Capítulo 5.

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[JunMyeon]

No sé cómo logré mantenerme en pie hasta llegar a mi taller, las piernas nunca me habían temblado tanto, nunca me había sentido tan fuera de mi mismo. A lo largo de mi vida he pasado por distintas situaciones que han logrado ponerme al borde de la histeria, pero han sido muy pocas, y puedo decir con seguridad que he sido capaz de manejarlas bien, pero el estado en el que me encontraba en ese momento, nunca había experimentado algo así, no podía ponerle un nombre a lo que estaba sintiendo, decir que estaba ansioso era quedarme corto, y decir que estaba histérico quizá sería demasiado ¿o quizá, también sería insuficiente?

Cada paso que daba rumbo a mi taller sólo servía para que las pulsaciones de mi corazón estuvieran al límite de la taquicardia. Me sudaban las manos y no podía dejar de sonreír, mi estómago siendo rehén de un millón de bienteveos, porque pensar en que dentro de poco sería capaz de escuchar la voz de SeHun no me hacía sentir mariposas en el estómago, era algo más fuerte, no era un simple hormigueo, era un cosquilleo constante y fuerte, y en mi mente no podía ver más que a un montón de bienteveos aleteando en mi interior.

Pero más allá de asustarme, me encantaba aquella sensación, las alas de los bienteveos acariciando mi estómago, erizándome la piel y calentándome el pecho, las mejillas, el alma.

Al estar frente a la puerta titubee, estaba actuando como un chiquillo asustado. Sabía que al otro lado de la puerta no me esperaba nada malo, sino todo lo contrario, pero las emociones me embargaron, mi sensatez estaba a solo un paso de caer por un barranco, y el abrir aquella puerta era equivalente a dar ese paso, a dejarme caer, a dejar que SeHun se adueñara de la última gota de cordura que me quedaba.

Las manos me sudaban tanto que tuve que limpiarlas en mi camiseta, porque el lector no logró reconocer mi huella digital cuando traté de ingresarla para abrir la puerta. Después de casi cinco intentos fallidos, finalmente el lector reconoció mi huella, un ligero pitido invadió mis oídos y la puerta se abrió automáticamente, revelando al responsable de que aquellas aves  aletearan enérgicamente en mi interior.

SeHun estaba exactamente en la misma posición en la que lo había dejado, sentado sobre el banquito, con los ojos fijos en la pantalla, pasó de mi presencia, al parecer la película le tenía demasiado entretenido. Aquello me llevó a sonreír, el hecho de que SeHun disfrutara tanto de uno de mis films favoritos me hacía sentir bien, ufano, como nunca creí que podría llegar a sentirme por una cosa tan trivial como aquella.

Era agradable que alguien compartiera el amor por aquella película, porque como podrán ustedes imaginarse mi amor por la saga es una más de las cosas que a JongDae no le parecen respecto a mi persona, porque "Son películas para niños JunMyeon, deberías madurar de una vez por todas." En ocasiones como esta me pregunto ¿qué ve JongDae en mí? ¿Hay si quiera una cosa que le agrade de mí? Caigo rápidamente en la cuenta de que lo único que había estado logrando al pensar en JongDae era agobiarme, sentirme pequeño, exiguo.

¿No se supone que el amor debería engrandecernos? Sí, debería, ¡por supuesto que debería! Entonces porque cuando JongDae salía a flote entre mis recuerdos ¿sentía encogerme?

Un estruendoso aplauso me saca de mis pensamientos redundantes. Pensamientos que no me estaban llevando a ningún lado y que honestamente no valían la pena, al menos no en ese momento, no cuando tenía cosas más importantes en que pensar.

Sonrío como el idiota en el que me voy convirtiendo a cada segundo que pasa, porque mirar a SeHun así es simplemente algo digno de ser atesorado. Cada vez que aplaude la comisura de sus labios comienza a curvarse suavemente hacia arriba, sus ojos rápidamente toman la forma de dos medias lunas, son como dos preciosos lagos, y yo estoy tentado cuando menos a sumergir mis pies.

Robota | SeHoWhere stories live. Discover now