Esta mañana te has levantado con la luz que entraba por la ventana. Debían ser las nueve y media, buena hora para empezar el día. Te has sentado en el borde de la cama justo debajo de la ventana y has estirado los brazos mientras bostezabas, te has puesto las gafas y las zapatillas para levantarte.
Mientras removías el café mirando por la ventana de la cocina, te has dicho que hoy sería un buen día, nada podría estropearlo. Te has bebido el café de un trago para dar oficialmente comienzo al que iba a ser un estupendoo día. Tu, personalmente, te encargarías de eso.
Hasta ahora.
Que tu, personalmente, te has encagrado de que no sea así.
El reloj marca las ocho en punto de la tarde cuando te sientas en el sofa con ese trozo de papel entre los dedos. Después de tantos meses has encontrado lo que guardaste para no volver a sacar jamás. Esa carta que escribiste y que nunca tendrías, ni tendrás, el valor de mandar; esa carta donde aún se notan algunas arrugas y algun que otro trazo corrido y mal hecho por las lágrimas; esa carta que escribiste cuando lo dejasteis y que a día de hoy, aunque tanto interna como externamente te lo nieges, sigues sintiendo.
Te has ido. Y tengo la sensación de que no vas a volver. No te voy a negar haber llorado, lo he hecho y durante varias noches. Aunque hayan pasado solo unas semanas y no sepa nada de ti espero, de todo corazón, que seas feliz.
Tópico, lo se. Soy así ya me conoces.
Dudo que llegue nunca a mandar esto, dudo que tenga el valor para hacerlo, dudo que te vuelva a ver.
Dejas caer la carta al suelo y te abrazas a un cojín prohibiendote soltar siquiera una sola lágrima. Intentas respirar hondo y calmarte pero, a quien intentas engañar. No eres igual des de que dejaste que se fuera. Has cambiado y no sabrias decir si para bien o para mal. Tus amigos y familiares te ven igual, ni se les ocurre lo que pasa por tu cabeza. Ni se pueden imaginar que cuando estás con ellos piensas: Como desearía que estuviera aquí ahora mismo.
Porque su imagen sigue en tu cabeza. Su rostro, su pelo, sus ojos, sus labios, todo. Todo sigue ahí y aunque estrepitosamente lo hayas intentado, se queda. Y al final no puedes hacer nada más que vencerte. Deja que gane y recordar aunque sea doloroso, aunque por su cabeza no pase lo mismo, aunque ya te haya olvidado.
Recuerda como es, como te hacía sentir, reír, llorar de alegría. Aunque sí, va a doler un poco ver que ha encontrado a alguien nuevo, va a doler ver que vuelve a ser feliz. Va a doler. Y tu vas a seguir en este sofá abrazando al cojín.
¿Que si se va a sentar gente a tu lado? Si, eso seguro.
¿Que vas a olvidar? No, eso nunca.
¿Que si va a volver para sentarse a tu lado? No lo sabes pero, por si acaso, no tengas muchas esperanzas