10:00 a.m.
Luego de desayunar, salimos a caminar por los campos baldíos del pueblo, admirábamos en silencio los árboles viejos y enormes que se levantaban sobre nosotros.
At iba delante de mí flotando como siempre, sus pies arqueados se miraban ligeros, como si fuese a pararse y correr más rápido que una liebre. Después, lo vi recolectando las nueces más altas de las jacarandas y eso le ocupaba los brazos por completo. A veces me bajaba una rama con flores moradas y me las colocaba en el cabello.
—At... —lo llamé, él acudió a mí al instante—. Hay algo que no me has dicho... ¿cuánto tiempo disponemos para recordar tu nombre?
—No lo sé... Ya lo descubriremos —comentó, despreocupado. Metió en los bolsillos de mi pantalón algunas nueces que recolectó—. Tus bolsillos no son suficientes para guardar mis tesoros —advirtió con desilusión.
—¿Que ya lo descubriremos? —fruncí el ceño con sorpresa—. ¿No lo sabes?
At se encogió de hombros, también llenó el gorro de mi sudadera con nueces. —Hey. Yo estoy en la misma situación que tú. No tengo idea de lo que el mundo imaginario esté planeando.
«El mundo imaginario...» dijo At, es de donde viene él, donde sólo hay sombras.
—Parece que soy la única preocupada por el tiempo... ¡At! ¡Son pesadas! ¿Por qué no llenas tus propios bolsillos?
At se paró (flotando) frente a mí y me señaló los bolsillos de su pantalón abombado. —Ya están repletos.
—¿Para qué quieres tantas nueces?
Volvió a encogerse de hombros y sonrió entre dientes y con los ojos cerrados. Dio media vuelta y continuó el camino.
—Por cierto, hay un sitio al que debemos ir, necesitamos revisar que todo esté en orden, ¿vamos ahora? —me miró de reojo.
—Nos faltan unos metros más si seguimos por aquél sendero —señaló con el brazo bien erguido hacia un camino que, por la mala hierba, apenas era visible.
—Pero ya me cansé —suspiré y me agaché para recargarme sobre mis rodillas.
Se volvió hacia mí, puso sus manos en su cintura y se inclinó un poco—. Macky, ¿quieres que te cargue? —me mostró una sonrisa traviesa.
—Sabes que, si lo haces, se vería bastante anormal —me incorporé.
Quizás las personas piensen que estoy poseída o algo así.
Él ríe. —¿Verdad que sí? —At se acercó a mí y tomó mis manos.
Me enserié. —O-Oye..., ¿qué crees que haces? —dudé mientras lo miraba halar mis muñecas.
—Sólo calla —dijo, malicioso. Jaló más arriba mis brazos hasta ponerlos alrededor de su cuello. Él tomó mi cintura y estando así, me levantó con él; sentí mis pies abandonar la firmeza del césped y los balanceé.
Suspiré nerviosa y emocionada. Solté una risita traviesa mientras miraba cómo nuestros cuerpos subían un par de metros. —¡Hey! Alguien puede vernos —tartamudeé.
—Sólo un momento más —me tomó más fuerte, como temiendo que fuera a caerme—, nadie está mirando —avisó y dio un par de vueltas en el aire.
Tocarlo fue recordar ese sentimiento de cariño tan diferente al que siento con mis padres. Ahora estaba totalmente cerca.
«¿Un amigo imaginario tiene tanto poder como para levantarme entre sus brazos?» Pensé. Recargué mi cabeza en su hombro, tan cerca de su cuello, y de su piel, tan blanca, tan cálida, surgía una suave fragancia a hierba salvaje y... a tierra mojada. Era embriagador.

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At
Teen FictionYo tenía roto el corazón y no encontraba el motivo, hasta que lo vi y no pude reconocerlo... Él viene de 'ese' mundo poco conocido. Un amigo que confía en ti aun cuando un adulto cree que has perdido la cabeza. Pero si lo olvidas, desaparece. ©Todos...