumbrarse a las muletas y aprender a caminar por el claro.

-¿Cómo tienes la pierna?-le preguntó Sasuke al volver.

-Muy bien. Me he limpiado con agua oxigenada y me he tomado otra píldora de antibiótico. Creo que se me va a curar.-

Bebieron del termo por turnos, y aquello pasó por el desayuno.

Después, Sasuke dijo:

-Será mejor que comencemos a organizar hoy el vivaque.-

Al despertarse, todo estaba cubierto de nieve. Aquella primera nevada era señal de que el invierno más crudo no tardaría en llegar. Era vital que tuvieran un refugio que usar hasta que los rescataran.

-¿Cómo puedo ayudar?-preguntó el ojiazul.

-Corta esa chaqueta de ante en tiras-le dijo él.

Señaló con la cabeza hacia la cazadora de una de las víctimas del accidente mientras le tendía un cuchillo.

-Necesitaré muchas para atar los palos unos con otros. Mientras tú haces eso, yo iré a ver si tenemos algo de comer.-

El menor le miró sin comprender, y él se los explicó:

-Ayer puse unas cuantas trampas.-

Naruto lo miró con aprehensión.

-No irás lejos ¿verdad?-

-No demasiado lejos-respondió Sasuke, echándose el rifle al hombro mientras se metía en el bolsillo una caja de munición-. Volveré antes de que haya que avivar el fuego. Ten al alcance el cuchillo y el rifle, no he visto huellas de oso, pero nunca se sabe.-

Y con aquello, se dio la vuelta despareció entre los árboles.

Naruto se quedo allí de pie, apoyado en las muletas con el corazón acelerado de temor.

¿Osos?

Después de un momento, sacudió la cabeza para forzarse a reaccionar.

-No seas tonto-se dijo-. Solo te ha contado eso para asustarte.-

Entonces comenzó a rasgar con saña la cazadora de ante para intentar distraerse.

El estómago le rugía de hambre, y tuvo que beber agua varias veces para intentar aplacar el dolor. Sin embargo, el hecho de beber tanta agua provocó otro problema. Tuvo que levantarse nuevamente y, con ayuda de las muletas, buscó un sitio donde aliviarse.

Estaba en proceso de desabrocharse nuevamente el botón del pantalón cuando oyó un movimiento cercano.

Movió la cabeza hacia el lugar donde había oído el ruido y escuchó atentamente.

Nada.

-Seguramente habrá sido el viento-se dijo en voz alta-. O un pájaro. O Sasuke que vuelve. Si me está gastando una broma, no se lo perdonaré nunca.-

No hizo caso del siguiente ruido de matorrales, que fue más fuerte que el anterior, y se encaminó tan rápidamente como pudo hacia el campamento.

No estaba dispuesto a gimotear, así que apretó los dientes con fuerza mientras avanzaba.

Sin embargo, todo su valor se desvaneció cuando una forma se materializó de la nada entre los troncos de los árboles, bloqueándole el camino. Vio aquellos ojos saltones, y la cara velluda, con una expresión de lujuria, y de su garganta salió un grito de terror.

¯¨'*·~-.¸¸,.-~* SaSuNaRu ¯¨'*·~-.¸¸,.-~*'

Sasuke tenía prisa por volver, pero decidió despellejar los dos conejos antes de hacerlo.

Se había dicho que no estaba poniendo a prueba la fortaleza de Naruto cuando había limpiado el otro animal en el claro, donde él pudiera verlo.

Sin embargo, sabía perfectamente que eso era lo que había hecho. Perversamente, quería que el rubio se estremeciera, que se pusiera histérico, que mostrara debilidad.

Pero él no lo había hecho. Lo había soportado bien. Mucho mejor de lo que el mismo hubiera imaginado.

Sasuke echó a un lado las entrañas y comenzó a rascar la parte interior de las pieles. Más tarde, les resultarían útiles. Aquella piel era cálida, y siempre podía usarlas para hacerle a Naruto...Naruto. Otra vez. ¿Acaso sus pensamientos tenían que volver hacia ese rubio? ¿En qué momento se habían convertido en un par inseparable como Adán y Eva? ¿No podía pensar en uno sin pensar rápidamente en el otro?

Recordó lo primero que había pensado cuando había recuperado el conocimiento después del accidente. Había visto su rostro enmarcado por aquellos cabellos de color rubio brillante, y había maldecido en silencio.

Se había alegrado de estar vivo, pero no mucho. Había llegado a pensar que prefería estar muerto a tener que soportar a aquel mocoso frívolo, envuelto en pieles caras y bañado en perfume. Pensó que él no tendría ni la más mínima oportunidad de sobrevivir.

Sin embargo, le había sorprendido. Pese a que la herida de la pierna debía causarle mucho dolor, no se había puesto a lloriquear. No le había dado la lata porque sintiera hambre y sed, o frio, o miedo. Había sido fuerte y aún no se había derrumbado. A menos que las cosas empeoraran demasiado, dudaba que lo hiciera.

Por supuesto, aquello le causaba otro problema: muy poca gente había merecido su admiración, y Naruto Uzumaki era una de aquellas personas, por mucho que le costara reconocerlo.

Además, poco a poco se había dado cuenta de que estaba perdido en mitad de la nada con un tentador jovencito, y que quizás estuvieran solo y dependieran uno del otro durante una larga temporada.

Era un chico que parecía un sueño. Tenía el cabello rubio, unos ojos espectacularmente azules y una voz que podría derretir la mantequilla. Aquello era lo que él pensaba cada vez que hablaba.

Era una broma cruel del destino, porque por mucha tentación que él mismo pudiera sentir, no iba a tocarlo. Nunca. Ya había otro así. Los chicos como ese iban a la moda; no solo en el vestir, sino en todo.

Cuando había conocido a Gaara, estaba de moda enamorarse de un veterano, y él lo había querido hasta que había dejado de ser conveniente.

Si traspasaba la capa superficial de Naruto Uzumaki, encontraría a otro Gaara. Naruto solo le seguía el juego porque lo necesitaba para sobrevivir. Era un bocado delicioso, pero por dentro, probablemente estaba tan podrido y era tan malo como Gaara.

Tenía que dejar de pensar en él. Tenía que dejar de recordar lo suave que era su piel cuando por las noches apoyaba su mano en su cadera. Tenía que olvidar la forma de su trasero y el color del vello de su cuerpo.

Mientras avanzaba por el bosque de vuelta al campamento, dejó escapar un gruñido. En cuanto construyera aquel refugio, ya no tendrían que estar tan próximos el uno al otro. Él mantendría los ojos y las manos...

Un grito desgarrador hizo que se quedara inmóvil.

Si se hubiera topado con un muro invisible, no se habría detenido tan bruscamente. Cuando el siguiente grito de Naruto atravesó el silencio, él, instintivamente se metió en su papel de luchador de la jungla, con tanta facilidad como se cambiaban las marchas de un coche.

En silencio, se movió entre los árboles en dirección al grito, con el cuchillo en la mano.

Strangers SasuNaruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora