Tercera Parte.

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CAPÍTULO 3.

 

Cinco segundos después de que Madame Janet se marchase, Hayley había aprovechado para arreglarse un poco el pelo, y salir en búsqueda de Harry, o mejor dicho, de su habitación.

El pasillo era bastante largo. Uno de los guardias de seguridad dejó la tarjeta en su lugar correspondiente, y se marchó hacia el lado contrario de las habitaciones.

Hayley se acercó a paso rápido y buscó la que correspondiese a la habitación de Harry. No había rastro de que hubiese algo que las diferenciase de las demás.

Caminó un poco más adelante, asomándose en una especie de recepción que había. Constaba de una mesa de escritorio bastante espaciosa, con un ordenador y miles de archivadores colocados por orden alfabético. Miró en los estantes buscando las habitaciones de los guardias de seguridad, pero nada.

Escuchó unos pasos, y se agachó lo suficientemente rápido como para que no la pillasen. Observó a través de una pequeña ranura del escritorio de quién se trataba, y para su sorpresa, era Harry.

Había salido de la tercera puerta de la izquierda empezando el pasillo. Dejó la tarjeta en su lugar correspondiente, y salió del complejo de seguridad.

Hayley aprovechó la oportunidad para correr, coger la tarjeta, y entrar en la habitación de aquel chico. Era su oportunidad para dejarle claro quién mandaba.

La alarma había saltado. Y la chica rubia se tiró al otro lado de la cama doble, junto a la amplia ventana que dejaba contemplar unas vistas espectaculares.

El movimiento en el exterior del complejo era evidente y, en los pasillos, dentro de él se escuchaba alguna que otra pisada.

Hayley se levantó con cuidado y guardó su ropa bajo la cama. Con una camiseta básica de manga larga blanca, que no era de su propiedad, recorrió la estancia hasta llegar a la puerta, apoyándose para, al menos, escuchar algo.

—Ha sido la chica nueva. No hay nadie en su habitación, y no hay rastro de sus pertenencias. Se ha escapado.

<<Mis pertenencias están por la ventana, melón>> quiso gritar Hayley. Aquello le hacía gracia. Madame Janet no había avisado de aquello a los guardias que corrían como locos de un lado a otro...pero bueno, aún así estaban en todo su derecho, era su trabajo y la chica de pelo ondulado había "desaparecido" en la habitación de Harry Styles.

Todo había vuelto a la calma unas horas después. Hayley estaba tumbada en la cama, dormida, y nadie se había atrevido a interrumpirla, y mucho menos el dueño de aquella habitación. Harry había entrado tras descubrir que la puerta estaba abierta y, para su sorpresa, se la había encontrado allí, dormida en posición fetal, con su pelo revuelto sobre la cama, y aquella cara de ángel que solo había podido ver una vez.

Se sacó aquellos pensamientos de la cabeza. Aquella chica lo había llevado a ser como era, y en cierto modo se sentía agradecido, pero no quería volver a pensar en ella ni un día más, ni un segundo más, por lo que caminó hacia la cama, y comenzó a zarandear a Hayley.

—¡Eh, eh!—la chica había tenido un despertar brusco, algo que no ayudaba a que su siempre malhumorado carácter mejorase.— A mí con suavidad. Un besito, una caricia, pero nada de zarandeos. Eso cuando lo hagamos, pero creo que es demasiado poco tiempo, ¿no? A penas nos conocemos.

Harry la fulminó con la mirada.

—Están como locos buscándote y tú aquí. ¿Quieres meterme en problemas? No es algo muy normal eso de que estés en la habitación de uno de los que, supuestamente, debe vigilarte.

Hayley asentía, mirándole, y luego lo interrumpió alzando un dedo.

—¿Y qué mejor forma que esta de vigilarme, Harry?

La chica sonrió picarona, acercándose al muchacho de pelo rizado que había dejado de cruzar los brazos y ahora tenía las caderas de Hayley entre ellos.

Él mismo no pudo resistirse a los encantos de aquella adolescente rebelde, y menos cuando se había puesto su camiseta, la cual se encargó de quitársela.

Todo sucedió rápido y sin sentimiento, todo era sexo, lenguas, caricias que no eran caricias, y marcas en la piel. Harry había conseguido controlarla durante todo el tiempo, y solo porque ella quiso que él llevase la voz cantante en aquello. Ella solo se había dedicado a jadear, gemir, y a decir algún que otro taco cuando aquello se ponía más caliente y fuerte de lo normal. Simplemente había enredado sus dedos en el pelo rizado del chico mientras besaba su cuello y mordía levemente el lóbulo de la oreja, mientras gritaba con frustración "más fuerte, Harry".

No había pasado ni una hora desde que Harry la había encontrado sobre su cama, cuando se levantó de ella, completamente desnudo.

—Esto que ha pasado no puede volver a pasar...Eres una cría rebelde que está en un correccional, y yo soy un seguridad gilipollas al que se le ha ido la olla.

Hayley lo miraba desde la cama, tapándose con la fina sábana de seda, mientras se mordía el labio y se pasaba una mano por el pelo.

Ella asintió levantándose de la cama, dejando su cuerpo al descubierto, caminando hacia Harry, que no podía apartar la vista de ella.

—Tápate, por favor—dijo girándose.

Hayley tomó la camiseta ancha de Harry y se la puso. Justo después comenzó a colocarse la ropa interior.  Harry se colocó los bóxers a su vez, y unas calzonas viejas, negras tiradas sobre un sillón.

—Lista—dijo ella, acercándose a Harry—. Ahora repítemelo todo de nuevo, no te he escuchado, estaba admirando tu precioso y gran pene.

Harry puso los ojos en blanco.

—Que sea solo sexo. Que no signifique nada más, Hayley.—dijo con voz ronca. Abrió la puerta de su habitación cuando la chica terminó de ponerse los pantalones mientras reía.— Y lo más importante, que sea un secreto.

Ella asintió, divertida, y tras darle un beso en la mejilla comenzó a seguir sus órdenes.

Missed (Harry Styles) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora