Capítulo 3.

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[JunMyeon]

Habían pasado ya más de tres horas y SeHun no parecía cansarse de aquel programa de marionetas, pero yo ya no soportaba ver ni un minuto más a los personajes haciendo preguntas ridículas y quedándose en silencio por casi un minuto en espera de una respuesta que por supuesto, jamás llegaría.   

—No entiendo porque te gusta tanto esto, es aburrido SeHun. Deberíamos ver algún clásico, no lo sé quizás ¿Star Wars? Estoy seguro que te gustaría, a todo el mundo le gusta Star Wars

A SeHun no parecía importarle que estuviera hablándole, su cabeza aun descansaba en mi regazo, y de vez en cuando aplaudía de nuevo, provocando que sus infantiles carcajadas resonaran dentro de mi cabeza, haciendo eco en las paredes de mi corazón.

Me estoy volviendo loco. Me estás volviendo loco, SeHun.

No entendía porque su risa resonaba dentro de mi cabeza, porque fantaseaba con como sería el tono de su voz, ni porque hace un rato había sido capaz de escuchar los latidos de su inexistente corazón. SeHun no tenía ni si quiera un día conmigo, joder, apenas tenía unas cuantas horas a mi lado y ya había despertado en mí un millón de cosas que no entendía, que no podía explicar.

—De acuerdo, llegó la hora de apagar la televisión. —en cuanto dije esto SeHun se levantó de golpe y me miró directamente a los ojos. 

Esos ojos, maldita sea, nunca había visto algo tan precioso, estaba seguro que terminarían por ser mi perdición, si bien nunca me he considerado una persona cuerda, si continuaba perdiéndome dentro de aquellos hermosos lagos terminaría por perder el último granito de cordura que me quedaba, así que desvíe la mirada de inmediato

—No me mires así SeHun, apagaré la televisión así tú y yo podemos ir a hacer algo más divertido ¿de acuerdo?—tomé un largo respiro y con todo el pesar de mi corazón dirigí la mirada de nuevo hacia él, algo me decía que el usar la palabra divertido funcionaría, y no me equivoqué, porque en cuanto mis ojos se posaron sobre él, fui capaz de verlo asintiendo efusivamente. Adorable.

Mi plan era llevarlo al taller, si bien había logrado convencerme horas atrás de quedarnos en la sala, sabía perfectamente que no podía retrasar más su reparación. 

En esta ocasión no puso resistencia, me siguió de inmediato, pero apenas habíamos dado un par de pasos  me tomó de la mano, no me resistí, sabía a la perfección que lo único que iba a provocar si me separaba de él, sería lastimarlo. Aprendí unas cuantas horas atrás que si había algo que mi corazón no era capaz de soportar era el ver ese par de hermosos zafiros reflejando tristeza, decepción, dolor...Así que sí, tomé su mano, entrelacé nuestros dedos con cuidado y caminamos hasta mi taller. 

SeHun observaba todo con curiosidad, especialmente los cuadros de Van Gogh que adornaban algunas de las paredes. Se detuvo una vez que estuvimos frente al ventanal que se encontraba justo en medio de la casa, a decir verdad no me sorprendió que lo hiciera, porque la vista era preciosa, siempre ha sido mi parte favorita de la casa, ni si quiera me gusta tanto salir al jardín, mucho menos entrar a la alberca que JongDae insistió tanto en construir, pero siempre me ha gustado admirar el jardín a través del ventanal.

En ocasiones uso el suelo como asiento, y me dedico a mirar a través del ventanal mientras una humeante taza de té verde reposa entre mis manos. Me gusta ver las flores del bonito cerezo caer sobre la alberca, las aves volando por lo bajo o bañándose en la pequeña fuente. A JongDae siempre le pareció estúpido que prefiriera admirar nuestro jardín desde adentro, y no lo culpo, entiendo que cualquier persona preferiría sentir la brisa fresca sobre su rostro, mojarse los pies en la alberca o caminar descalzo sobre el césped, supongo que no soy como cualquier persona.

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