XV

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—¿Pasa algo? —él preguntó, seguramente ya se había dado cuenta de lo nerviosa que estaba.

Sus ojos me miraban y esa era una gran desventaja para mí en este momento. Negué con la cabeza y Jos asintió volviendo a poner sus labios en los míos.

Yo simplemente estaba más que nerviosa, Jos era un hombre bastante atractivo y desde que lo he conocido se lleva muy bien conmigo. Mi pregunta era si quería perder mi virginidad con él.

Y sonreí cuando supe la respuesta, lleve mis manos a la espalda desnuda de él y tiré mi cabeza hacia atrás aún con mi sonrisa en la cara. Jos llevo sus labios a mi cuello y fue bajando poco a poco hasta llegar a mi ombligo.

Acarició con su mano mi pierna izquierda, la subio a su cadera y se balanceo nuevamente a mis labios basándonos nuevamente.

Su miembro tocó mi entre pierna y no pude evitar sonrojarme otra vez por aquello, lo que causó que Jos riera.
Su frente estaba sobre la mía y de un momento a otro él ya había comenzado a introducirse en mi.

Me había aferrado más a su espalda, Jos había llevado nuevamente su mano a mi muslo y movía sus caderas hacia el frente y hacia atrás. Aún no me cabía en la cabeza de lo que estaba haciendo pero sin duda me gustaba y me gustaba que fuese Jos quien hiciese esto.

Al menos no moriría virgen como un día Lily me había dicho.

Sus embestidas dolían pero no arruinaria este momento, no cuando frente a mi puedo ver a un Jos bastante exitado.

El chico sabía hacer lo suyo. No preguntaría, no ahora, no cuántas veces Jos se ha llevado a una chica a la cama a lo largo de su vida.

Comenzó a recorrer sus labios por mi mejilla, cuando llegó a mi oreja paso su lengua por la orilla y enseguida mordió el lóbulo teniendo como consecuencia que yo echará mi cabeza hacía atrás y soltara un gemido.

Él en ningún momento había dejado de introducirse en mí. Su respiración chocaba contra mi cuello y aquella humedad sólo causaba más placer al igual que el calor corporal que Jos producía.

Sin lugar a dudas  Jos y yo estábamos teniendo más que sexo y placer en este instante.

Aquella cadena con el dije que colgaba del cuello de Jos estaba en mi pecho, era frío pero ahora no importaba.
Sus manos fueron a mis caderas y comenzó a moverse más y más hasta llegar al punto en que ambos lo disfrutábamos. Jos mantenía su boca abierta, los ojos cerrados y de vez en cuando podía escuchar como soltaba un gemido un poco silencioso.

La puerta sono,  sin embargo eso no fue un motivo para detenernos. Jos seguía en lo suyo y yo en lo mío, cuando la puerta sono nuevamente está vez con mayor fuerza Jos se puso de pie colocando su ropa interior y caminando hasta la puerta.
Antes de que Jos pudiese poner su mano en la manija, Travis entró por la puerta.

—Víctor está muerto —dijo, miró a Jos y en seguida a mí —. Raúl y yo lo encontramos y al parecer tenía información de mucha importancia que ahora es inexistente.

Jos no dijo ni una palabra, el chico cerró la puerta sin importarle que Travis estuviese ahí.

Tomó su ropa del suelo y empezó a ponersela sin siquiera mirarme.

—¿Estás bien? —quise saber y él sonrió.

—Más que nunca.

—Víctor ha muerto... ¿qué acaso no te importa?

Volvió a mirarme y sonrió de nuevo. Está vez Jos salió de la habitación, coloqué mi ropa rápidamente y fuí tras él.

Su mano había estampado en la mandíbula de Travis, el castaño cerró los ojos. Pude notar como su mandíbula se tensaba y las venas de su cuello resaltaban.

UMBRELLA (Or Nah?) » Jos CanelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora