Trabajo en equipo

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(Después de un millón de años por fin les traigo un capítulo algo emocionante, aunque bastante corto a lo que estoy acostumbrada (y los tengo acostumbrados). Sin embargo, espero que les guste c:)

Trabajo en equipo

 

Levantarse temprano era una tortura, más si tenía que ir a clases en aquel infierno. Tuvo que pensar tres minutos para soltar su uniforme de colegiala; lo lanzó lejos y se dirigió al closet para tomar cualquier prenda. Había comprendido que usar ropa hermosa sólo era un imán para que los demás le quitaran el dinero o alguna otra cosa. Era hora de adaptarse a esa jungla de animales.

Se colocó unos jeans deslavados junto con una blusa tipo polo de color beige. Se armó de un saco como protección y listo. Dejó su cabello suelto y se dispuso a desayunar. No miró a sus padres en un largo rato hasta que arrastró la silla para dejar el plato en el lavavajillas.

—¿Cómo te va en clases? —interrogó Ailyn.

—De maravilla —soltó irónica.

—¿Has tenido algún problema, alguien te molesta? —Siguió Ángel con los codos en la mesa y masticando una galleta —. Porque si es así, iré a darles una amistosa visita para que conozcan a Mr. Nudillos —elevó su puño al aire para luego darle un pequeño beso.

Angie negó de forma cansada.

—No hace falta, aun si lo hicieras mi vida sería igual de horrible.

—Angie…

—¡Es cierto! ¿Por qué no me cambias a otra escuela menos horrorosa? ¡Ya aprendí mi lección! Nada de venganza o bromas pesadas. ¡Listo, lo tengo! No volverá a pasar.

Ailyn suspiró con pesadumbre. Le quitó el frasco de galletas a su marido a pesar de sus protestas y lo guardó en la alacena.

—Llevas poco más de una semana, necesitas acostumbrarte más. Al principio siempre es difícil, tal vez luego encuentres amigos que valgan la pena.

—Estarás orgullosa de mí cuando esos amigos me induzcan a drogarme y a asaltar, gracias —tomó su mochila vieja, aquella misma que utilizaba para ciertas excursiones en vacaciones de verano, misma que estaba rasgada por los costados a causa de las ramas de los árboles.

—No seas exagerada, ambas sabemos que eres más fuerte que esto.

Angie apretó los dientes y masculló algo que nadie logró escuchar.

Al llegar a su aula, se sentó en aquel criadero de arañas, tan cerca a la ventana que no era muy difícil no prestar atención a los deficientes maestros. Tampoco era que le importara mucho distraerse, el plan de estudios que ellos manejaban todavía era bastante básico, así que podía darse el lujo de perder el tiempo.

Duke llegó tarde como siempre, y al entrar le lanzó una fugaz sonrisa acompañada de un giño. Angie se hizo pequeña en su asiento al sentir su mirada clavada en la espalda, y así se mantuvo durante toda la hora.

Luego de que el profesor de Física se fuera casi abucheado del salón, todos se levantaron de sus lugares y empezaron a platicar a casi gritos. Dos chicos con piercings en las cejas se acercaron a ella. Uno de ellos le quitó la libreta donde estaba dibujando distraídamente.

—¡Oh, mira esto! ¡Lindos vestidos! —Rió el más alto, que mostraba una peinado increíblemente puntiagudo.

Ambos amigos rieron, y se acercaron todavía más. Mientras tanto, Angie llenaba sus pulmones de aire, como si de esa manera adquiriera paciencia para soportar a esos dos pésimos bromistas.

La bizarra familia ClarksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora