16/08/99
8:00 a.m.
Desde que abandoné el cuarto de hospital (e incluso ahí), me imaginaba dormida de cuerpo y mente, y me sentía más que vacía... Y luego, de repente, ya estaba llena de vida, justo cuando él me despertó esa mañana.
Puedo decir que la verdadera personalidad de este chico es enérgica e infantil. Ayer se portó muy comprensivo conmigo porque "era necesario", sin embargo, su verdadera faceta es muy traviesa y abrumadora.
Muy temprano, por la mañana, fui con mis padres a solicitar mi permiso de ausencia a la escuela con la directora de mi secundaria. Ya había comenzado el ciclo escolar, pero mis padres no me dejarían asistir por 'cualquier cosa' que pudiera suceder. El chico de ojos zafiro estuvo conmigo todo el tiempo, señalándome cada rincón de la institución adonde solía ir, y cuando tuve que ir al baño, él me guió.
Y en casa, cuando quise darme un baño porque me moría de calor..., él incluso estaba ahí, volteado para no verme. Como él nunca dejaba de hablar, no me sentía sola. Me recordó cuál era mi bata de baño, mis zapatos habituales e incluso mis pertenencias más diminutas. En menos de un día ya sabía que podía confiar en él, pero no estaba dispuesta a admitirlo.
El sol era muy intenso. Nos encaminábamos a la dulcería local, él estaba a mi lado, con sus manos en la nuca y sus piernas cruzadas, a veces cambiaba de posición.
—¿Entonces de dónde eres?... Esas —dije dudosa y lo miré—, "ropas" no se ven por aquí —me dirigí hacia él resaltando la palabra "ropas" de mis labios mientras nos encaminábamos a comprar algunos dulces.
—Ya te lo dije, tú fuiste quien me dio permiso de estar en tu mundo, para empezar —contestó aburrido, hacía parecer que eso me lo dijo mil veces. O que no sería necesario si yo lo recordara. —Soy todo como te gusta —contestó, sarcásticamente. Me eché a reír.
—Jamás me he puesto a pensar qué clase de chicos me gustan —desvié la mirada hacia una pareja que pasaba a nuestro lado.
Caminamos un poco, al ver que no decía nada, volví a hablar.—Es que no me lo creo. ¿Cómo? ¿Mediante un ritual? —pregunté, nuevamente con ironía y sarcasmo.
Sabía que tenía que recuperar mis recuerdos. Y algo me decía que él era parte importante de ellos.
—Yo... llegué un día a tu vida cuando tenías alrededor de cinco años —su voz se enserió tanto, que lo volteé a ver, muy atenta—, yo estaba perdido, vagando sin sentido, y la primera vez que tus ojos se cruzaron con los míos, supe que ya te pertenecía. Cuando me viste, dijiste "estás aquí" y sonreíste, como si sólo hubieses estado esperando por mí, yo creí que eras muy rara porque me sonreías a pesar de estar llorando, tus ojos estaban irritados y... supe que estabas tan sola que yo.
Bajé mi mirada, de repente esa escena borrosa se presentó con brusquedad en mi cabeza. Y me detuve. Otra vez... Está pasando, los recuerdos vienen como el viento, solo de paso, pero jamás los puedo ver con claridad. La cara del muchacho de cabellos alborotados, mirándome con extremísima curiosidad y sin gestos, tan clara, tan lisa... Pura. Definitivamente se trataba de su rostro.
Cuando el chico de orejas puntiagudas se dio cuenta de eso, se volvió hacia mí y tuve su cara muy cerca. —Macky, ¿qué ocurre? —preguntó, tenía los ojos bien abiertos y exploró mi rostro.
—Nada, aún estoy algo aturdida, creo —exhibí una sonrisa abierta, incorporándome. Me extrañó que no me sentí incómoda por su cercanía conmigo.
Llegamos a la dulcería y, antes de entrar a la tienda, me paré frente a él y alcé la mirada. —¿Seguro que nadie te puede ver? —advertí, él se desesperó.

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Teen FictionYo tenía roto el corazón y no encontraba el motivo, hasta que lo vi y no pude reconocerlo... Él viene de 'ese' mundo poco conocido. Un amigo que confía en ti aun cuando un adulto cree que has perdido la cabeza. Pero si lo olvidas, desaparece. ©Todos...