IV En el bosque

37 0 0
                                    


A lo lejos se oye el aullido de un lobo. Los suevos se miran intranquilos entre sí, no dicen nada. No les gusta aquel ruido que interpretan como un mal presagio. Los aullidos se oyen más cercanos. El jefe detiene la comitiva, y con un destacamento se adentra en el bosque .

Las luces de la tarde descienden en la floresta, y el color del bosque se tiñe de tonos violáceos. Ha dejado de oírse la voz del lobo. Una sombra se introduce en la comitiva y se echa a mis pies. Los hombres se distancian y apuntan con las lanzas hacia el enorme animal, que como un manso cachorro lame mis manos. Le acaricio la pelambre. Es Lone, el lobo amansado que vivía con Enol y conmigo en el poblado


Mi alegría dura poco, los hombres se abalanzan sobre el lobo, le hieren y éste huye. En los días siguientes rastreará los pasos de la comitiva, y oiremos sus aullidos a lo lejos.

Recordé que el día después de haber curado al padre de Lesso me desperté muy de mañana, procurando no hacer ruido para no despertar a Marforia, que aún dormía, y salí de la casa del acebo. En el camino hacia el bosque encontré a Lone. Siempre me alegraba ver al lobo. Nadie se atrevería a seguirme estando él porque enseguida gruñía, amenazador,ante la presencia de extraños. Cubrí con un manto oscuro mi vestido de tonos claros y el lobo se situó junto a mí, guardando mi paso.

- 53 -

Emprendimos el camino. Bajo el brazo llevaba provisiones para el herido ocultas en el cántaro de agua. Al doblar un recodo del sendero vi a Fusco, cerca del vallado de piedra junto al camino. A Lone se le erizó el pelo y comenzó a gruñir. Fusco se asustó mucho, conocía bien lo peligroso que podía llegar a ser Lone.

-Sujétalo.

-Aléjate, Fusco, que hoy tengo mucho que hacer y no estoy para bromas.

Fusco se subió al muro que rodeaba el camino, mientras Lone seguía gruñendo.

-¿Adónde vas tan de mañana?-No te importa.

-Pues ya puedes volver pronto. ¿Conoces las nuevas?Le miré interrogante.

-Ayer llegaron hombres de Lubbo al poblado y hablaron con Dingor.

-¿Y...?-No lo sé bien -explicó Fusco-, creo que buscan aun fugitivo. Han convocado a todos los del poblado a mediodía en la fortaleza. No puede faltar nadie. Enol debería ir.

-No sé dónde está -dije preocupada.

-Entonces debes ir tú. Podríais tener problemas con Dingor.

El lobo gruñó torva mente, notaba que algo desconocido me amenazaba. Cogí a Lone por el cuello, acariciándole para que se tranquilizase y me alejé de Fusco, que, asustado en lo alto de la tapia, me siguió con la mirada.

Procuré dar un rodeo amplio y no fui por el camino acostumbrado. No sabía si me estaban acechando. Dejé a Lone detrás de mí. De alguna manera, el lobo entendía que no podía dejar que nos siguiesen. Caminé deprisa y me introduje por el estrecho sendero que conducía al arroyo del bosque. A veces debía detenerme porque me golpeaban ramas de espino, zarzas y tojos. El bosque, a pesar del verano,era espeso y fresco por aquella zona. Mi ánimo se oscureció:lo que Fusco me había comunicado era un gran problema; la

- 54 -

presencia de los hombres de Lubbo en el valle de Arán era lo peor que podía ocurrir.

Temía por el herido, desde la marcha de Enol yo me encontraba sola y me sentía responsable de él. Enol se había ido hacía ya tres noches. El herido debía marcharse: si los hombres de Lubbo le descubrían, si sabían que alguien en el poblado le había ayudado... destruirían el castro; pero sus heridas no habían curado aún del todo. Necesitaba ayuda y yo no sabía a quién pedírsela.

LA REINA SIN NOMBREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora