Llore y me lamente las perdidas de una vida pasada, grite y patalee para no vivir más arruinada, en el desierto del quiebre, que no se encuentra ni un amor lluvioso, ni un amor demasiado seco.
Sentí cansancio de tanto caminar las mismas calles, de tanto nadar los ríos secos, llenos de piedras, de heridas.
¡Esto es un servicio de la guerra emocional!
Nos fumamos dos tabacos y esperamos despertar.
Se pierden los sueños y casi toda la vida, se escuchan murmullos en un muro de tierra y se siente vida en un montón de señales a mano, sí, abrazos.
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