La ridícula idea de perderte. 16

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Abrió los ojos de repente y vio como el taxista que lo llevaba hasta su casa no paraba de observarlo curioso porque tras esos golpes parecía alguien conocido, prefirió guardar sus intrigas, algo difícil para un taxista, y lo llevó en silencio hasta esa avenida donde quedaba su casa. Se había dormido en el camino, claramente esa pastilla para los dolores era más fuerte de lo que pensaba. Intentó quedarse despierto en lo que restaba aunque se sentía un poco atareado, cuando llegó llamó a su empleada para que pagara el taxi, mientras todos los que esperaban estaban ardientes de felicidad por verlo llegar, César había vuelto a su casa. A su mamá se le iluminaron los ojos como a nadie cuando lo vio, tenerla en México tanto tiempo había sido toda una odisea porque ella no abandonaba su amada isla, su Cuba, pero por su hijo haría lo que fuera y entre eso estaba esperarlo con los brazos abiertos.

Cuando todos lo saludaron y le hicieron saber que estaban contentos con su regreso los dejaron solos, Doña Fina no podía quedarse con la intriga, mientras tanto él caminaba por su habitación buscando lo necesario para darse un baño.

-¿Vivian no vino contigo?
-¿Cómo, no estaba aquí?
-Pensábamos que estaban juntos, ¿acaso no estuviste con ella? –sorprendida- ¿estuviste solo y volviste así? Dios me voy a volver loca... ¿sabes dónde está ella?
-Estoy seguro que está bien, no te preocupes.
-Pero no... no puedes decirme eso y no preocuparme, desaparecen por días luego de la muerte de Carla como si no fuera poco y me dices que me calme.
-Tranquila, te juro que estoy bien. Tuve que alejarme de todo uno días, perder a Carla fue uno de los peores dolores que me pasó y que jamás podría deseárselo a alguien.
-Me puedo imaginar hijo, pero no tiene explicación que hayas vuelto así. Esos golpes no son de alguien que se aleja de su vida por unos días porque sufrió la muerte de uno de sus hijos... si te alejaste tendría que haber sido para llorar, para estar de luto no para parecer que volvieras de una guerra. César estás todo sucio, golpeado, hasta estás más flaco ¿acaso te diste cuenta que estás sangrando porque tienes el labio partido?
-Me robaron la cartera y el teléfono por eso no pude comunicarme con nadie.
-suspira resignada-Ya entendí que no me vas a decir nada, pero no vuelvas a hacer esto toda la familia está loca por saber que paso contigo. Mariana llama por lo menos 3 veces al día, te hubieras preocupado por su embarazo... ¡no puedes darle estos sustos así, se un poco más considerado hijo!
-No me regañe Doña Fina... -se acercó a tomarle de las manos y a besárselas- deja que mi cabeza se tranquilice, acabo de llegar a casa después de algo horrible. Entiéndeme por favor y hazles saber a todos que estoy bien. –su madre sonrió aliviada- te abrazaría pero apesto...

A su madre no le importó para nada y se aferró a su cuerpo.

-Te quiero, yo también me muero si te pierdo a ti.

El corazón de César se debilitó por unos momentos, hacía tanto que no veía a su madre y después de toda la tragedia que se le había venido encima por fin empezaban los momentos de alivio.

-Báñate, voy a buscar alguna medicina para tus dolores.
-Gracias.

Ya bañado y perfumado aunque con dolores empezó a ver cómo iba reconstruir su vida. Pensó en Vivian, aunque preferiría no acordarse de ella... casi no podía entender como había sido capaz de tal cosa. Era demasiado, había tocado un límite de venganza que jamás pensó que sería capaz, mucho menos que ella planeara tales cosas. Claramente el odio que le tenía era mucho mayor al que pensaba, no sabía si estaba preparado emocionalmente para enfrentar y descubrir por qué lo hizo. Se acercó al espejo para ver cómo estaba y los moretones eran notorios pero disimulables. Luego de despejar esas ideas, llamó a su productor, el cual para él escucharlo había sido todo un alivio, esos días de desaparición de César ya no sabían cómo cubrirlos y le prometió que se acercaría a la empresa cuanto antes para platicar. César se sentía apenado, era demasiado responsable con su trabajo.

La ridícula idea de perderte. #VyCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora