06| ¡At!

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17/08/99

Maaaaaky, ¡Maaaaaky! —dice dulcemente una voz.

Me desperté al momento de oírlo.

—¿Quién es? —pregunté adormilada y desconcertada por el sonido de los cascabeles.

—¡Qué cruel! —se quejó—, ¿volviste a perder la memoria? ¡Levántate ya!

Abrí los ojos y recordé que ahora vivo con ese chico imaginario. Él deslizó las cortinas de la gran ventana, el sol me cayó de tajo y me desperté obligada y con disgusto.

—Ah... Eres tú —balbuceé, somnolienta, con los ojos casi cerrados.

—Mira, deberías al menos llamarme por un nombre, el que sea —puso sus pies helados en mi cara un segundo—. No me hace gracia que me llames "oye" o "tú".

Me quité sus pies de encima con un leve empujón, hice a un lado la manta y me senté en la cama.

Me toqué la barbilla para pensar. —Eh... ¿Qué tal Astro? —lo miré.

Él hizo una cara de asco. —¿Qué? Es muy... agh.

—¿Atlas? —me tallé los ojos para acostumbrarlos a la luz. Esa mañana me atacaba un hambre feroz que podría comerme la ración de mi compañero también.

—¿Estás loca? —me enseña su lengua y estira su párpado inferior con su dedo índice; se veía tierno, aunque parecía estar burlándose de mí por un segundo—. Sólo estás adivinando. Aunque le atines a mi nombre real, no será útil si no lo recuerdas.

Me pongo de pie, y bostezo. —¿Por qué no me dices un nombre que te guste?

—¡Haberlo dicho antes! ¿Qué te parece "Batman, el caballero de la noche"? —suspira y abre sus ojos de gato, satisfecho por su elección.

Casi suelto una carcajada. —¿Y cada que te llame debo decirlo todo completo? —pongo una de mis manos en mi cintura—. ¿Me lo escribes? —sonrío con ternura.

—¿Qué tal sólo Bruce? —se acerca a mí—. Porque, ciertamente, Macky, los nombres que inventas son todos muy raros —se agarra la frente con un par de sus dedos y hace una mueca dramática. Luego tuvo una idea y su cola de gato se levantó—. A ti podemos decirte Robin.

—Ya caigo, no somos iguales —entrecierro los ojos.

—¡Claro que no! Robin únicamente es el leal asistente de Batman.

—Lo que quiero decir es que yo sí tengo un nombre.

—¡Uh! ¡Golpe bajo! —fingió que recibía un golpe en el estómago y se desmoronaba en el aire.

—Muy bien, Batman, el caballero de la noche —rodé los ojos y él se animó en automático, se acercó a mí, yo permití que mi cara se acercara más a la de él.

Él sonrió divertido cuando estuvimos frente a frente, mostrando una vez más, sus dos tiernos colmillos que comenzaban a gustarme mucho. Luego, preocupada por nuestra cercanía; mis mejillas se tornaron rosadas. Y ese chico de cabellera negra enserió su cara, abriendo sus enormes ojos como platos y tomó mi barbilla.

—Hey, Macky, ¿estás enferma? —preguntó inocentemente—. ¿Tienes fiebre? Tu cara está realmente...

Mi corazón se sintió inquieto, como si ésta escena ya la hubiera vivido antes. Giré mi cabeza para separar su mano de mi barbilla y di unos cuantos pasos atrás. —No, es que hace calor —mentí.

Al momento de girar mi cabeza, inconscientemente encontré mis ojos con aquel dibujo enmarcado que yacía sobre el buró a un lado de mi cama.

Suspiré hondo. —Oye... —agarré el marco y lo miré—, esto, ¿sabes qué es?

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