Capítulo 15°

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Jos y su madre llegaron a su hogar, entraron y se encontraron a Fernanda, que estaba dormida en el sillón.
Canela la vio y sonrió.

— La llevaré a su habitación para que pueda descansar mejor — dijo el.

La cargo delicadamente entre sus brazos y la llevo hasta su habitación, la colocó sobre su cama y la tapó con una sábana.

Cuando volvió al living diviso a su madre sentada en uno de los sillones, se notaba algo preocupada.

José se sentó a su lado y tomó su mano .

— ¿Pasa algo, ma? — cuestionó.

Mariana suspiro y miró a su hijo.

— Estoy algo preocupada Jos — respondió.

— ¿Por que? —

— Fernanda renunció a su empleo, y yo tenía un negocio con la señora Mendoza, pero acaba de llamarme al parecer tuvo un problema y ya no haremos nada —

— ¿Y la mensualidad que Fernando te da? — cuestionó el pelinegro.

— No te había dicho pero desde hace más de un año que tu padre no nos da ni un centavo  — respondió ella.
Con la liquidación de Fernanda podremos vivir por un par de semanas, después veré como consigo dinero — dijo preocupada.

— No te preocupes mamá, yo conseguiré un empleo por las tardes y te ayudaré — dijo Canela.

—¿Enserio Jos? —

— Claro  ma, tu me haz dado todo siempre y creó que es momento de que yo te ayude con los gastos y todo eso —

— Gracias mi amor — respondió ella con una sonrisa, ambos de abrazaron.

Más tarde, Jos leía un libro de Álgebra,
pero le era imposible concentrarse, no tenía cabeza para eso, no podía dejar de pensar en Alonso y en todo lo que la chica rulosa había dicho.
Alonso tenía muchas posibilidades de éxito, y lo que Canela más quería era ver feliz a Alonso.
Lo que no terminaba de convencerlo era que debía estar en Australia por casi dos años.

" Yo esperaré por el el tiempo que sea necesario " — pensaba.

También estaba preocupado por el asunto de su madre, había pensado en correr la carrera, pero descartó esa opción, era muy peligroso y podría morir en el intento.
La única opción era conseguir un empleo.

Al día siguiente, Jos se fue más temprano de lo habitual, caminaba por la acera de la calle, el sol aún no aparecía así que todo estaba bastante obscuro.
Tenía mil cosas en la cabeza.
Llegó a un pequeño parque que estaba cerca de la casa de Alonso,  se sentó en un columpio y se balanceo muy lentamente.

Divisó a dos chicos dentro de un auto, al parecer peleaban, ya que el chico estaba muy alterado y la chica lloraba.

Canela observaba aquella escena.

De un momento a otro el chico salió del  auto, lo rodeó y bajo a la chica bruscamente, para después tirarla al suelo.
El chico subió de nuevo a su auto y se fue.

Jos fue rápidamente hacia la joven.
La levantó con cuidado y la miró algo confundido.

— ¿Estás bien?  — le preguntó.

La chica bajo la mirada.

— Tranquila, sólo quiero ayudarte — dijo el.

Ella inconscientemente lo abrazo y volvió a llorar.
José no sabía que hacer así que se limitó a corresponder a el abrazo.

El sol apareció y las calles iniciaron a iluminarse.
Cuando ella estuvo más tranquila Jos la llevó a una banca del parque.

— ¿Ya estás mejor? — cuestionó.

— Sí — respondió.

—  Se que acabas de conocerme pero pensé que tal vez quieras hablar de lo que pasó — dijo el y rasco su nuca.

— Soy Sofía — dijo ella.

— Jos — respondió.

— Lamento que hayas presenciado eso, enserio lo siento — dijo apenada.

— No tienes que disculparte, además estuvo muy mal que el te tratará así — respondió.

— No quiero verlo nunca, es un
idiota — dijo ella.

¿Quieres decirme lo que pasó? —

La ojiazul suspiro y sus ojos de cristalizaron.

— Estoy embarazada — dijo algo triste.

Jos se sorprendió ante su respuesta.

— ¿Por eso te trato así? —

Ella asintió.

— Pues es un imbécil — dijo.

Canela y Sofía se dirigieron a una cafetería que estaba cerca de la plaza para poder hablar mejor.

— Cuando mi padre se enteré estoy segura que me echará a la calle — dijo ella entre sollozos.

Yo pienso que debes decírselo —

— Lo conozco muy bien, se que nunca aceptaría esto, creo que es mejor que no tenga al bebé — dijo triste.

— NO —  dijo el  — No puedes hacer eso, el es tu hijo, y debes protegerlo y luchar por el, no matarlo —

— Pero no puedo, no tengo nada ni a nadie que me ayude — sollozo.

— Ahora me tienes a mi — respondió el ojimiel.






El Piano (Jalonso) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora