La hora de dormir llegó por fin.
Aquella noche, un poco antes, habían compartido otra comida con Orochimaru y Kabuto. Su conversación sobre el largo camino que había hasta el río Mackenzie prosiguió hasta después de que terminaron.
-No hay sendero, y es un terreno pedregoso, así que hay que marchar durante un día entero-les dijo Kabuto.
-Nos marcharemos en cuanto amanezca-respondió Sasuke. En ningún momento había dejado que Naruto se alejara de su vista. En aquel momento, el rubio estaba sentado en una silla, y Sasuke estaba sentado a su lado, en el suelo, con un brazo apoyado con aire posesivo sobre el muslo del ojiazul.
-No necesitamos llevarnos muchas cosas. Sólo lo estrictamente necesario.
Kabuto preguntó: -Y el chico?-Naruto notó que el bíceps de Sasuke se contraía contra su pierna.
-Que sucede con él?
-Nos retrasará.
-Yo me quedare aquí, con él, Kabuto-se ofreció Orochimaru.
-No-dijo Sasuke, en un tono de voz cortante-. Él irá conmigo. No me importa lo lentamente que tengamos que viajar.
-A nosotros nos da igual-arguyó el peligris, encogiendose de hombros como de costumbre-. Pero pensé que ustedes estarían impacientes por ponerse en contacto con familia y amigos. Deben de estar muy preocupados.
Naruto miró a Sasuke.
-No me importa quedarme aquí-le dijo-. Si vas a avanzar más sin mi, lo más lógico es que me quede aquí. Tu puedes llamar a mi padre en cuanto tengas un teléfono a mano. Él enviará a gente que venga a buscarme. Todo esto puede haber terminado mañana por la noche.
Sasuke observó su expresión de anhelo. Naruto habría ido con él y habría soportado estoicamente las dificultades del camino si él se lo hubiera pedido. Sin embargo, Sasuke sabía que no iba a ser fácil para el rubio caminar durante varios kilómetros de bosque con la pierna herida. Aunque no fuera culpa suya, los retrasaría mucho y tendrían que hacer noche en el bosque. De todos modos, a Sasuke no le satisfacía la idea de separarse de él. Por muy batallador que fuera, no podía defenderse efectivamente. Sasuke le agarró la rodilla con suavidad, en un gesto protector.
-Vamos a esperar como te encuentras mañana por la mañana.
Las siguientes horas pasaron con lentitud. Naruto comenzó a desesperarse: no había nada que leer, ni que escuchar, ni que mirar; uno podría esperar que aquellos dos ermitaños tuvieran cientos de preguntas sobre el mundo exterior que habían dejado atrás, pero no parecía que esos dos tuvieran interés por otra cosa que no fuera su limitada existencia.
Naruto, que se debía pegajoso y sucio, pidió una palangana con agua. Orochimaru se apresuró a complacerlo, y se tropezó cuando le llevaba el recipiente, haciendo que varias gotas le cayeran a Naruto en el regazo. Se subió las mangas del jersey hasta los codos y se lavó la cara y las manos con un jabón que llevaba en la mochila. Se habría permitido el placer de echarse agua por la cara una y otra vez a no ser porque sentía tres pares de ojos clavados en su persona. Cuando Sasuke le lanzó una de sus camisetas de algodón a las manos, la acepto con arrepentimiento y se secó. Después tomó el cepillo del pelo y comenzó a cepillarlo, pero tenía en pelo muy sucio y sorprendentemente enredado.
Estaba comenzando a disfrutar del masaje capilar cuando Sasuke le quito el cepillo de las manos y solo autoritariamente:
-Ya es suficiente.