capítulo 8

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*adele*

"que fácil es vivir engañando, deberías ver lo que se te oculta, eso que te oculta tu amor... The may fair hotel; habitación 204"

Estoy desayunando cuando llega el sobre, con la extraña nota, que altera mis sentidos, no puedo dejar de pensar en alex, los rumores, que no pueden todos ser falsos. Las lágrimas amenazan con salir, un nudo se forma en mi garganta, quiero gritar pero lo rreprimo.
Dudo como nunca antes dude en mi vida. Si no voy estoy segura que no podré vivir con esa duda, no soy de las personas que pueden vivir el " hubiera ".

Salgo a toda prisa sin pensar en nada, sin detenerme, azoto la puerta, escucho a Simón gritar mi nombre pero es tan lejano, como en otro lugar. camino varios minutos hasta que consigo un taxi, para mi desgracia no se conducir.
-¿a donde señorita?- escucho la voz del taxista pero no quiero hablar.
-the may fair hotel, por favor.
El camino es eterno, aprovechó para poner todo en perspectiva, quizás estoy viendo guerreros donde sólo hay molinos de viento, quizás es sólo una broma de mal gusto, peor y si no es así, estoy abierta a toda posibilidad.

- llegamos señorita.
- ¿¡ah!?
-¿esta bien señorita?
- ¿por qué la gente siempre osa preguntarme eso? - estoy furiosa, nerviosa.
-disculpe. Pero ya llegamos necesito que me pague y se baje.
- perdón, de verdad lo lamento. -siento que las lágrimas se me van a escapar. Le pagó dejándole una buena propina y me bajo.

* Simón*

Estoy muy preocupado por la señora, hace un momento salio deprisa, no me avisó, me ignoro cuándo la llamé, esto está muy raro.

La veo tomar un taxi, decido seguirla, algo me dice que esto esta mal, muy mal.
El taxi se detiene frente a un hotel, pasan un par de minutos y me bajo a inspeccionar que todo esté bien.
Me oculto cuando la veo salir del auto.
- va ha entrar ¿de verdad? ¿Que es esto? El señor Alex esta en la oficina. ¡Adele, no puede ser! - me percato de que estoy hablando en voz alta. Hasta un sordo podría haberme escuchado.

Salgo a toda prisa de mi escondite, corro a alcanzarla
La sujeto de la muñeca con mucha fuerza haciéndola girar sobre sus pies.
- ¿¡que le pasa!? ¿!konecki!? - quedó petrificado cuando veo su rostro rojo, sus ojos hinchado y sus labios rasado intenso.
-¡suelteme! - se zafa con fuerza de mi agarre. su muñeca esta roja. Me apenó pero sigo enojado. -¿¡que hace usted aquí!? - preguntó cómo un amante celoso.
- no se atreva a pedirme explicaciones. - su voz es severa cortante.
Me siento impotente porque alguno de los dos tiene que ceder, y por su rostro se que no será ella.
- la vi salir y me preocupe. - hablo más calmado.
- no se preocupe estoy bien, ya puede irse.
- ¿por que va ha entrar ahí?
- eso no le incumbe. - odio profundamente la forma en la que me está hablando
- estoy seguro que el señor alex esta en la oficina. - no puedo creer que lo dijera, que esas palabras escaparán de mi boca.
-¿¡ que está insinuando!? - su rostro parece querer estallar.
- señora, no se que me pasa, lo lamento, lo lamento mucho.
- es usted un atrevido.
- perdón. - veo como las lágrimas ruedan por sus mejillas.
-¿esta bien?
-quiero que se valla en este momento. -exige con mucha autoridad.
- no me iré, no pienso dejarla aquí.
- entonces lo dejo yo. - se acerca a la entrada y la vuelvo a sujetar.
- entonces entraré con usted.
-¿¡que!? Esto es difícil así que vayase.
- usted me paga para que la cuide y no puedo hacerlo a la distancia.
- ¡demonios! Es Alex, necesito entrar y ver lo, esta con alguien.
Me reprendo, me odio, no puedo creer que por un momento dude de ella. ¡Dios! ¿Como pude?
-¿que? ¿Como sabe eso?
- mire ya le dije lo que quería saber. Ahora déjeme en paz.
Sale corriendo y entra al hotel.

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