Es viernes por la tarde y no quieren quedarse encerradas en casa todo lo que les queda de día. Así que, después de un par o tres de mensajes, están sentadas en la terraza de una cafetería del centro.
Emma mira distraída el móvil, luchando a la vez contra sus rizos rubios que se niegan a colocarse detrás de la oreja. A su lado María se recoge su morena cabellera con una coleta y escribe números al azar, preparando la clase de repaso de matemáticas para un niño de ocho años. Y Anna observa. Mira la gente que pasea, a los abuelos que llevan a sus nietos de la mano y, a veces, mira a Emma y a María directamente, sin disimular. "Eso que haces tan raro", tal y como han bautizado sus amigas. La camarera trae los cafés, se dan cuenta de la existencia de cada una y empiezan a hablar.
Emma y María son amigas des de hace años, han vivido muchísimo la una al lado de la otra y eso va a ser difícil de cambiar. Ahora la nueva es Anna, aunque des del primer mes que llevan juntas las tres, ya ha considerado a estas...bueno, estos...llamemosles "seres humanos", sus amigas. Van juntas a clase, se ven cada día y aun así nunca rechazan poder quedar, aunque sean un par de horas, para verse o tomar algo y hablar.
Hablan del instituto, de los profesores, de las clases, de la gente que conocen, de los cotilleos que les han contado. De vez en cuando hacen una pausa para dar un sorbo al café que ya empieza a estar tibio, o en el caso de María, para también dar un mordisco al gran croissant que se ha pedido.
Emma se acomoda en la silla echando la cabeza hacia atrás y dejando escapar un: "¡Me pesa la vida!". Para seguidamente volver a erguirse, tirarse el pelo hacia adelante con ambas manos y después colocarlo en su sitio otra vez, detrás de las orejas. Anna està absorta dando vueltas al café con la cucharilla. No puede despegar los ojos del liquido que da vueltas sin parar hasta que una pequeña mano ondea delante de sus ojos, con la finalidad de captar su atención. Y lo hace. Anna levanta la cabeza para mirar a María, quien pregunta si le pasa algo. Anna mira a Emma quien ha dejado lo que fuese que estuviera haciendo para prestarle atención a ella. Vuelve a observar a la morena sentada a su lado y, con un movimiento de hombros y una sonrisa, deja ir: "Nada, estoy como el tiempo. Gris.". La rubia rueda los ojos y suelta algún comentario sobre su sensiblería. María le dice que no pasa nada, que a todas nos pasa, y vuelve a sus números. Anna sonríe, negando y dejando caer la cabeza.
La verdad es que si está como el día. Esta mañana no se ha levantado con muchos ánimos, y su plan des del principio era quedarse en la cama toda la tarde sin hacer, literalmente, nada. Pero ahí, sentada en esa silla, hablando y riendo con esas dos locas, le parece una mejor idea. Anna parpadea sorprendida. Una gota de agua ha caído en sus gafas. Las tres miran hacia arriba, como si realmente pudieran ver la lluvia que insistentemente les va a mojar la cara.
Por mutuo acuerdo se ponen sus respectivas capuchas. María y Anna sueltan una carcajada al ver a Emma con su "paraguas" improvisado. "No se que pareces con eso, Emma. Ni se te ve el pelo." suelta la morena llevándose las manos a la barriga doblegándose se risa. "Enserio, Emma. Quítatelo, solo se te ve la cara y pareces un extraterrestre." le dice Anna tapándose la cara e intentando parar de reír. La susodicha rubia, seria, se quita la capucha, se echa el pelo hacia adelante y vuelve a colocársela de manera que ahora, la tela azul no le hace parecer calva. "¿Mejor?¿Contentas?" refunfuña cruzándose de brazos y mirando hacia un lado mientras espera a que sus amigas dejen de burlarse de ella. Pero realmente no puede estar seria y se le escapa una pequeña sonrisa resignada.Vuelven al ambiente de antes, sonríen y se acaban el poco café que les queda, ya frío.
Siguen hablando de todo, y a veces de nada. Anna las mira y piensa que si. Le gusta y, aunque a veces la piquen y realmente la saquen de quicio, no quiere desprenderse de ellas pronto. Sabe que no es fácil, tienen su relación establecida pero, si le dejan, Anna quiere estar ahí.