Adios, Querida Alice..

Adicta.

Alice POV

Mi condición es delicada, dijo una vez mi madre.
Delicada y una mierda! Soy una maldita y asquerosa adicta, no hay delicadeza en mi "condición", dios sabe que no.
Pero no soy tampoco una adicta cualquiera, saben? No soy adicta a las drogas, eso fue una etapa (pésima por cierto), ni soy adicta al alcohol, o a los juegos de azar.
"Pues entonces, Alice, a que rayos eres adicta?" se preguntarán, soy adicta a la Gente Toxica.
Todo comenzó cuando tenía 4 años, y me mude a la que aún es la casa de mis padres, de todos los hijos de los vecinos me hice amiga de la única niña que andaba tirada en el barro bajo el árbol de su abuela, jugando con las ramas que desenredaba de su cabello. Qué tiene de malo eso? Pues nada, si no contamos con que esa niña se robaba mis juguetes, me rompía la ropa, y luego, para cubrir a mi "amiga" decía que había perdido mis juguetes en el jardín y que mi ropa se había roto sin que yo lo notase. Recuerdo una vez en que llegó a tirarme tan fuerte del cabello que caí redonda al suelo, llorando y gritando para que alguien hiciese que dejara de patearme.
Fue mi primera decepción, pero cabezota como soy, seguí buscando esa amiga para toda la vida que toda chica buena tiene.
Así llegamos al primer año de colegio, donde la niña más peligrosa del grado se hizo mi "amiga" quien sabe como ni porqué. Vivía en la peor parte de la ciudad, tenia una familia con muy mala fama, los niños decian que era rara, pero vamos, tenia 6 años, yo solo pensaba que los demás niños eran malos con ella dejándola de lado por cosas sin sentido.. Hasta que le rompí un lápiz sin querer y me esperó a la salida con todos sus primos para golpearme. Tuve que cambiarme de turno.
Entrados los 7 años transfirieron a una niña de buena familia, amable y tranquila al grupo, tenia un par de manías raras, pero pensamos que el entrar a un grupo nuevo la ponía nerviosa e inventaba cosas para llamar nuestra atención.
Si no me había bastado con Lucille y Carol, Marie Ann no fue mucho mejor, solo más largo; de segundo a sexto grado nuestra amistad se basó en mi defendiéndola de los que la trataban de gorda o fea, y ella copiandome la tarea, en mi llevando comida para las dos compartir en el receso, más allá de la no muy buena situación económica de mis padres, y ella negándome un poco de agua porque una saliva extraña en su botella haría que su madre al tomar un trago vomitara, yo invitándola a jugar a mi casa para que no pasara todos los días escuchando pelear a sus padres, y ella encerrándome en mi propio baño y comiéndose mi pasta dental saborizada.
Creo que terminé por hartarme solo cuando sus maldades llegaron a herirme físicamente, mis emociones que se jodan. Por eso la mandé al mismísimo diablo cuando llenó de protector solar el pasamanos donde jugabamos justo antes de que me tocara a mi, yo me lleve una torcedura de tobillo y ella una suspensión.
Todo esto suena a quejas de niños, verdad? Pues va empeorando, creanme.
Al llegar a la preadolescencia..

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