Vaya... No sé por qué siempre tuve miedo de mi rostro... Mirarme al espejo todos los días y detenerme un momento para analizar cada fracción de mi piel blanca con tonos rosas, mis ojos amarillos sin igual, las puntas exteriores tan características de mis ojos, y mi gran cabellera gris y ondulada, muchos dicen que soy una especie de modelo, una mega chica, la cosa más hermosa que puede haber en el mundo... Quizás solo me lo dice mi esposo por amor, y los demás, por simple atracción física... Pero... Desde que tengo memoria... Siempre he temido de mí, ya ahora estoy acostumbrada, pero aún así, es complicado verse cuando te temes...
No sé, muchas veces pienso que estoy loca al pensar esas cosas, aunque al final, simplemente lo dejo y sigo haciendo lo que estaba haciendo.
Vivía en una casa hermosa de madera completamente, con estilo clásico y moderno a la vez, llena de todos los lujos; Televisiones, Ordenadores, todo lo de alguna mansión, más sin embargo vivíamos en un vecindario decente... Mi esposo era quien traía el dinero a casa, yo no hacía prácticamente nada, no por vaga, ni por querer ser ama de casa, si no... No encuentro ningún trabajo, profesión o lo que sea que venga de acuerdo a mí.
Mi esposo, Ken Valentine, hombre un poco delgado de mi estatura, el cual me gustaba por que era el único hombre que le gustaba hacer experimentos conmigo, como el intentar cambiar el color de una bombilla con mi pulso entre otras cosas, el típico chico raro de clases que solo le interesan las ciencias... Sentía un gran amor hacia él, ya que era el único que no me miraba con los típicos ojos perversos, y no sentía miedo de mi personalidad ni de mi forma de ser.
Es científico, y recientemente fue contratado por el gobierno para atacar virus sin cura como lo es hoy día el Cáncer, el SIDA, entre otras cosas... Era brillante, así que se lo llevaron sin siquiera poderme decir algo, pero no importaba.
Duré más de 4 meses sola en casa hablando con él desde teléfono o video-llamada, siempre me decía como marchaba la investigación y todo eso, pero ya hace 2 semanas no tengo noticias de él, he pensado que está demasiado ocupado como para hacerlo, yo que no soy alguien que piense mucho en ''Engaños'' o que se cabreé por que no puede hablar conmigo, me lo tomaba normal.
Miraba televisión esa mañana con una ligera y suave lluvia cuando mencionaron la ciudad donde mi Marido estaba trabajando en las noticias, la cual dicen surgió una epidemia y cerraron todo contacto, suministro y paso de fuera a dentro y al revés a la misma, y como pude ver en las imágenes, la cosa iba serio ya que había mucho movimiento militar.
En seguida me preocupé aunque mantuve la calma al menos un poco. Tenía la loca idea de ir a buscarlo aunque tuviese que enfrentarme a las Fuerzas Armadas Estadounidenses, era mi Marido, y por algún motivo, tenía un mal presentimiento de que le pasase algo, así que, tomé todo lo que podía de comida enlatada, agua, suministros médicos y una pistola por si hacía falta, lo metí todo en una mochila y me subí a mi viejo Clown Victoria, que aunque tuviese dinero, amaba ese coche viejo.
Viajé un montón de Kilómetros de desesperación y preocupación, me extrañaba el no tener nervios ya que lo que hacía era algo estúpido y precipitado, pero no me importaba, sentía la necesidad, quería hacerlo.
10 Kilómetros antes de entrar a la ciudad había un puesto militar con muchas camionetas militares y dos tanques, y soldados bien armados pidiéndome que me detenga:
-¿Qué hace aquí señora?- Me preguntó un soldado acercándose a mi ventana.
-Soy Elena Philips, vengo aquí para ver al Científico Ken Valentine... Soy su esposa...- Dije con esperanzas de que me abriesen, más sin embargo, mi cara de aburrimiento y molestias la cual era natural, no daba buena espina a casi nadie, sin contar mi voz seca y sin alma alguna.

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Not Ready To Die
УжасыVivir... Morir... ¿Qué más da? ¿Por qué es tan importante? ¿Por qué es algo que aterra a todos? El morir... El vivir... ¿Acaso no es lo mismo?... Vivimos para morir... Morimos para vivir... ¿Esto es así? Bien... Me importa una mierda lo que sea el s...