Después de tomar una ducha rápida en cuartos de baños separados, Gale y Peeta comenzaron a vestirse, sentados en sus respectivas camas individuales, donde a cada tanto Gale contemplaba como los arremolinados cabellos dorados de Peeta, caían desperdigados sobre su agraciado rostro, lo que lo hacía ver deliciosamente seductor, mientras que Peeta observaba disimuladamente los músculos abdominales del soldado, aquellos que se marcaban perfectamente en lo bajo de su torso, mientras que los bíceps y tríceps se acentuaban justo cuando el capitán comenzó a atar los cordones de sus botas militares.
"Esto es una completa tortura", pensó el joven gobernador, quien trataba de enfocarse en su atuendo, alisándole lo mejor que puso sobre la cama, mientras Gale observaba los gruesos brazos de Peeta, deseando tenerlos alrededor de su cuerpo, cobijándole como lo había hecho en el pasado.
"Es tan apuesto... tan bello, no puedo soportarlo". Gale comenzó a sentir como su hombría le estaba jugando una mala pasada, apretando con fuerza su entrepierna, observando hacia otro lado, justo cuando Peeta le dio una rápida mirada, contemplando como el soldado parecía estar sudando y con algún tipo de dolor o eso pensó el muchacho.
—¿Estás bien? —preguntó el asustado gobernante, acercándose a Gale.
—No, no estoy bien. —Apoyó los codos sobre los muslos de sus piernas, aferrándose los cabellos, mirando al suelo—. Estoy intentando contenerme. —Peeta se fue acercando a Gale, quien levantó el rostro al ver los zapatos de su amante, acercarse a él—. Es difícil para mí no desearte como te deseo. —El joven Mellark sonrió por demás complacido.
—No creas que yo soy de hierro, Gale. —El aludido no pudo evitar que sus ojos se enfocaran en la entrepierna del muchacho, la cual mostró un protuberante bulto, el cual había crecido a causa de su candente imaginación—. Desde que me besaste en el despacho, no he hecho más que pensar en tenerte. —Se acercó a Gale, quien alzó la mirada para verle, apartando las piernas para darle espacio a Peeta, para que se acercara—. Te deseo. —El soldado no pudo controlarse más, tomando a Peeta por el pantalón, intentando arrojarlo sobre su cama, consiguiendo que el muchacho se resistiera un poco pero al final, cedió ante aquel forcejeo, dejándose tumbar sobre el colchón.
—La cena... —alegó el joven Mellark, tratando de detenerlo.
—Puede esperar. —Y antes de que Peeta refutara sus palabras, se arrojó sobre él, devorando los delgados labios del muchacho con total anhelo, acariciando su desnudo pecho, ya que ambos solo se habían logrado poner los pantalones y los zapatos, postergando la postura de sus respetivas camisas, admirando la desnudez del otro.
—Nos deben estar esperando... —refutó Peeta, pero Gale no pretendía darle tregua, mordisqueando su boca, su mentón, su cuello y hasta el lóbulo de su oreja, lo que consiguió que Peeta se estremeciera y su ya predispuesto pene se tensara aún más de lo que ya estaba—. Mmm... Creo que después de todo sí pueden esperar unos minutos por nosotros... ¿no? —Gale no respondió y Peeta tampoco esperó su respuesta, simplemente dejó que su cuerpo sintiera lo que deseaba sentir, entregándose a aquel beso que mantuvo a ambos por largo rato, saboreando la boca del otro.
—Te deseo demasiado —notificó Gale entre susurros, comenzando nuevamente a saborear el cuello de Peeta, apretando con fuerza su entrepierna sobre la del muchacho, el cual empujó impetuoso su pelvis hacia arriba, para demostrarle a Gale lo mucho que lo anhelaba—. Eso me gusta. —Peeta sonrió, al ver como el soldado le contemplaba, lujurioso y deseoso de él.
—Quiero resarcir todo el daño que te hice, Gale. —El aludido negó con la cabeza, posando el dedo índice sobre los labios de Peeta, para hacerlo callar.
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Un juego entre dos sinsajos
Fiksi Penggemar[SLASH] La venganza es un juego peligroso, a veces se devuelve en nuestra contra a tal punto de transformar nuestro desprecio en admiración y viceversa. Para Gale, regresar a su distrito implica remover el pasado con Katniss, pero algo más suced...