Buscando una solución

4.6K 277 7
                                    


Unos pequeños copos de nieve caían sobre una ventana dando a entender el comienzo del invierno. Daphne Greengrass no paraba de pensar en todo lo que había ocurrido desde que volvió al colegio, creía que ya no habrían más preocupaciones, que todo su pasado era eso, pasado, pero nuevas complicaciones habían asomado en su vida con verdadero imprevisto. Comenzó a darle un conteo a sus preocupaciones, su principal problema era aquella petición que su padres le habían mencionado a ella y a su hermanita, algo que según Blaise pronto tendría solución pero ella veía que pasaban días y semanas en los cuales no tenían un plan de acción definido y ella sentía que no podía más con esa gran incertidumbre. Pronto las vacaciones de navidad darían comienzo y sabía que sus padres requerían su presencia y la de Astoria en casa para llevar a cabo todos sus caprichos, pero no podía llegar a casa embarazada del "enemigo", y ahí llegaba el segundo punto, Harry. 

 El chico pensaba que ya habían terminado todos eso días oscuros por los cuales había pasado en toda su vida, que gracias a su lucha y la de muchas personas llegarían los tiempos de luz y paz para todos, que por fin viviría una vida llena de tranquilidad sin que alguien quisiera asesinarlo, pero todo se caía nuevamente, saber que los Mortífagos querían regresar aquel sujeto que por años se había dedicado arruinar su vida, y no sólo la de él, sino la de todos los magos y brujas del mundo, esto hacía que se asomaran nuevas pesadillas, pues ya no era solo él, ahora era un problema mayor, aquellos niños que vendrían en camino, y esto hacía que Daphne sintiera que al haberlo hecho padre de sus hijos aumentaba el riesgo sobre él y sobre aquellos niños, aunque Harry le repetía innumerables veces que ellos eran su motivación para luchar, que junto a ella hacían la causa de querer salir adelante y formar ese hogar que nunca tuvo, no sabía ni como, ni cuándo se había enamorado de aquel azabache que a diario le robaba suspiros pero era un hecho, y maravilloso sentir como sus brazos le daban seguridad y apoyo cada que lo necesitaban.

—¿Se puede? —preguntó Astoria, tocando con delicadeza la puerta sacando a Daphne de sus pensamientos.

—Si claro, pasa.

—¿Están bien?

—No te voy a mentir Astoria, no estoy del todo bien, se acercan las vacaciones y todo es tan incierto.

—Saldremos de esta, Daph. No te preocupes.

—Es que no puedo dejar de pensar en todo lo que sucede. —dijo con desesperación —. No quiero llegar a un sitio que está rodeado de Mortífagos, no puedo llegar así y ponerlos en peligro, Astoria.

—Daph, tranquilízate, nos quedaremos aquí, nuestros padres no se enteraran que estas embarazada, les enviaremos una carta dándole algunos motivos.

—Se negaran, Astoria, pensaran que nos estamos escondiendo de nuestro destino.

—Podemos recurrir a McGonagall, ella sacara algún motivo para dejarnos.

—No puedes quedarte, Tori. Debes ir, sería muy sospechoso.

—No te dejaré sola, ni se te ocurra, si te quedas me quedo y si por algún motivo no podemos quedarnos iremos. Encontraremos un hechizo o una poción para ocultar tu barriga por un rato. Podemos hablar con Draco, quizás nos deje quedarnos ese tiempo en la Mansión.

—¿Y crees que nuestros padres estarán de acuerdo?

—Pues hermana, esas son las ventajas de ser la 'prometida' de Draco.

—No sé si funcione.

—No seas pesimista y vamos. —dijo, jalando a su hermana llevándola casi a empujones a buscar al rubio.

—¿Cómo puedes ver las cosas tan fácil? —inquirió la rubia, provocando la risa de su hermana.

—Es que tú siempre ves todo lo malo.

Una vez que las hermanas Greengrass llegaron a la torre de Premios Anuales, tocaron la puerta con sutileza esperando a que Draco estuviera ahí, después de varios minutos tocando les abrieron.

—Por fin te dignas a abrirnos, Draco.

—Draco necesitamos tu ayuda. —dijo Daphne.

—¿Qué quieren?

—Pues fue idea de Astoria y no estoy muy de acuerdo en ello.

—Sin rodeos, Daphne. —interrumpió Draco aburrido.

—No seas tan gruñón. —reprendió la morena —. Queremos saber si podemos quedarnos en tú casa estas vacaciones, Daphne no puede quedarse todo el tiempo en casa por lo que está embarazada y no podemos correr el riesgo de que la descubran. No será todo el tiempo, nos quedaremos en casa una semana hasta navidad, y pues ahora que recuerdo nunca pasamos año nuevo con nuestros padres, ya que siempre vamos a alguna fiesta. ¿Qué dices? Si no puedes lo entenderemos y buscaremos a otra persona que nos pueda ayudar. —finalizó, tratando de sonar despreocupada y convencer a su amigo.

—Tori, ¿y la señora Malfoy?

—No se preocupen, mi madre no está de acuerdo con eso. —negó el rubio —. Las ayudaré, le mandaré una carta a mi madre para avisarle que van a quedarse.

—¡Gracias, Draco! —exclamó Astoria con una sonrisa.

***

Ron Weasley esperaba con ansias y nerviosismo su cita, por fin llegaba aquel día que acordaron dar un paseo por el pueblo de Hogsmeade y al mundo muggle, no había sido muy fácil convencerla de ir pero lo había logrado. Y ahí estaba, se veía radiante, realmente hermosa.

—Cierra la boca, Weasley, se formara un charco con tu baba.

—Te ves hermosa. —alagó Ron, admirándola mientras que la azabache se sonrojaba levemente.

—¿Ya nos vamos?

Los chicos llegaron al pueblo, decidieron por unas cervezas de mantequilla antes de ir al mundo muggle.

—Quiero ver ese centro comercial. —dijo la azabache señalando un lugar que se veía bastante luminoso y fino para su opinión.

—Pansy pero... Está bien. —aceptó al ver ese adorable puchero que hacía. El pelirrojo estaba bastante exhausto pues pasaban de tienda en tienda sin comprar nada, así que decidió salir de aquella rienda y tomar un poco de aire.

—Ron. —dijo una voz bastante conocida para el pelirrojo.

—Hola, Luna. Nott.

—¿Qué haces aquí?

—Espero que Pansy encuentre alguna prenda. —respondió, dando un largo suspiro.

—Suerte con eso, Weasley, se tardará horas. —se burló Theo.

—Sí, gracias, la necesito mucho.

—Ahí sale, deberías ir antes de que se enfade. —advirtió Theo.

—No encontré nada en ese estúpido lugar, tendremos que ir a otro. —salió molesta.

—¿Mas? —preguntó cansado.

—¡SI! y te recuerdo que fue tu idea de venir.

—Está bien. —suspiró.

Los chicos fueron a alguna tiendas más, una en la cual la chica había encontrado algo. El pelirrojo vio una pequeña joyería, se quiso acercar a observar otra cosa que no sea ropa o zapatos, el chico vio un pequeño dije que parecía una especie de cuarzo con pequeños diseños rojillos en su interior, se imaginó a la azabache llevándolo y sonrió.

—Ya vámonos. —apuró la azabache.

—Quiero darte esto. —sonrió, tendiéndole una pequeña caja de terciopelo.

—¡Es hermoso! —exclamó, observando el pequeño dije —. Pero no debiste.

—Si debí, es una pequeña muestra de lo feliz que estoy junto a ti, aunque solo sea una cita siento que ha sido la mejor. —en ese momento Ron sintió como los labios de la azabache se acoplaban a los suyos en un dulce compás.

—¿Qué clase de poción me diste Weasley? Estoy enamorada de ti estúpida comadreja, te quiero sólo para mi Ron Weasley. —sentenció Pansy mirándolo a sus ojos con profundidad, pudo notar como el azul de sus ojos encendía un brillo en su interior, no sabían cuánto tiempo estuvieron detallándose antes de que Pansy buscará nuevamente esos dulces labios que la desarmaban cada vez que tocaban los suyos.

Amores InesperadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora