Capítulo 4 | Irremediablemente cobarde.

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Recargo mi barbilla en una mano, contemplando el entrenamiento de Dave, que se dedica a correr en el campo mientras atrapa el balón

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Recargo mi barbilla en una mano, contemplando el entrenamiento de Dave, que se dedica a correr en el campo mientras atrapa el balón.

Siempre que termino mis actividades extracurriculares y no tengo ninguna clase después, me gusta venir a sentarme en las gradas y ver al equipo de football entrenar, más que nada para animar a mi mejor amigo.

Doy un bostezo de cansancio e intento poner buena cara al ver a Dave subiendo las gradas rápidamente para llegar hasta mi. El uniforme se le ha pegado a la ropa, y de su cabellera rubia caen gotas de sudor. Le tiendo una botella de agua y él la bebe con velocidad, provocando un ruido con la garganta al ingerir.

—¿Qué tal te fue en tu clase de historia? —pregunta sentándose a mi lado.

Mi vista sigue en los otros jugadores, que se dedican a descansar y hablar entre ellos.

—Mal —me quejo—. Tuve una exposición y todo me ha salido mal. Improvisé.

La palabra es clave para que él pueda entender la gravedad del asunto, pero de su parte solo obtengo una carcajada. No entiendo que le parece tan gracioso.

—Lo siento —la sonrisa en su rostro desaparece de golpe—. Pero ¿tú improvisando? no es algo fácil de imaginar, tiendes a querer siempre tener todo bajo control.

—Pues gracias señor obvio, no esperaba mejor respuesta —le contesto con ironía.

—Ya, estás molesta ¿cierto? 

Vuelvo la vista hacia el campo.

—No solo se trata de eso, me siento culpable y estresada —reconozco—. No sé ni por donde tengo la cabeza. Creí que hoy era jueves. ¡Utilice mi horario del día jueves!

—No es culpa tuya, ha sido una semana pesada para todos. Solo te distrajiste, es todo.

Quisiera tener la calma de Dave ante cualquier situación.

—Es que, si tan solo hubiera traído mis materiales, mi estrategia se hubiera visto como la mejor, tenía todo para lograrlo —froto las palmas de mi mano contra mis muslos para calmar un poco mi frustración—. Dave, debiste ver la cara del profesor cuando termine de exponer. Fue como si estuviera viendo a mi madre, me dio esa mirada de recriminación y al mismo tiempo de decepción. 

Pone su mano sobre las mías para evitar que continúe moviéndolas.

—Dudo que lo tomes como un consuelo, pero, no creo que esa exposición afecte tus notas. 

—Será mejor que no —murmuro para mí misma.

Dave se acerca un poco más a mí.

—Por cierto, tú madre me ha mandado un mensaje esta mañana, preguntándome como nos había ido en la manicura —me hace saber en un tono divertido—. ¿Tienes algo que decir al respecto? 

Orquídeas Y Gardenias © [CORRIGIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora