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-Tu cabello me escandaliza. ¿Desde cuando lo llevas así y porqué no lo sabía?

Me llevo una mano instintivamente al rodete y suelto el aire contenido antes de darle un buen puñetazo en el hombro, sé que lo tomo por sorpresa porque gime de dolor, y me sonríe burlón.

-No llevo la cuenta, pero desde hace bastante.. y no lo sabías porque tu madre piensa que no es correcto y opta por no incluirme en las fotos que te envía. –Soy consciente de que la sonrisa que esbozo es totalmente cínica, pero hace mucho quería soltarle eso a alguien.- Ella piensa que no lo sé, pero he visto los mails y las fotos adjuntas, y yo no aparezco ni remotamente.

Frota su barbilla, está pensando, y suspira pesadamente al darse cuenta de que tengo razón.

-No es que te quede mal, es solo.. impactante. –Me sonríe con amabilidad y reparo en el hecho de que no nos habíamos visto en años. Su espalda es ancha y me saca mas de una cabeza en estatura. Se viste muy correcto y eso me hace rodar los ojos. Mike se percata de mi gesto y ríe.- ¿Es algo así como un llamado de atención o solo que estas en contra de la sociedad?

Me revuelve el estómago. Literalmente me siento enferma después de su comentario tan superficial e ignorante. Pongo mi mejor cara de desaprobación y me largo de allí. Ni siquiera me sigue, espero que haya notado lo espantosamente idiota que ha sido. Supongo que Mike es el reflejo de lo que mis padres consideran alguien "aceptable" y me desagrada imaginarme que es como quieren que yo sea. Plástica, cuadrada y retrógrada.

Me sacudo para quitarme ese pensamiento pero no lo consigo. ¿Cómo puede ser que alguien con mi mismo material genético sea tan jodidamente distinto a mi?

Me percato de que Kelly efectivamente podó sus rosas y no puedo evitar sonreír de oreja a oreja pensando en que leyó mi mensaje y tomó mi consejo. O quizás no lo hizo, quizás me tiene como correo no deseado y solo las recortó por mérito propio.

Camino a la tienda de antigüedades le texteo a Peter avisando que iba en camino, y el recuerdo de la noche de ayer avasalla todos mis sentidos. Su voz. Sus ojos. Su sonrisa. Su maldito interés en mi. Y luego las horas que no recuerdo me hacen estremecer. ¿Y qué si terminamos la charla en su coche y por eso olvidé mi mochila? ¿Y qué si hicimos más que charlar? Joder, necesito un cigarro. Y dejar de beber hasta perder el sentido.

Me encuentro frente a la puerta de la tienda de antigüedades y deseo haber pensado esto con mayor claridad, o dejar de usar a Peter como mi salvavidas cuando solo lo conozco hace un par de días.

El Mustang está aparcado en la entrada y le tomo una fotografía, quizás cuando Mike deje de ser tan imbécil se la muestre. Me acerco al vehículo a admirar la brillante pintura, aunque me atrae mas el negro mate para autos de esta gama, debo admitir que el acharolado lo hace lucir muy elegante.

-¿Te gusta tanto como quien lo conduce, eh? –Una voz rasposa me saca de mis pensamientos y me sobresalta.

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