El incienso de vida y muerte

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—Sólo espero que no me estés engañando y que de verdad te hayas reivindicado, sino las consecuencias serán peor de lo que te podrías imaginar. —afirmó Lucius.

—¿Cuál es el plan a seguir?

—Primero que me saquen de aquí, no quiero morir sin haber recibido un reconocimiento de mi Lord.

—¿Y cómo van a hacer eso? No puedes evadir a la muerte. —inquirió Draco sin poderse contener.

—¿Acaso no quieres que salga de esta mugrosa celda? ¿Estás seguro que sigues sirviendo a tú Lord? Algo me dice que no es así, Draco.

—Es lo que siempre quise, padre. No mereces estar en este asqueroso lugar. —respondió —. ¿Y cómo piensas salir?

—Una poción multijugos y un muggle en una visita basta. Los guardias son estúpidos, unos buenos para nada, Draco.

—¿Y cómo podemos revivir al señor Oscuro? —inquirió.

—Antes de la guerra, encontramos una especie de... barra de parafina. Aquella barra no era simple e indiferente como cualquier otra, esta trae una muy poderosa y oscura magia en su interior, pues es conocida como el incienso de vida y muerte. No muchos magos conocían de ella y los que sí, nunca la encontraron.

—¿Lo puede traer de regreso? —preguntó fingiendo fanatismo.

—El incienso contiene doble lado, en la parte de abajo lleva una tonalidad negra que representa la muerte y una tonalidad blanca que representa la vida. Para regresar a la vida un muerto, debes darle un alma a cambio, un sustituto para remplazar aquella que pasa nuevamente a la vida, esta es la única condición y precio del acuerdo entre la vida y la muerte. —explicó Lucius —. Estamos seguros que esta es la única forma de regresar al señor Oscuro.

—Sólo espero que funcione.

¡Maldita sea! debemos conseguir esa estúpida vela antes que ellos la usen.

—La visita terminó. —gruñó un guardia.

—Me alegro de haberte visto, nos veremos muy pronto, Draco.

—Así será, padre. —asintió, antes de salir de la celda.

Ojalá nunca salgas con vida de este miserable lugar, lo mereces y haré todo lo que este en mi alcance para que tu plan falle.

—¿Draco?

—No te preocupes, madre.

—Draco, pasé lo que pasé, yo estoy contigo. —declaró Narcissa.

***

Una azabache y una rubia se encontraban en la biblioteca terminando aquel trabajo de DCAO que el maestro le había asignado a Daphne. De pronto, vio como las puertas de la biblioteca se abrían de par en par dejando a ver un chico pelirrojo, aquel pelirrojo que la sacaba de sus casillas y la hacían volar a un mar de sentimientos que la conducían a la completa confusión.

—Pansy, ¿podemos hablar? —preguntó de forma pausada a causa del gran nerviosismo que sentía.

—Estoy ocupa... —pero fue interrumpida por un golpe en las costillas proporcionado por la rubia —. Nos vemos ahora, Greengrass. —finalizó, saliendo de la biblioteca con el pelirrojo dejando a una Daphne riendo.

—Pansy...

—No tengo mucho tiempo, Weasley, ve al grano.

—Pansy y-yo... tú —balbuceó, soltando un suspiro —¡ Ya no aguanto más esta situación! —exclamó desesperando, haciendo que la chica se sorprendiera —. Deja de esconderte de mí. No soporto no verte y escuchar tus quejas e insultos. No sé por qué siempre estás de malgenio pero al menos escucho tu voz.

—Sólo cállate. Fue la peor declaración que me han hecho, pero sin tanta cursilería y estupideces.

—Entonces, ¿q-quieres salir?

—No tengo otra opción, comadreja. —respondió, antes de volver a la biblioteca y dejar al pelirrojo con una sonrisa.

***

—¡Draco! —exclamó Astoria, observando al rubio salir de la chimenea.

—¿Qué tal te fue? —preguntó Blaise.

—Debemos hablar seriamente —sentenció, llevándose un asentimiento por parte de sus amigos.

—Chicos, antes de que Draco explique, debo decirles algo. —habló Daphne, atrayendo la mirada de los presentes —. Harry lo sabe.

—¿Por qué se lo dijiste Daphne? Pones en riesgo a todos. —bufó Blaise.

—¡Porque merecía saberlo! Esto no solo se trata de nosotros, también se trata de ellos, Blaise. Además, ellos podrían ayudar.

—Daphne tiene razón, chicos. —asintió Astoria —. Neville también lo sabe.

—Otra. —se quejó Blaise.

—Ellas tienen razón, Blaise. —apoyó Theo.

—Es mejor que escuchen lo que tengo por decir. —habló Draco —. Daphne quizás tenga razón.

—¿De que estás hablando? —inquirió Blaise. En ese momento Draco empezó a narrarles todo lo que su padre había dicho acerca de ese incienso.

—¿O sea que ese incienso es el objeto que traerá al Señor Oscuro de nuevo? —preguntó Daphne, asimilando lo que el rubio acababa de contarles.

—Sí.

—¿Y no te dijo dónde lo habían encontrado? —preguntó Theo.

Draco negó.

—El problema aquí es quitarles el incienso. —razonó Blaise.

—Lo podremos hacer chicos. —apoyó Astoria.

—Por lo menos sabemos cuál era su plan, tú padre fue más útil que mi madre, Draco. —afirmó Pansy.

—Creo que si tenemos pensado hacer esto, debemos decirles.

—No creo que sea necesario que el resto se entere. —dijo Blaise.

—No queremos fallar en esto, Blaise. Pienso que ellos serían de gran ayuda. —respondió Draco.

—Sí, quizás sea necesario. —suspiró Pansy.

—Otra cosa, por ningún motivo dejaremos que mi padre salga de Azkaban.

—Sin duda alguna, Draco. —negó Blaise.

Amores InesperadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora