Capítulo 2

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Eran aproximadamente las seis y media de la mañana, cuando Peeta despertó y junto a él, Katniss dormía plácidamente, recordando que la noche anterior la chica se había rehusado a compartir la cama con el muchacho, retirándose a dormir al cuarto que le había pertenecido a ella, ya que donde ambos dormían era donde la madre de la chica y Prim dormían.

"Odio cuando haces estas cosas", soltó mentalmente, observando el plácido rostro de la chica, quien se encontraba hecha un mohín sobre la cama. "Será mejor no ir a cazar con Gale". Se levantó, contemplando su reloj de pulso, el cual se halló sobre la mesa de noche, percatándose de la hora. "Ya debe estar levantado". Salió de la recamara completamente descalzo, en busca del teléfono para llamarle y rehusarse a ir con él justo cuando dos fuertes golpes en la puerta le hicieron dejar nuevamente el auricular sobre el aparato, encaminándose hacia la salida de enfrente.

—¿Estás listo? —Gale vestía unos jean y una camiseta negra, la cual cubrió con su chaqueta militar semiabierta y sus botas de seguridad a medio atar, donde su cabello, al parecer, solo había obtenido unas cuantas caricias con los dedos, intentando reacomodarle.

—No iré... No quiero incomodar a Katniss. —Gale rodó los ojos, deseando darle un bofetón al joven, a ver si despertaba de una vez y dejaba de ser tan sumiso y estúpido.

—Por todos los cielos, Peeta... ¿Aún no has aprendido nada? —El aludido volteó a ver al interior de la casa, para comprobar que Katniss no estuviese ya despierta—. Ya te dije que no debes dejarte manipular por Catnip.

—No es dejarme manipular por ella, la amo. —Gale sonrió, negando con la cabeza.

—¿Y ella te ama a ti?... ¿Se lo has preguntado? —Peeta asintió frunciendo el ceño.

—Sí, lo he hecho y me ha dicho que sí.

—¿Solo te ha dicho que sí o te ha dicho que te ama? —De hecho ni lo uno ni lo otro, Katniss solo le había dicho "real" ante la pregunta que el muchacho le había hecho sobre si lo amaba o no, recibiendo de Katniss tan solo unos cuantos "yo también" cada vez que Peeta le decía que la amaba.

—¿La verdad?... —Gale asintió, esperando la respuesta a su propia interrogante—. Eso no es de tu incumbencia. —Pretendió cerrar la puerta, pero Gale se lo impidió, atravesando su pie entre la puerta y el marco, mirando a espaldas de Peeta, el cual giró rápidamente la cabeza, encontrándose con el serio y somnoliento rostro de Katniss.

—¿Qué haces aquí?

—Invité a Peeta a cazar... Me dijo que sí anoche y ahora no quiere ir... imagino que tú tienes algo que ver en eso. —Katniss caminó hacia el sofá, subiéndose a este, cruzando las piernas sobre el mueble.

—No tenía conocimiento de ello. —Peeta miró a Gale, alzando una ceja.

—¿Ves?... Es cosa mía... No quiero ir. —Gale no dejó de ver a Katniss, quien comenzó a trenzarse el cabello.

—¿Por qué? —insistió nuevamente Gale, enfocando sus ojos en el rubio muchacho, siendo Katniss quien respondiera.

—Él no sabe cazar, Gale.

—Porque tú no le has querido enseñar. —Peeta miró a Katniss y luego a Gale, percatándose de la animadversión que sentían el uno por el otro, sin saber si dar gracias por ello o sentir pesar por aquella amistad, al parecer, ya rota.

—Espanta a todos los animales, lo viste en los juegos, no sirve para eso.

—¿La estás escuchando? —preguntó el capitán Hawthorne, mirando a Peeta—. Vamos a cazar y mostrémosle a la señorita "yo sí sé cazar y tú no" que sí puedes. —El chico levantó la mirada, contemplando el inmutable rostro de Katniss, la cual siguió tejiéndose el cabello, mirándose los pies.

Un juego entre dos sinsajosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora