Desde cero

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Él observó a Savannah, había vuelto el color a su piel y sus mejillas volvían a tener el hermoso tono rosa que siempre tuvo. Para  él fue difícil las últimas tres semanas, pero por fin ella volvía a tener color. Los moretones habían perdido el color, apenas se veían. Juego con los dedos de ella, mientras la observaba con detenimiento, como si en cualquier momento, ella fuera a despertar y él quería verla abrir los ojos.   

––Abre tus hermosos ojos verdes, amor. Quiero volver a verlos ––suplicó Shane con anhelo––, te extraño, nena.   

Su esperanza no dimitió en ningún momento. Shane lograría que ella lo recordará, si lo había olvidado. Volvería a conquistarla, como siempre debió haberlo hecho. Savannah es la mujer de su vida y no la dejaría ir sin haber luchado por su amor. Perdió varios años con ella por su estúpido orgullo y ego, eso jamás volvería a pasar. Estar sin ella, lo rompería en demasiados trozos, tan pequeños que sería incapaz de juntarlos de nuevo. ¿Cómo sobrevivir sin el amor de tu vida? ¿Tu otra mitad? Imposible. Nadie podría.   

Llevó la mano de Savannah a su mejilla. ––Vuelve conmigo, amor. Marie y Fred te necesitan. Gabe no es la misma sin ti, yo no seré el mismo sin ti, cariño ––besa la mano de la mujer que ama y susurra––: podría seguir respirando sin ti, pero jamás podría vivir ser feliz sin ti a mi lado.   

Cuando volvió la vista, vio un pequeño aleteo en las oscuras y largas pestañas de ella. A Shane contuvo la respiración, viendo como ella luchaba por abrir los ojos. ––Vamos, amor, tu puedes ––incito, con la emoción corriendo por sus venas.   

Cuando por fin los abrió, Shane vio que ella estaba desconcertada. Él estiró la mano y tocó el botón rojo, avisando para que viniera una enfermera. Ella intentaba enfocar la vista, la confusión y el miedo cubría sus facciones.   

––¿Shane? ¿Qué haces aquí? ¿Donde estoy? ––pregunto desconcertada, lo miró con total confusión. Al ver que sus ojos no brillaban al verlo, él supo que lo estaba pasando: El amor de su vida, había olvidado los últimos meses. Los meses en los que volvieron a estar juntos, los meses en que dejaron de ser enemigos a amigos, luego a novios y prometidos.   

Un dolor se asentó en Shane. Le dolía en lo más profundo. ––Si, estas en el hospital, Savannah ––intento tranquilizarla pero el mismo estaba por dentro intranquilo.   

––¿Porque? ¿Qué pasó? No recuerdo nada... ––se detuvo, la vio intentando recordar el accidente––. Me duele ––se llevó la mano a la cabeza.   

––No te esfuerces ––le suplico Shane––, tuviste una lesión cerebral. Espera a que llegue el doctor y las enfermeras.  

––Vale... ¿Qué haces aquí? ––Shane respiro hondo, ordenando sus palabras para poder darle una buena respuesta...

––Estoy cuidando de Marie y Fred ––le contó. Ella miró la mano de ella que estaba entre las de él. Lo miró con desconfianza.  

––¿Porque? ––él abrió los ojos como platos.  

Intento darle sentido a su pensamiento. ––¿Qué es lo último que recuerdas? ––le pregunto.  

––¿Qué día es hoy? ––él la miró nervioso.  

––Es domingo ––respondió Shane.  

––Era lunes, estaba llevando a Marie a su primer día de escuela ––frunció el ceño.  

Él se mordió el labio y le confesó el tiempo que había pasado––: Eso fue hace ocho meses.  

––¿Ocho meses? ¿Cómo? ¿Cuánto tiempo llevo aquí? ––señalo la habitación.  

Atados de manos (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora