Esto simplemente se estaba dando, eran de esas cosas que temes que sucedan pero cuando suceden no quieres que se interrumpan. Ver a Galván en esa Iglesia fue una sorpresa muy grata e inesperada, pensaba que me alejaría unos días de él y que eso enfriaría las cosas entre nosotros... A pesar de que los últimos días él había estado muy distante.
Roberto me instó a que le escribiera y le dijera para hacer algo al día siguiente. Yo no me animaba, me parecía demasiado, pero para Rob era como una aventura, algo divertido y peligroso.
—Si yo pudiera lo haría, le invitaría a salir. ¿Qué tienes qué perder, Ámbar? Por el contrario, podrías divertirte... —dijo aquella noche cuando llegamos a la posada donde yo me estaba alojando. Él quedaba en lo de su hermana pero la casa era demasiado pequeña, y para no molestarlos yo decidí alojarme en una pequeña posada.
—No lo sé... ¿Estás seguro? —pregunté dubitativa.
—No, pero como te digo: ¿qué tienes que perder?
—¿Mi trabajo? —respondí enarcando las cejas.
—No lo vas a perder por pasearte con él por el pueblo, además siempre puede no aceptar. Tú solo inténtalo —insistió.
Así fue como me animé y le envié el mensaje, pero apenas se fue, me arrepentí. Galván me confundía, la mayoría del tiempo no parecía ser de esas personas que permitieran ninguna clase de acercamiento, pero luego y por momentos parecía ceder. Me imaginaba que era un hombre muy solitario, y esa clase de personas tienden a ser muy mañosas.
Eran casi las diez de la mañana, habíamos quedado en vernos a esa hora en la Iglesia, la verdad estaba en la esquina desde las nueve y cuarto. Llegué más temprano de lo que debía por la ansiedad que me generaba todo aquello. Observé desde la esquina por si lo veía ingresar, pero no había llegado aún. Fiel a la hora me encaminé al sitio y para mi sorpresa, él ya estaba adentro. ¿A qué hora habría llegado si yo no lo vi entrar? Y eso que estoy aquí hace bastante tiempo.
—Hola, profesor —lo saludé y él se giró al oír mi voz. Se veía guapo en esa tenida casual. Traía puesto un jean azul marino y un pullover de lana fina de color negro que tenía cuello alto, llevaba puesta una gorra y una campera bien abrigada, y sus gafas de siempre.
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Con los ojos del alma ©
RomanceOBRA N°3 DE LA SERIE "AMOR EN UN MUNDO INCLUSIVO" ESTA OBRA SERÁ PUBLICADA POR NOVA CASA EDITORIAL Ámbar perseguía la libertad, aquella era la palabra que marcaba su camino, su destino. Volaba de un lado al otro, en búsqueda del lugar donde por fi...