Convivencias

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Convivencias

Dormía plácidamente sobre la cama, confiada y tranquila por no ser un día de clases, por fin descansaría de Sandy y su secuaz Gabriela, del director y sus amenazas por expulsarla del colegio. Y ¿por qué no? también tomaría un respiro de ese extraño amigo de su hermano, ese tal Logan.

Se dio la vuelta y se arropó hasta el cuello con el edredón. Creyó apenas cerrar los ojos cuando sintió algo húmedo y semi-caliente lambiendo su mejilla. Abrió los ojos de repente en una reacción exagerada haciendo que el gato que estaba encima de ella saltara hasta el otro lado de la habitación con un maullido asustado.

— ¡Tom!—gritó Angie con alivio pero al mismo tiempo regañándolo. Éste la miró con sus hechizantes ojos amarillos y ladeó la cabeza en forma confundida—Me asustaste… estaba teniendo un lindo sueño—continuó respondiendo, según ella, la inquietud de su gato.

Tom maulló y se elevó ágilmente hasta la cama de Angeline. Se acomodó cerca de sus piernas y se restregó contra ellas sin perder esa misteriosa mirada.

— ¿Qué quieres? —preguntó ella con una mano acariciando la cabeza de Tom  y con la otra sus adormilados ojos. Éste se estiró sobre sus cuatro patas y la observó penetrantemente.

Para Angie fue inevitable ponerse nerviosa, ¡odiaba que le hiciera esa cara! Parecía estar en su contra y era imposible ignorar aquella bola de esponjosos pelos grisáceos. Hacía ya casi tres años que lo habían adoptado, unos cuantos meses más y rompería el record de vida o tiempo que cualquier otra mascota que hubiesen tenido.

Era una sorpresa que hubiese durado tanto teniendo en cuenta el ambiente ajetreado del lugar, pero parecía que Tom VIII no era el típico gato asustadizo que brincaba por las ventanas sin importarle los metros que estuviera del suelo, sino más bien parecía ser relajado y muy acostumbrado a la bizarra forma de vivir de los Clarkson.

 Parecía ser el indicado.

— ¡Está bien! Te lo diré —soltó inesperadamente Angie al mismo tiempo que agarraba su cabeza—Soñé con Tom—mordió su labio y lo observó girar la cabeza, nuevamente—No, no contigo…Con otro Tom, un chico…un chico nuevo…que me gusta…pero yo no le gusto—aclaró en intervalos con cierto aturdimiento.

—Miau...—respondió Tom casi como un suspiro abatido, quizás aburrido de tanta palabrería y cansado de escuchar los conflictos amorosos de su ama.

— ¡No sé lo que pasa! De pronto llega y me seduce con esos aceitunados ojos y luego le soy indiferente y no sé por qué lo…—se detuvo abruptamente al ver que su gato se había levantado y se había ido lejos ella hasta salir de su habitación— ¡Bien! ¡Vete! De todas formas no tenía ganas de hablar contigo—se quejó en voz alta.

Frunció el ceño y tomó el extremo de su edredón para volver a acostarse.

—Gatos, quién los entiende—soltó con cierto disgusto. Cerró los ojos pero volvió a abrirlos cuando escuchó a alguien entrar.

— Angie, ¿estás despierta? —preguntó quedamente la voz  de su madre.

—No—respondió contra la almohada.

—Vaya, qué lástima. Queríamos ir con hoy con Sherly, pero creo que alguien tendrá que quedarse…y se perderá un delicioso desayuno—y terminando esto, Ailyn volvió a abrir la puerta para salir.

— ¡Espera! —dijo Angie dos segundos después, atrapando a Ailyn en el umbral de la puerta con una expresión triunfante—Ahora mismo me alisto.

La bizarra familia ClarksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora