Afuera Dean atiza el fuego mientras Grace parlotea con los amigos de su novio.
Siempre me siento en una sinagoga cuando los veo, y nunca pude aprenderme sus nombres. Camino hacia la manada judía no-tradicional y les sonrío fingiendo simpatía, pero me detengo frente al fuego y tomo asiento. Uno de ellos se sienta a mi lado, evito hacer contacto visual con el porque me recuerda a Frodo, de una trilogía que mi hermano me hizo ver de pequeña, y eso me asusta un poco.-¿Por qué siempre eres tan tímida? Para ser alguien que lleva el cabello color uva, eres bastante reservada. –Dirijo hacia el mi mejor mirada de desaprobación.
-¿Se supone que el tinte en mi cabello defina mi personalidad? –Escupo con tono violento. Los estereotipos hacen hervir mi sangre, más que nada cuando se equivocan.
-Solo decía. –Encoge sus hombros, dirige la mirada hacia otro lugar y sé que está plenamente arrepentido de haberme dirigido la palabra. Espantar personas es parte de mi encanto natural.
El tiempo avanza y el fuego cesa, las personas llegan y la música ensordece mis oídos. Todos bailan y beben de vasos descartables. Analizo el nivel de daño que le haremos al medio ambiente cuando esto acabe.
Un Mustang negro aparece ante mis ojos y no puedo evitar fijarme en el, Mike tenía su habitación repleta de posters de autos como ese. Un impulso me obliga a acercarme y me detengo cuando sus luces me enceguecen; se apagan y un cuerpo desciende del vehículo. Tardo en recuperar la vista y entender de quién se trataba. El misterioso Peter vuelve a presentarse ante mi.
Me pierdo entre la gente, en busca de alguna de mis amigas, como una niña escapando de un adversario en los juegos de la infancia. La adrenalina y el alcohol inundan mis venas, tropiezo y aterrizo en la arena, un grupo de chicas que reconozco de alguna otra fiesta me ayudan a ponerme de pie, y antes de siquiera notarlo, Peter está tomándome por los hombros.
-¡Faith! –Dice con una alegría más contagiosa que un resfriado en pleno invierno.- Por fin reconozco una cara por aquí.
Me detengo a observarlo, y su estilo desentona con el ambiente. Todo aquí es tan sombrío, el y Lana parecen ser los únicos con piel virgen de tinta, y cabello natural. Por un momento me avergüenzo de que sepa como es mi vida, y de que sean dos las veces que me ha visto ebria, y solo una cuando sobria. Luego mi cerebro retoma sus funciones y procesa sus palabras.
-¿No conoces a nadie? –Evitando hacerle la pregunta que realmente quiero hacerle. "¿Cómo carajo llegaste aquí?"
-Vine con Thomas, mi primo.. –Lo busca con la mirada y se encoge de hombros al no verlo.- Todo el mundo sabe de esta fiesta parece –Rasca su nuca y debo luchar contra cada músculo de mi cuerpo y sus impulsos de abrazarlo; su gesto me indica que estoy incomodándolo, y probablemente sea porque no tengo suficiente alcohol en mi organismo, le quito el vaso a la primera persona que me empuja para hacerse camino entre la multitud y doy un sorbo.- ¿Siempre bebes tanto? –Pregunta mientras pienso como no espantar a la única persona que parece aún interesarse en mi.
-Es mi hobbie, como para ti el básquetbol –Suelto como un intento de broma. Y sonrío, y no se porque lo hago, me arrepiento en el mismo instante. Mi sonrisa es espantosa, desentona con mi cara, y siempre parece forzada. Sonríe el también y eso me da escalofríos; esa sonrisa es droga y yo soy una maldita adicta.
Nos alejamos de las masas en busca de silencio, creo que ambos necesitamos conocernos, como si algo nos obligara a interesarnos en el otro, llámalo destino, o el fantasma de mi abuelo procurando que encuentre la parte que me falta, pero, sin dudas, existe una fuerza mayor que nos une a Peter y a mí, puedo sentirlo.
Encontramos un claro a pocos metros del agua, nos sentamos allí y jugueteo con el vaso. Ninguno de los dos sabe que decir, vinimos aquí por instinto, o quizás lo seguí, no lo sé. Me mira, y automáticamente yo lo hago también.
-¿Qué te hace así? –Pregunta sin más, como si describirle toda la mierda que atravesé para estar sentada aquí en este instante fuera lo más simple de contar, o como si nos conociéramos desde la infancia, o no lo sé, pero su mirada es sincera, no está bromeando ni discriminándome, realmente le interesa saber porque soy como soy.
¿Sé yo porque actúo como lo hago?.Dirijo mi mirada a la inmensa cantidad de agua frente a mi, e intento buscar una respuesta, algo qué responderle. Se que el lo nota, porque baja la mirada y acaricia sus rodillas, dándome tiempo para procesar.
-Supongo que.. –Juego con mi cabello en lo que hablo.- Cada uno enfrenta sus demonios como puede, y mi manera de hacerlo es.. –Elevo el vaso que sostengo con la mano derecha.- bebiendo.
-Me refiero a porqué no eres como ellos.. –Tiene el ceño fruncido, confundido.- Es como si tú..
El cuerpo de Grace impacta contra mi espalda, me hace inclinarme demasiado hacia adelante y derramar el escaso contenido que quedaba en el descartable. Ella ríe, ebria. "Quiero mi sonrisa, ahora" balbucea. La empujo con brusquedad y ella aterriza en la arena.
-Hey, relájate.. –Refunfuña mientras se incorpora. Le sonrío con falsedad.- Eso no es una sonrisa, pareces perro mostrando los dientes.. pero tranquila que no vengo a robarte tu pedazo de carne –Me guiña mientras hace un gesto con su cabeza haciendo referencia a Peter, sin disimulo.
-¿Qué quieres, Grace? –Digo perdiendo la paciencia y apretando los dientes.
-Ronnie está aquí y le preguntó a Dean por ti –Se encoge de hombros haciendo de cuenta que no acaba de lanzarme una bomba nuclear. Todo el mundo me desequilibra el día de hoy.
Me levanto como puedo y el alcohol se hace presente en mi cuerpo. Llevo una mano a mi frente en lo que pienso que hacer. Debo irme, no puedo quedarme aquí, no si Ronald está rondando por entre la gente. Podría verlo con alguna chica y querer que la tierra me trague, o peor, puede querer algo conmigo, y yo no estoy tan consciente como para negarme. Tomo aire, y noto que tanto Grace como Peter me miran como si tuviera ocho brazos.
-¿Estás bien, Faith? –Cuestiona Peter en un tono que no logro interpretar. "Claro que si" respondo, y las palabras no salen tan claras como suenan en mi cabeza. Estoy jodidamente borracha, y mareada.
Voy trastabillando devuelta hacia la multitud, decidida a encontrar el Jeep y largarme de aquí. Lo veo a lo lejos, y, estoy a punto de llegar a él, cuando algo me detiene. Siento calor en mi cintura, y cuando miro, un par de manos me toman de allí. Las reconozco, es Ronald. Y, entonces, vuelvo desear haber muerto desangrada aquel domingo hace un par de meses.
-¿Te escapas de mí, Faith? –Su voz me da nauseas. Y sentirlo tan cerca de mí me provoca gritar y llamar a la policía. Me suelto de su agarre y volteo a verlo. Esa camisa es nueva, jamás la había visto, y le queda tan bonita que quiero morirme. Corro la mirada para concentrarme en lo mierda que es, y no en lo fantástico que luce, pero entonces veo a mi adonis de la tienda de antigüedades viéndome a lo lejos.
Abro los ojos y me encuentro en el asiento trasero del coche de Lana. Miro a mi alrededor y no hay nadie más en el vehículo. Al incorporarme, siento puñaladas en mi cerebro, mi estómago revuelto y.. Maldición, abro la puerta y me acomodo para vomitar en la acera. Levanto la cabeza e intento descifrar donde estoy. Reconozco el frente de la casa de mi amiga morena, salgo del auto y me estiro.
No recuerdo nada de mi noche después de encontrarme con Ronnie, y estoy hundida hasta lo más hondo del pozo de la preocupación. Creo que Peter estaba allí. No estoy segura de sí me vio o no, o de qué habrá visto, o pensado de mí. Necesito preguntarle a Lana cómo llegue aquí.
Me apresuro y hago sonar el timbre. La impecable madre de mi amiga abre la puerta y me mira con el asco con el que suele hacerlo.
-Permiso. –La atropello en mi torpe intento de ser educada. No le doy importancia y subo a despertar a la dueña de casa.- Lana ¿qué pasó anoche? ¿cómo terminé en tu auto? –Cuestiono mientras la sacudo.
-Estabas allí cuando decidí irme, ya cálmate. –Dice con voz ronca, y frota sus ojos.
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faith.
Ficção Adolescenteuna adolescente perturbada, acostumbrada a silenciar su mente con alcohol, cuyo futuro no veía la luz hasta que el destino lo pone en su camino.