VII

3.2K 299 14
                                    

Afuera de la puerta había dos hombres sentados en una mesa, en lo cual sobre ella se encontraba una cajetilla de cigarros, una botella de vino y cartas de póker regadas por toda la mesa.

Ellos me miraron y uno me sonrió después de ver a Jos al lado mío. Jos colocó su mano en mi cintura y caminamos para entrar a la casa pero antes él se giró hacía aquellos hombres.

—¡Hey! Dile a Bianca que le consiga un poco de ropa a Vera, se quedará aquí un par de días— uno de los hombres asintió cogiendo su móvil que se encontraba en el bolsillo de su chaqueta.

Al entrar a la casa, las paredes pintadas de blanco provocaban que la luz se hiciera más brillante en toda la habitación. Cada uno de los muebles era de madera fina y sobre todo, todo estaba lo bastante limpió como para que Jos lo limpiase todo. Claramente alguien le hacía ese gran favor.

La casa estaba en un completo silencio, era de esperarse. Los autos que pasan por este vecindario eran reducidos, sobre todo por la noche. Que la casa de Jos estuviese alejada de la ciudad era un total misterio.

—Jos...no creo que me quede más de un día aquí— él se tumbó en el sofá frente a la chimenea y colocó sus manos en su nuca—. Mis padres se preocuparían por mí.

—¿No querías que tu padre se enfadara?

—Sí pero pude haberlo hecho de otra manera, no así— se giró a verme y me sonrió. Jos quizás no entendía que yo quería volver a casa después de que sólo han pasado algunos minutos desde que llegamos. Pero sin embargo a él no le agradaba la idea.

—¿Sabes que tu padre ahora mismo está lo bastante enojado como para matar a una persona, verdad?—llevó su mano a su barbilla y sin dejar de sonreír volvió a hablar—. No digo que te mate a ti, pero quizás a una persona inocente sí. ¿No quieres eso verdad? Así que no tienes otra alternativa, Vera. Será mejor que comiences a explorar tu nuevo hogar.

—Mi padre no mataría.

—Como tú digas, hermosa—Jos tiró su cabeza hacía atrás y carcajeo fuertemente.

El timbre sonó, entrando segundos después uno de los hombres de afuera. Jos le miró y después hizo lo mismo conmigo. Por lo que notaba alguien había llegado en un auto rojo con las ventanas brindadas. La puerta media abierta me daba la posibilidad de poder ver a tres hombres vestidos casualmente y entre ellos conversaban.

—Espera aquí, seguro Bianca no tardara en llegar. Ella te mostrará nuestra habitación—las palabras de Jos se dejaron de escuchar después de que salió hacia afuera. La puerta fue cerrada de un golpe por uno de los hombres provocando un sonido hueco en la habitación.

Me senté en el mismo sofá en el que Jos estaba anteriormente. Se escuchó como dos autos se aparcaron afuera, seguramente junto a los otros, la risa de una chica se comenzó a escuchar y pensé que quizás Bianca había llegado.

La puerta se abrió entrando aquel hombre que me había sonreído al verme con Jos y una chica alta, con cabello lacio y negro, unos jeans ajustados oscuros y una camisa roja. Entre sus manos se encontraban algún par de bolsas que dejo caer al suelo.

El hombre se recargo en la pared y nos miró sonriendo a ambas. La chica me sonrió de lado y miró al hombre.

—¿Ella es?, Daniel— la chica cuestionó y el hombre asintió suavemente—. ¿Desde cuándo Jos tiene gustos tan extraños?—ella me miró de pies a cabeza y su expresión lo decía todo, mi vestuario la sorprendía bastante—. ¿De dónde te saco, cariño? No luces para nada bien.

—¿Eres Bianca, verdad?— arqueo una ceja y asintió sonriendo—. Bien, Jos ha dado órdenes de que me debes de mostrar nuestra habitación, me refiero a la habitación de Jos y mía ...

UMBRELLA (Or Nah?) » Jos CanelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora