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Había pasado una semana desde que escapé. Desde que conocí a Tyler. Desde que le había dado un beso (y muchos más). Desde que mi padre adoptivo me encontró, Dios sabe cómo, en el callejón con él. Desde que el mismo tipo que golpeó a Tyler me llevara de vuelta a casa. A mi patética vida.

Estábamos perfectos antes de que mi progenitor falso nos encontrara. Nunca me separaba de Tyler, y ya no tenía pesadillas y cada vez escuchaba menos las voces. Cuando teníamos hambre, íbamos a algún mercado y los panaderos nos daban lo que les sobraba del día, lo que no habían vendido o lo que estaba en no tan buenas condiciones. Con tan poco éramos felices. Y aún así, ésa era una mejor vida que la que me tocó vivir en mis anteriores diecinueve años de vida (o de supervivencia).

Todo el camino de regreso a la casa grité como loca mientras mi padre adoptivo me arrastraba con él hacia su auto. Lo insulté y él me golpeó por ser tan estúpida. Desde su punto de vista, me lo merecía. Desde mi punto de vista, él merecía desaparecer.

-¡¡No puedo creer que lo golpeaste, eres tan idiota, te odio, te odio!!- le gritaba mientras él encendía el motor.- ¡¿Cómo mierda me encontraste?! Intenté escapar justamente de ti y ahora, ugh... Maldito infeliz- dije nerviosa. Preocupada por Tyler.

La última vez que volteé a verlo, estaba en el suelo tratando de abrazar sus rodillas, con lágrimas apunto de escapar. Y esa vez no me importó llorar en público. Me resistí todo lo que pude, pero mi padre adoptivo me tomaba con tanta fuerza del brazo que ya no podía sentirlo.

Le grité a Tyler que volvería, que mientras tanto cerrara sus ojos y cantara canciones hasta que yo regresara. Que todo estaría muy bien. Que lograría escapar y volver con él. Puras mierdas falsas.

¡Me atrae un demente! • Tyler JosephDonde viven las historias. Descúbrelo ahora