El misterioso Peter dice no haberse aprovechado de mi, como si leyera mi mente y supiera que ser violada a causa de mis excesos con el alcohol es una de mis mayores preocupaciones. Me cuenta que me encontró sentada en una esquina, llorando y pidiendo que alguien me llevara al hospital.
-Tardé quince minutos en convencerte de que no morirías, y que solo necesitabas un poco de café y dormir –Dice risueño, y ya creo que este tipo intenta ser mi amigo.
Me disculpo por los acontecimientos y corto sin más. Hacer nuevas amistades me aterra, sin mencionar la fobia que le tengo a las relaciones estables. Desde que Ronnie, quién se supone fue mi mejor amigo por cinco años, me confesó que sentía algo más fuerte por mi, intentamos estar juntos, y no tardó más de tres meses en acostarse con una cualquiera en una fiesta, digamos que soy muy cautelosa con los lazos que mantengo.
El agua se desliza por mi piel mientras yo veo a un punto fijo y mis lágrimas se camuflan con la lluvia de la ducha.
Pensar en cómo cambió mi vida después de que Ronald me proporcionó mi primer corazón roto, y en cómo nada ha mejorado desde entonces, siempre toca mi fibra sensible y me hace lagrimear.
Luego de un extenso baño y el cotidiano drama de elegir que vestir, me dispongo a salir a caminar. Necesito un cigarro. Le escribo a Kelly, mi vecina, quien no acepta mis nuevos hábitos y ha decidido ignorarme desde que aparecí totalmente colocada en su casa implorando por acilo. "Tus rosas están muy altas, debes podar". Oprimo enviar, consciente de que no contestará y casi pudiendo ver como rodaran sus ojos al leerlo. Debe creer que soy patética.
Tres cuadras después, tabaco mediante, me encuentro frente a una tienda de antigüedades que parece haber aparecido de la nada. Jamás la había visto. Entro en busca de algo que a mi abuelo pueda llegar a gustarle, vive en la capital y mi madre y yo solemos enviarle presentes de vez en cuando.
Me paseo por el lugar, fascinada con el aura que lo envuelve. Cada mínimo objeto cuenta una historia, y eso le da cierta magia al ambiente. Diviso un tintero con pluma en degradé de grises y sé que a mi abuelo le encantará. Lo tomo y voy a pagar. Espero unos minutos y nadie aparece. Robar en una tienda de antigüedades me parece pasarse de la raya. Estos lugares son atendidos por ancianos que no pueden sobrevivir de su pensión y deciden vender sus objetos heredados, ¿o no es así?
Tardo en encontrar una campanita simil ring de boxeo con la que, imagino, se llama a quien atiende este lugar. La hago sonar un par de veces y, para mi sorpresa, un joven muy apuesto se presenta ante mí. Lucho por no quedar boquiabierta. Su cabellera negro azabache en contraste con el azul cielo de sus ojos es lo primero en captar mi atención. Luego mis ojos viajan por sus anchos hombros que acaban en v con su cintura. Solo entonces soy consciente de que me saca al menos dos cabezas y de que lo estoy mirando como si proviniera de otro planeta.
-Creí que no te acordabas de mi, y ahora resulta que me persigues –Su voz hace que el aire abandone mis pulmones y mi cerebro olvide como respirar. Es el. Es el misterioso Peter.
Estiro el tintero hacia el sin despegar la mirada de su rostro. Me tiene hipnotizada y quiero que se detenga ahora mismo. Rompo el magnetismo de su mirada y apunto la mía hacia mis pies, en lo que revuelvo mis bolsillos en busca de dinero.
-Solo era una broma, Faith, y no muerdo –Quiero gritarle que deje de pronunciar mi nombre como si se tratara de un hechizo. Lo hace sonar especial, como si fuera una palabra que nunca antes había escuchado. Pero solo lo miro y le entrego el dinero.
-Veinte, por el aventón de anoche, y por no haber abusado de mí en el proceso, o por lo menos por haberme dado tu nombre si lo hiciste, y dejarme ver tu cara, y saber dónde trabajas, ya sabes, por si debo denunciarte o algo –
Las palabras se deslizan fuera de mi boca como snowboarders por la nieve, no las puedo frenar y termino ridiculizándome. Muerdo mi lengua en un vago intento por dejar de hablar.Pero lo que logra quitarme el aliento y anular mi sentido del habla es la risa que le provocó mi vomito verbal. Su sonrisa tan blanca y de revista me da escalofríos. ¿Dónde rayos engendraron a este tipo? No parece real una persona tan jodidamente atractiva. Estoy segura que viene de Criptón.
-Tu voz suena mejor cuando no arrastras las palabras y modulas correctamente –Dice como intento de broma, o halago, no logro descifrarlo con exactitud. Enarco una ceja y el sonríe al notarlo.- Tranquila, fiera, solo bromeaba. –Y me devuelve los veinte dólares, está demente.
-Gracias.. por lo de anoche, y por no enrostrármelo –Suelto y hago lo posible por salir rápidamente de allí, pasando por alto sus últimas palabras y derribando una maceta colocada al lado de la puerta principal. Me detengo a verla pero no la devuelvo a su lugar por miedo de que en un segundo vuelva a tenerlo cerca y oír su hipnotizante voz.
No dejo de caminar hasta toparme con el almacén del barrio, donde entro en busca de una petaca de ron para pasar el mal trago. Jerry duda en vendérmela, el me conoce desde que nací y sabe perfectamente que tengo dieciocho años y que no me está permitido beber; pero también sabe que soy un ingreso seguro y que si no me vende, buscaré otro lugar que me provenga de alcohol. Al final acepta mi dinero y me da la pequeña botella. La abro en lo que me dispongo a salir y para cuando cruzo la puerta ya le di mi primer trago.
El bendito ringtone de llamada me pone en alerta y se me eriza la piel al ver el nombre de Ronnie en la pantalla. Descarto la llamada y silencio mi teléfono. Frunzo el ceño de solo pensar en que puede querer de mi ese imbécil. Doy un largo trago y me siento en el cantero de una casa, acariciando mis piernas y recordando como solíamos venir aquí mismo cuando alguno tenía problemas y quería hablar. ¿Cómo puede una persona causar tanto daño en otra y seguir adelante como si nada, y con la frente en alto? Han pasado seis meses desde el incidente con Ronald y aún no puedo superarlo totalmente, sin embargo el tiene nueva novia y, al menos hasta hoy, parecía que para el yo había dejado de existir.
Saco mi celular para contactarme con alguna de mis amigas y veo que el imbécil me está llamando nuevamente. Desganada, atiendo.
-¿Qué? –Espeto con evidente desagrado.
-¿Milkshakes de Donna's? –Pregunta con voz alegre, fingiendo que nada ha pasado, que el último año ha sido producto de mi imaginación.
-Para bromista estas siendo muy morboso, Ronald. ¿Qué se te ofrece? –Ya arrepentida de haber accedido a esta conversación.
-Solo quiero verte y charlar. Jamás llevamos tanto tiempo sin hablar. –Debe ser una jodida broma.
-Donna's en veinte. –Digo y cuelgo. Solo iré, beberé un glorioso milkshake de vainilla, oiré sus mentiras y me volveré a casa.
Llevo cinco minutos sentada sola en la mesa que solíamos ocupar juntos, siempre la misma. El es tan rutinario como yo. Estaba por levantarme y huir de allí cuando veo su figura caminando en mi dirección. Su cabello está largo, lo que produce ondas en el mismo, está mas delgado, probablemente porque pasa menos tiempo conmigo comiendo porquerías, y tiene un look diferente. Como si de repente fuera amante del rock y se acostara con tres chicas a la vez.
Paso una mano por mi cabello, nerviosa, al mismo tiempo que el se sienta frente a mi. Nos miramos fijamente por lo que parece una eternidad, pero en el mundo de los vivos, probablemente solo fueron cinco segundos. Abre la boca para decir algo y lo interrumpo.
-Ya ordené por ambos, dos milkshakes de vainilla, asique escupe tus mentiras rápido. –Intento mantenerme firme e imponer la distancia necesaria. No volveré con el, y no me queda ni una pizca de aprecio por su persona.
-Te extraño, Faith, y no es mentira. Necesito a mi amiga devuelta. –Abro los ojos como platos y siento como mi mandíbula está por chocar con mis rodillas. ¿Acabo de oír bien? Comienzo a ver a los lados para encontrar las cámaras ocultas.
-De esa chica no queda nada, te encargaste de asesinarla, y si algo de ella hubiera sobrevivido, no es tan estúpida como para relacionarse contigo. –Indignada, me levanto y salgo de allí.
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faith.
Teen Fictionuna adolescente perturbada, acostumbrada a silenciar su mente con alcohol, cuyo futuro no veía la luz hasta que el destino lo pone en su camino.