Un reto para Elliott
—Dame puré de papa, ensalada y gelatina de uva, por favor—pidió Angie a la mujer de la cafetería.
Moría de hambre, sin embargo, debía controlarse, conocía su capacidad y mejor su metabolismo, sabía que no poseía un grande y fuerte estómago. La tentación de comer hasta reventar estaban presentes, pero su experiencia le indicaba que comer rápido y a montones no era la mejor forma de satisfacerse, excepto en aquellas cosas que contenían altos niveles de azúcar y calorías. Por un motivo alucinante, podía comer cajas de chocolate sola sin llegar a entrar en shock.
—Lo mismo para mí —giñó Rachel.
—No eres nada original. —replicó la otra riendo mientras se quitaba de la fila y ésta seguía avanzando interminablemente.
—Quiero sentirme por un momento ligeramente saludable. La ensalada luce bien…
—Por favor, ambas sabemos que lo tuyo no es comer cosas de color verde.
—¡Oye, te equivocas! —protestó con charola en mano en camino a buscar mesa —… Me gusta el limón y las manzanas verdes.
Seguía caminando cuando Angie alcanzó a divisar una cabellera castaña que pronto se volvió familiar, la conocía porque ella misma la había creado. Era Jessy y a su lado estaba Elinne, que al igual que su mejor amiga permanecía con el look que les habían proporcionado. Se veían realmente bien, y eso lo notaban los demás alumnos del colegio, por eso mismo no se sorprendió al ver a otros dos chicos sentados junto a ellas, tratando de llamar la atención.
—Mira nada más. Sabía que a partir de ese cambio, todos se arrojarían a ellas como perros hambrientos —siseó Rachel.
—No tienen vergüenza, antes no las notaban y ahora no las dejan ni comer en paz. Son tan superficiales. Yo les daría una patada en el trasero a cada uno de ellos si los conociera —masculló Angeline.
—¿Les echamos a perder su patético intento? —indagó la pelirroja, alzando ambas cejas tentativamente.
—No lo sé —dudó—. Quizá les agrade estar con ellos. Puede que arruinemos algo que podría llegar a convertirse en algo lindo.
Rachel resopló.
—¿Te estás escuchando? Realmente has cambiado. —quitó los dedos índices de la charola de comida y apuntó con ellos a los dos chicos; el más próximo a Jessy tenía unos rulos encantadores pero la forma hostigadora en la que se inclinaba hacia ella lucía peligrosa; y un moreno latino de sonrisa destellante parecía incomodar a Elinne por su extrema cercanía.
—Tienes razón, no lucen muy cómodas —Angie hizo una mueca y entonces esa sonrisa osada volvió a su rostro —. Vamos a quitárselos de encima.
Ambas se acercaron saludando y empujaron casi sin delicadeza a los chicos, creando un mural con sus cuerpos. Angie se colocó a la izquierda de Jessy, mientras que Rachel a la derecha de Elinne.
—¿Qué tal chicas? ¿Cómo han estado? —Rachel alzó la voz por encima de las demás, logrando captar todas las miradas.
—Bien… —susurraron las dos al unísono.
—¡Ey, Jessy! —recordó de pronto la melliza con leve exageración —. Ahora que recuerdo, ¡no tuve tiempo de preguntarte a dónde fuiste con Elliott! ¿A dónde fueron, qué hicieron, por qué regresaron tan tarde? —preguntó casi sin respirar.
Jessica se sonrojó inmediatamente al escuchar aquel nombre. Revivió las escenas de la cita, esas mismas que no le permitieron dormir prácticamente nada esa noche por lo acelerado que tenía el corazón.
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La bizarra familia Clarkson
RomanceSECUELA DE DOCTORA CORAZÓN. Los Clarkson podrían ser la familia menos ejemplar de todas. Quizás muchos pensarían que los padres son unos irresponsables que no saben educar a sus hijos. Otros quizás creerían que los adolescentes son los del problema...