En honor a ellas

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Estaban celebrando el cumple de Shane en casa de Charlie, todos se encontraban riendo y charlando. La alegría era palpable en el ambiente. Todos se encontraban alrededor de la piscina. Savannah miró a sus amigas.

—Estás enorme, Sav —comentó Erina y Erika le dio un codazo. —No seas grosera —la reprendió Erika mientras la fulminaba con la mirada.

Todas rieron ante la pelea de las gemelas. Fleur y Helen le pasaron a Savannah un libro sobre recién nacidos.

—Lo vimos ayer y creímos que te gustaría —explicó Helen y Fleur sonrió.

— ¿Falta poco para que des a luz? —inquirió Fleur con curiosidad.

—Ya estoy en la fecha, debe ocurrir esta o la próxima semana —se encogió de hombros, empezó a revisar el libro cuando sintió un líquido bajar por sus piernas. Se tocó su voluminoso vientre cuando sintió una punzada, miró a las gemelas.

—Chicas, acabo de romper fuente —musitó Savannah mirando asustada a sus amigas. Melanie y Karla la agarraron, al darse cuenta del dolor que vino con otra contracción.

—Shane —gritó Helen—. Los bebés están llegando.

Eso hizo que Sawyer, el cual estaba haciendo una broma, se callara abruptamente y mirara a Shane, quien estaba aturdido. Alex y Charlie le dieron un empujón.

—Tu esposa va a dar a luz, hermano.

Shane reaccionó, todos comenzaron a entrar en pánico al escuchar un grito de Savannah.

—Shane, entra en pánico después —eso fue lo único que lo hizo espabilar y correr al lado de ella. Fred estaba con Marie en la piscina, enseñándola a nadar, apenas escuchó lo que estaba pasando, sacó a Marie de la piscina y la mandó a cambiarse. Y fue la hacer lo mismo.

— ¿Estás bien? —Shane estaba asustado, sus bebés estaban llegando.

—Sino me llevas cuánto antes al hospital, si lo estaré —exigió, dándole una mirada reprobadora.

—Vayan, yo iré con los niños a buscar tus cosas y la de los bebés —les dijo Helen con una sonrisa compresiva.

—Los bolsos están en mi habitación —le indicó Savannah—. Debajo de la cama.

Apretó los dientes por el dolor que le causó la contracción. Shane la agarró salieron por la puerta del patio hacia donde habían aparcado el auto.

Le abrió la puerta, y la ayudó a subir, le abrochó el cinturón. Cerró la puerta, rodeó el auto y subió al asiento conductor.

—Shane, apúrate —dijo entre dientes.

Una contracción más fuerte, la hizo gruñir y casi soltar un sollozo. Eso hizo que Shane aumentará la velocidad y empezara a preocuparse.

—Respira hondo —instruyó Shane—. Inhala y exhala, amor.

Condujo lo más rápido que pudo, intentó calmarse y ayudar a Savannah a hacer las respiraciones que les instruyeron en las clases de parto.

—Te amo, Savannah, sé que estás sufriendo y eso me amarte aún más. Estás soportando este dolor por amor a nuestros hijos —Savannah lo miró con amor.

—Por ellos, soportaría cualquier cosa —cerró los ojos por el dolor que vino con la siguiente contracción.

Shane aparcó frente al hospital, salió y la tomó en sus brazos al ver que ella no podía sostenerse.

—Peso mucho —se quejó, lo miró con vergüenza, ella se había pesado había aumentado 10 kg.

Él la ignoró.

Atados de manos (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora